octubre 4, 2025

Las rumberas cubanas que fundaron un nuevo género de cine en México

El éxito del Cine de Rumberas por casi dos décadas se debe al esplendor, belleza y magnetismo de sus estrellas: cuatro de las más importantes eran cubanas.
De izquierda a derecha, las actrices y bailarinas cubanas María Antonieta Pons, Ninón Sevilla, Amalia Aguilar y Rosa Carmina
De izquierda a derecha, las actrices y bailarinas cubanas María Antonieta Pons, Ninón Sevilla, Amalia Aguilar y Rosa Carmina (Fotostomadas de la Filmoteca UNAM y la Mediateca INAH)

CDMX. – México puede jactarse de haber legado al mundo algunos géneros cinematográficos endémicos que no se han explorado en ningún otro país. El ejemplo más famoso es quizá el “Cine de Luchadores” de las décadas de 1960 y 1970 del pasado siglo. Pero, sin lugar a dudas, el más prolífico y singular de ellos es el llamado “Cine de Rumberas”. 

El Cine de Rumberas es un género cinematográfico que floreció en el marco de la llamada “Época de Oro” del cine mexicano, en los años 1940 y 1950. El género es un híbrido muy curioso surgido de la amalgama de otros géneros fílmicos. Su primer ingrediente es el cine musical, específicamente el que se realizó en Hollywood en la década de 1930, caracterizado por sus números musicales vistosos, con toques de fantasía y cierto surrealismo que no tenían nada que ver con la trama. 

El segundo elemento que lo insufla es el Film Noir (cine negro): cine de tipo urbano con tramas de corte policíaco en donde las figura del gángster y la femme fatal eran elementos centrales de la trama. Y el tercer elemento que lo conforma es el melodrama urbano que, dentro del cine mexicano, fue perfilado por el cineasta Alejandro Galindo, creador de una serie de películas de corte arrabalero de los años 1940 y 1950, cuya trama ensalzaba la figura de los personajes de corte popular, los “ídolos de barrio”.

Paralelamente, el género se adereza con música. En ese momento, Cuba ya se había establecido como núcleo de la música tropical en el mundo, y la rumba cubana dominaba musicalmente en Latinoamérica. De la Isla también llegó el bolero. Y en México, una de las figuras centrales de este género fue el llamado “músico-poeta” Agustín Lara

Lara comenzó su carrera como cantante y pianista en los cabarets y casas de citas. Muchas de sus composiciones están inspiradas en las trabajadoras sexuales que conoció en aquellos años. Los títulos y las letras de sus temas ―Aventurera, Coqueta, Perdida…―, estimularon la imaginación de los guionistas del cine mexicano. 

Si ponemos todos estos ingredientes en una suerte de “licuadora imaginaria”, el resultado es el Cine de Rumberas. 

Pese a esta singular mezcla de géneros, las películas del Cine de Rumberas tienen el mismo tic genérico: cada filme, con ligeras variantes, cuenta la tragedia de una joven mujer que, “por oscuros caprichos del destino”, cae en desgracia y termina arrastrada a “la perdición” (representada por algún cabaret). Allí, algún proxeneta o madame la explotaban sin piedad. Como catarsis de su desgracia, la desdichada mujer bailaba rumba, mambo, samba o algún otro ritmo tropical, encontraba el amor y luego la vida le permitía pasar de víctima a victimaria. En la mayoría de las veces terminaba su historia en tragedia, pues una “mala mujer” no podía triunfar ante los ojos de un público moralista. La “pecadora” pagaba el precio de “vender caro su amor”. 

Quien tuvo el “buen ojo” de mezclar todos estos elementos fue el cineasta y actor español Juan Orol (1897-1988). Orol nació en España, pero creció en La Habana, en cuyos solares tuvo mucho contacto con personas afrocubanas que le enseñaron a bailar rumba. Orol se convirtió en un magnífico bailarín. Y a la par que se estableció en México e inició su carrera como actor y director de cine, explotó su talento en la pista: participó en numerosos concursos de baile en Cuba, México y Estados Unidos. Fue en uno de estos concursos donde conoció a la cubana María Antonieta Pons. Orol tuvo la visión de promover los talentos de la actriz y la convirtió en estrella en México. Y fue para ella para quien “inventó” el Cine de Rumberas.

En México, se filmaron aproximadamente un centenar de filmes de rumberas entre 1938 y 1965. Aunque todas las películas contaban, con pequeñas variaciones, la misma historia, las diferenciaba, principalmente, la esencia y personalidad de la protagonista, la “rumbera estrella”. Se considera a la cinta Aventurera (Alberto Gout, 1950) la película más emblemática y famosa del género.

