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‘Servicio necrológico para usted’ en Clermont-Ferrand

El cortometraje documental, escrito y dirigido en Cuba por la realizadora española-mexicana María Salafranca, se ocupa de un matrimonio consagrado a laborar en la funeraria de Bauta durante casi una década.

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El cortometraje documental Servicio necrológico para usted (2024), escrito y dirigido en Cuba por la realizadora española-mexicana María Salafranca, se proyectará durante las sesiones del 47º Festival Internacional de Cortometrajes de Clermont-Ferrand (ISFF), que transcurre del 31 de enero al 8 de febrero de 2025 en esta ciudad francesa.

Gestada por Salafranca en la ciudad de Bauta, en la actual provincia de Artemisa, como ejercicio de clases durante sus estudios en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV), la película continúa, con esta primera presentación de 2025, un fausto recorrido europeo, y particularmente francés. En abril de 2024 tuvo su premier global en el 56º Festival Internacional de Cine Visions du Réel, en Nyon, y luego se exhibió en plazas fílmicas de Grecia –47º Festival Internacional de Cortometrajes Drama, DISFF– en septiembre, y de Alemania –41º Festival de Cine Documental y Video de Kassel, Kasseler Dokfest– en noviembre.

Protagonizado por Maurilio de los Ángeles Placeres González y Fidela Pozos Díaz, matrimonio consagrado a laborar en la funeraria local durante casi una década, respectivamente como chofer y auxiliar, Servicio necrológico para usted forma parte de un particular mapeo fílmico realizado por la directora sobre los territorios de la muerte. Lo completan otras dos obras también concebidas en suelo cubano: Negra sombra (2023), premiada con el Gold Hugo al mejor cortometraje documental en el 60º Festival Internacional de Cine de Chicago, y Compañía (2023), exhibida en la sección joven creación del también francés 7º Festival Internacional de Documentales, FIPADOC, de Biarritz.

El relato de la breve pero ignota Negra sombra, fotografiado y montado por María Salafranca, además de dirigirlo y escribir el guion, se desplaza por entre las tensas densidades de las tinieblas del duelo como cicatriz y obsesión. Está protagonizada por María Yero, cuyo rostro y dolor parecen evocados, o convocados, desde épocas sin tiempo, en vez de haber sido filmados en nuestra contemporaneidad.

La realizadora esculpe todo un túmulo fílmico al dolor y a todas las leyendas humanas que giran alrededor de este profundo sentir humano, por lo que termina prescindiendo de ofrecer informaciones que más que aclarar, contaminarían la pureza de las sensaciones condensadas en el personaje, y la oscuridad casi absoluta que la atavía. Depura el dolor, se concentra en la potencia alegórica, en la universalidad sin épocas.

Compañía diverge de las sendas del dolor del que ha perdido –y se ha extraviado en la pena– para indagar en la ermitaña cotidianidad de un sepulturero exiliado en un cementerio, que se ha convertido en su isla, su hogar y su frágil modo de sustento. Filmado también bajo la luminosidad mortecina de un atardecer perenne –o una noche coagulada en unas primeras horas que rehúyen el envejecimiento y la llegada final de la mañana–, Fidel González Spenck acompaña la final y silenciosa disolución de la carne.

Carente de hogar a causa de la indolencia institucional que ignora su necesidad y derecho a cobijarse bajo un techo digno, Fidel se ha convertido en anómalo residente de la necrópolis. Un ser vivo que habita en el pleno dominio de los muertos. Su respiración ultraja sin intenciones la absoluta quietud del polvo en pleno retorno al polvo.

Servicio necrológico para usted, por su parte, propone un oteo al territorio más liminal de la funeraria. Como espacio de plena transición entre el duelo y el cementerio, podría ubicarse entre Negra sombra y Compañía, si se les asume como estancias de un periplo audiovisual a través del proceso del morir. Este inmueble deviene zona proteica. Aquí los finales transmutan en principios. La terminación de unas vidas determina el inicio del resto de las existencias de otras personas. Es un mundo de adioses, un laboratorio en que se reconfiguran las rutinas, los hábitos y las miradas de quienes permanecen y deben sumar a sus lógicas y rutinas vidas las ausencias de los que parten.

Salafranca prefiere filmar solo la funeraria, casi en estado puro, y no los funerales con sus estelas de sufrimientos. El duelo queda fuera de campo. Los cadáveres ceden espacio a los vivos que dialogan con la muerte de manera cotidiana. La historia es abordada desde una sardónica bondad, quizás inspirada en el cine del austriaco Ulrich Seidl (Import/Export, trilogía Paraíso, Rimini, Sparta), y se deslinda significativamente de los tonos más lóbregos y graves escogidos para estructurar las otras dos películas referidas.

