octubre 11, 2025

El Diablo los junta: ¿Quiénes se quejan del Premio Nobel de la Paz concedido a María Corina Machado?

No hace falta mucha imaginación para suponerlo.
Autoritarios
De izquierda a derecha, Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel, Pablo Iglesias e Ione Belarra (Ilustración generada con IA especialmente para este artículo)

MIAMI, Estados Unidos. – El Comité Noruego del Nobel premió este viernes a María Corina Machado por “su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo de Venezuela y por su lucha para lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”, un fallo que coloca a la dirigente opositora en el centro del tablero internacional y enciende las reacciones de quienes la adversan por razones ideológicas, de poder o de cálculo político.

En La Habana, el portal estatal CubaSí publicó una pieza de opinión que encapsula la línea dura del régimen cubano contra el fallo, presentando a Machado como “marioneta del imperio” y al Nobel como un premio “a favor de la guerra”, con una narrativa que intenta conectar la trayectoria de la opositora con Washington y con sanciones internacionales al chavismo. 

El texto, firmado y fechado este viernes, es representativo del ecosistema mediático estatal cubano y dibuja una oposición al premio de perfil antiestadounidense y alineado con La Habana y Caracas.

En Caracas, como era de esperarse, el diario oficialista VEA fue aún más descarnado y calificó el veredicto como “la más reciente y cínica manipulación” de un galardón que, según su autor, sirve a “la política imperial”, rematando con una frase que circuló veloz en redes: “Que se queden con su Nobel de la maldad y el terror”. Esa retórica ubica el rechazo venezolano oficialista en el cuadrante propagandístico clásico del chavismo: deslegitimar a la laureada, ligar el premio a “neofascismo” y reforzar el culto a Maduro como supuesto garante de una “paz con justicia social”.

Por su parte, en Managua, al cierre de esta nota no había un posicionamiento nítido del aparato oficial, pero el patrón habitual de comunicación del sandinismo ante premios “incómodos” sugiere que, si aparece, reproducirá el marco antiimperial de Cuba y Venezuela. 

Fuera del eje caribeño, la oposición más sonora vino desde la izquierda populista española. Pablo Iglesias, cofundador de Podemos, escribió en X que “para darle el Nobel de la paz a Corina Machado (…) se lo podían haber dado directamente a Trump o incluso a Adolf Hitler a título póstumo”, un trazo grueso que busca desacreditar moralmente a la galardonada mediante una comparación hiperbólica con regímenes y líderes totalitarios.

El activista cubano Magdiel Jorge Castro responde a Pablo Iglesias en X
El activista cubano Magdiel Jorge Castro responde a Pablo Iglesias en X (Captura de pantalla)

En la misma cuerda y también en X, la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, calificó a la venezolana de “golpista” y aseguró que “el premio Nobel de la Paz ahora lo reciben golpistas y criminales de guerra”. “El grado de desprestigio que están viviendo en estos años las instituciones internacionales que aspiraban a representar a la humanidad es altísimo”, agregó.

En conjunto, ese bloque configura un frente de rechazo europeo de signo ideológico, próximo a los aliados internacionales del chavismo.

El periodista y escritor argentino Nacho Montes de Oca responde a Ione Belarra en X
El periodista y escritor argentino Nacho Montes de Oca responde a Ione Belarra en X (Captura de pantalla)

En Estados Unidos la película es distinta. La Casa Blanca no cargó contra Machado, sino contra el hecho de que el premio no recayó en Donald Trump, quien llevaba días exhibiendo su aspiración. En X, el director de Comunicación, Steven Cheung, acusó al comité de poner “la política por encima de la paz”, dejando claro que el disgusto oficial tiene que ver con el “desaire” al presidente más que con la venezolana. 

El mapa, así, queda nítido. Al rechazo visceral de los regímenes autoritarios directamente interpelados por el premio —Cuba y Venezuela— se suma un coro ideológico europeo —Podemos— que desde hace años blanquea al chavismo. Entre tanto, el propio fallo del Nobel resalta una narrativa de democracia versus autoritarismo y sitúa el caso venezolano como paradigma de resistencia cívica en la región, un encuadre que explica por qué los sistemas que se sienten aludidos reaccionan con estridencia.

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