El éxito de este fascinante género fílmico por casi dos décadas se debe al esplendor, belleza y magnetismo de sus estrellas. Muchas actrices y vedettes buscaron incursionar en el Cine de Rumberas, pero la historia solo reconoce a cinco grandes estrellas del género. Son las “Rumberas Mayores”, las llamadas “Reinas del Trópico”, que sostuvieron la producción masiva de cintas de este género por casi tres décadas.

MARÍA ANTONIETA PONS

Es la primera Gran Rumbera que conoce la Historia del cine. Maritoña, como le llamaban en su círculo más íntimo, nació en La Habana, en 1922. Fue descubierta en la Isla en 1938 por Juan Orol, quien, ya establecido como director de cine en México, se casó con ella y la llevó al país para convertirla en estrella. 

Su éxito fue inmediato. Orol decía que Maritoña llegó a ser tanto o más taquillera que María Félix. Y no exageraba. De las Rumberas Mayores, es la que tuvo la filmografía más larga. Tras separarse personal y profesionalmente de Orol en 1946, Pons se casó con el cineasta cubano Ramón Pereda. Este se convirtió en su segundo promotor y director de cabecera. La Pons se destacó por moverse en distintos géneros fílmicos, pues además del Cine de Rumberas, también filmó dramas, comedias, cine infantil y de corte ranchero. 

Un aspecto muy singular de su éxito era su forma de bailar, con un movimiento frenético de caderas que hoy haría palidecer a la misma Shakira. La mujer tenía un salero y una gracia pocas veces vista en la gran pantalla. 

Tras casi 30 años de carrera, en 1965, Maritoña se retiró de forma abrupta del cine. Y luego, como una Greta Garbo versión tropical, se mantuvo completamente aislada de la vida pública, encerrada en su casona de las Lomas de Chapultepec hasta su muerte, ocurrida en 2004 por problemas cardíacos.

AMALIA AGUILAR

La llamada “Bomba Atómica” de la rumba nació en Matanzas en 1924. Comenzó su carrera siendo una niña, formando un dueto musical junto a su hermana. Antes de triunfar en el cine, Amalia ya tenía un camino recorrido: triunfó como vedette en centros nocturnos. Fue descubierta en Panamá por el bailarín cubano Julio Richard, quien la llevó a México en 1945. Causó sensación en los centros nocturnos de la Ciudad de México apenas arribó al país y, un año después, ya triunfaba en la gran pantalla. Amalia tuvo oportunidad de hacer carrera en Hollywood, en donde filmó una cinta musical, pero eligió México como su hogar. 

De las Rumberas Mayores, Amalia es la que filmó comedia por excelencia. Su facilidad para este género marcó la diferencia con sus colegas; en cine siempre fue un personaje vivificante. Su participación en el melodrama se limita a unas cinco películas.  

Además, de entre las estrellas del género, es a la que se le percibe una mejor técnica de baile; se notaba su disciplina en la barra.

El matrimonio y la maternidad llevaron a Amalia a retirarse del cine a finales de los años 1950. Durante su retiro, vivió en Perú y se destacó como empresaria. No dejó de dar espectáculos en vivo de manera ocasional y se mantuvo públicamente activa hasta poco antes de su muerte, ocurrida en 2021, a la edad de 97 años.

NINÓN SEVILLA

Ninón Sevilla llegó al mundo en 1929 en La Habana. Para sorpresa de los que conocen su trayecto, en su juventud quiso ser monja misionera. Por suerte, descubrió a tiempo su vocación para el baile. Sevilla llegó a México en 1946 de la mano del director y productor puertorriqueño Fernando El Papi Cortés. Debutó primero como vedette en compañías de teatro musical, en donde fue descubierta por los Hermanos Calderón, dueños de uno de los estudios de cine más importantes del México la época. Bajo el amparo de los Calderón, Sevilla reunió a su alrededor a un equipo fílmico que la llevaría a la gloria. 

El cineasta Alberto Gout y el guionista Álvaro Custodio crearon para ella una serie de guiones que le permitieron lucirse. De ellos sobresale el clásico Aventurera (1950) que, otra vez, muchos consideran la obra cumbre del género. Ninón Sevilla tiene entre su filmografía algunos de los números musicales más extravagantes y vistosos del cine mexicano. Fue quizá la rumbera que logró la mayor proyección internacional al conquistar mercados como Brasil y Francia. En este último país, volvió locos a críticos de cine como Françoise Truffaut, quien veía a la estrella como “algo surrealista”.  