Servicio necrológico para usted también difiere –de manera mucho más drástica– de Negra sombra y Compañía en otro aspecto esencial: la reconcepción y construcción de las relaciones éticas entre la cineasta que filma y los personajes que son filmados; pero que, sobre todo, se saben mirados, registrados, salvaguardados para una inmediatez y una posteridad trascendentes.

Las distancias se diluyen. La verosimilitud de la película no se ancla en la invisibilidad del equipo de realización, como sí sucede en las sobrias concepciones de Negra sombra y Compañía. Es todo lo contrario: el juego de representaciones se trueca en juego de revelaciones. El relato se trenza alrededor del artificio explícito, del hieratismo mutado en desenfado consciente, de la gravedad trocada en sátira a golpe de “chapucería” consciente, de tensar, exagerar y finalmente quebrar límites

Servicio necrológico para usted juega con las formas y los formatos, así como también con los modos de recepción de estos en los diferentes públicos, tal como sucede con el falso documental, que se convierte en una trampa perceptual, develando cómo la concepción común de la verdad “periodística” es un mero constructo. Así, la película está estructurada como una suerte de reportaje televisivo, definido por la gravedad exagerada de los entrevistados, la fotografía funcionalista, el tono didáctico, y sobre todo las pretensiones objetivistas.

Pero Fidela y Maurilio no replican frente a la cámara sus rutinas laborales en la ajada funeraria de Bauta, sino que devienen una suerte de maestros de ceremonias o cicerones (o ambas cosas) que conducen al equipo fílmico a través del espacio en que viven, reinan, laten. Todo marcado por la solemnidad tan ingenua como fresca, de unos seres que parecen ver descorridas las cortinas del anonimato a que sus profesiones, espacios e instrumentos de labor, usualmente se ven condenadas por su entorno.

Los personajes “reverencian” la cámara que los mira y sirve de puente entre ellos y el mundo ancho (y ajeno) que podría notarlos ahora. La consciencia del registro los hace construirse sus mejores imágenes. Pulen sus máscaras sociales, no para mentir o fingir, sino para que sus verdades reluzcan ante los públicos potenciales. Parecen haber pactado con Salafranca la crónica de las aristas más dignas de sus devenires laborales. La película se cimienta por completo en la revelación de este entendimiento, de esta complicidad acerca de las pautas seguidas por toda la puesta en escena de sus “verdades”, que terminan reluciendo mejor a golpe de diversión e ironías.

La película demuestra al final que Fidela y Maurilio no sobreviven, sino que viven con una plenitud discreta que se aleja de cualquier melancólica resignación; o alguna clase de autopercepción vergonzosa por lidiar con este tabú que pende sobre la muerte, sus procesos y sus obreros, consensuado por el grueso de las tradiciones mortuorias cubanas.

El matrimonio emana una auténtica y modesta joie de vivre, que confiere al relato una saludable impronta lúdica, de jocosidad compartida entre Salafranca (y su equipo) y sus personajes. Confabulados todos en este ameno juego de representaciones ya mencionado previamente.

ANTONIO ENRIQUE GONZÁLEZ ROJAS
ANTONIO ENRIQUE GONZÁLEZ ROJAS
Antonio Enrique González Rojas (Cienfuegos, 1981). Periodista y crítico de arte. Textos especializados suyos aparecen en publicaciones como La Gaceta de Cuba, Cine cubano: La pupila insomne, El Caimán Barbudo, Hypermedia Magazine, Altercine (IPS Cuba), Cine Cubano, Esquife, Noticias de Arte Cubano, Bisiesto (Muestra Joven ICAIC), Enfoco (EICTV), la revista del Festival de Cine de La Habana, y otras. Ha sido guionista de varios programas televisivos especializados en audiovisual como Lente Joven, Banda Sonora e íconos del celuloide. Ha integrado jurados de la prensa en eventos como el Festival de Cine de La Habana. Ha publicado libros de ficción y crítica de cine, entre los que se encuentran: Voces en la niebla. Un lustro de cine joven cubano (2010-2015) (Ediciones Claustrofobias, 2016) y Tras el telón de celuloide. Acercamientos al cine cubano (Editorial Primigenios, 2019). Un tercer volumen titulado “Críticas, mentiras y cintas de video” está en proceso de edición.

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