LIMA, Perú – El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel reconoció este fin de semana que su régimen no cuenta “con combustible suficiente para la generación eléctrica, el abasto de agua y hasta para el control de la higiene y la distribución oportuna de alimentos”.
Las declaraciones surgieron como parte de una reunión de trabajo del Gobierno realizada en La Habana. El encuentro buscó movilizar equipos que intentaran poner un parche a la crisis existente en la Isla, detonante de varias protestas en las últimas semanas.
“Hay que ordenar las cosas en La Habana. Ha faltado cooperación. Están convocadas todas las fuerzas que tienen el compromiso de ayudar a salvar a la capital”, escribió Díaz-Canel a través de Facebook.
Como es frecuente en el discurso oficial, el dictador cubano achacó las principales insatisfacciones de la población (apagones, escasez de agua, insalubridad en las calles) a las sanciones de embargo emitidas por Estados Unidos.
El perfil en X de la Presidencia en la Isla también se hizo eco de la reunión gubernamental de este sábado, reconociendo los problemas energéticos y “la crítica situación de la basura”, al tiempo que dejaba un aviso ante el descontento popular.
“Los reclamos de la población son legítimos, pero tienen que hacerse en los lugares establecidos: el Partido, las instituciones del Gobierno y del Estado. Nadie está autorizado a cerrar una vía pública, porque obstaculizan servicios imprescindibles para nuestro propio pueblo”, dijo Díaz-Canel.
Pese a las constantes advertencias y amenazas del régimen cubano, la situación se ha hecho insostenible en la Isla. Apenas el pasado jueves, una multitudinaria protesta estalló durante la noche en Centro Habana, donde vecinos de varias cuadras, incluidas mujeres y niños, bloquearon la calle Monte para exigir la restitución de servicios básicos tras apagones prolongados y una crisis creciente de abastecimiento de agua potable.
Los manifestantes salieron de manera espontánea a la vía pública con cacerolas, consignas de protesta y hasta una fogata en plena calle, como evidencian videos difundidos en redes sociales. Entre los gritos más escuchados destaca el de “¡Libertad!”, que resonó junto a las demandas de electricidad y agua. En algunos puntos, familias completas —incluidos menores de edad— se sentaron sobre el asfalto en señal de resistencia pacífica.
La respuesta oficial ha sido de contención. Díaz-Canel reconoció que en la capital cubana “los problemas son de envergadura” y anunció severidad desde el sector estatal.
“Hay que visitar los centros del sector no estatal, y controlar si están cumpliendo su plan de consumo eléctrico. No se puede permitir el derroche, aunque puedan pagar la electricidad. El lugar que incumpla su plan se cierra”, subrayó.
Más descontento que soluciones
En el barrio de Los Sitios, en Centro Habana, un grupo de mujeres acompañado de niños cerró la pasada semana una de las calles principales. La activista Lara Crofs compartió en redes sociales imágenes y dijo dirigiéndose al gobernante Miguel Díaz-Canel: “Son chamas, joneeee chamas, no se les ocurra dar palo que los conozco. Miguel Díaz-Canel Bermúdez eres directamente responsable si le sucede algo a algunos de esos niños”.
La presencia de menores convierte la protesta en un símbolo de la vulnerabilidad que atraviesan miles de familias cubanas, atrapadas entre la escasez de servicios y la falta de soluciones oficiales.
Las imágenes compartidas en redes sociales apuntan a que las manifestaciones no se limitaron a Centro Habana. Vecinos de Lawton denunciaron en Facebook la desesperación tras más de 15 días sin agua, y se reportaron acciones donde residentes habrían bloqueado calles en medio de nuevos apagones; al igual que en Altahabana.
Aunque la magnitud de estas protestas aún no ha podido ser plenamente verificada, distintas fuentes coinciden en que la indignación ciudadana se ha extendido a varios puntos de la capital.
En el oriente de Cuba, los apagones desataron una protesta gigante a mediados de septiembre en Gibara, Holguín, de la cual resultaron varias detenciones.
Las escenas de estas últimas semanas reavivan la memoria de otras jornadas de manifestaciones en la Isla, como las del 11 de julio de 2021, y confirman que el descontento social sigue creciendo en medio del colapso estructural de los servicios públicos.