A inicios de los años 1960, Ninón se retiró del cine. No fue hasta la década de 1980 cuando reapareció, primero en cine, y luego en las telenovelas, alejada ya del mito erótico que había encarnado e interpretando a personajes de corte popular, que le acercaron a las nuevas generaciones. Sevilla se mantuvo vigente en televisión hasta poco antes de su muerte, ocurrida en 2015 por problemas cardíacos.

ROSA CARMINA

Rosa Carmina nació en La Habana en 1929. Con solo 16 años de edad, fue descubierta en la Isla por Juan Orol, quien se había separado de María Antonieta Pons y buscaba otra musa cubana para triunfar en el cine mexicano. Cuentan que cuando Orol vio a Rosa quedó impactado. Alta, de rostro muy atractivo, de físico exuberante y de fuerte personalidad, la cubana llegó a México de la mano de Orol y se convirtió en una superestrella. 

Sin dudas, Rosa Carmina es la estrella femenina principal de la filmografía de Orol y su musa más representativa. Por sus colaboraciones en el “universo fílmico oroliano”, se le llamó La reina de los gángsters”. Desde luego, Rosa Carmina también triunfó en el Cine de Rumberas, en el cual impuso su presencia. Su carrera es de una versatilidad pocas veces vista en una actriz en México. Ella filmó prácticamente todos los géneros de la cinematografía (drama, musical, comedia, fantasía, horror, etc.). Además, también fue una importantísima vedette: lograba abarrotar estadios. En total, Rosa Carmina completó más de 40 años de carrera ininterrumpidos. 

Ya en la década de 1980, pasó del cine a las telenovelas, en las cuales tuvo apariciones especiales hasta principios de los años 1990, cuando decidió retirarse del espectáculo. 

Rosa Carmina, conocida también con el mote de Su majestad la rumba” es la única superviviente de las Rumberas Mayores. Hoy día, con más de nueve décadas de vida, radica en España.

MECHE BARBA

Meche Barba nació en Nueva York en 1922, hija de padre de origen catalán y de madre mexicana. Comenzó su carrera siendo niña en las carpas, como se llamaba a los teatros de barrio que florecieron en México entre los años 1920 y 1950. Llegó al cine en los albores de la década de 1940, y se convirtió en rumbera gracias a que Maritoña rechazó una película. Allí comienza el tránsito de Meche Barba en el género. Ella es la única mexicana del grupo de las Rumberas Mayores. Es verdad que bailaba con menos voluptuosidad que sus colegas cubanas, pero tenía una gracia y delicadeza muy singular en sus movimientos. Por su físico, personalidad y estilo, se le llegó a comparar con la estrella estadounidense Rita Hayworth. Además, Barba contaba con dotes histriónicos que sobresalían entre sus compañeras de género. También merece ser recordada como una de las grandes villanas del cine mexicano, pues interpretó en muchas ocasiones a la mujer “perversa y trepadora” que hacía sufrir a los “galanes de barrio” con los que la emparejaban en pantalla.

Tras una década de gloria, en 1954 Meche Barba desaparece abruptamente del cine. Al parecer, una relación extramatrimonial motivó su desaparición de los sets cinematográficos. Tuvieron que pasar 30 años para que Barba, ya en su madurez, se reincorporara al espectáculo, ahora a través de las telenovelas, en donde se mantuvo vigente hasta su muerte, ocurrida en 2000 por problemas respiratorios.

***

El ocaso del Cine de Rumberas, a finales de la década de 1950, coincide también con el auge de nuevos ritmos musicales (como el rocanrol), y con el final de la llamada Época de Oro del Cine mexicano. Pero el final del género y de sus estrellas fue abrupto, sin decadencia. Simplemente desaparecieron de la Gran Pantalla en su mejor momento y se convirtieron, de inmediato, en mitos cinematográficos.

A pesar de que el Cine de Rumberas se considera extinto como género fílmico desde hace siete décadas, sigue acumulando una enorme cantidad de fans y ha alcanzado el estatus de cine de culto. Su tropical esplendor ha inspirado espectáculos de teatro musical recientes y de gran éxito en México (como Aventurera o Perfume de gardenia). Para quien desee conocerlo o disfrutarlo, aquí sigue gracias a internet.

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Luis Miguel Romero Castillo

Periodista, escritor y editor de contenidos. Ha colaborado en medios como Servicio de Agencia, Filmeweb, Ulisex Mgzn y AlejandraBogue.com. Actualmente se desempeña como editor y miembro del equipo de redactores de la multiplataforma LGBT+ Escándala.

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