La nación Potemkin que el régimen aspira a mantener está llena de fisuras por las que escapan las historias de un país que se cae a pedazos, y esta oleada represiva contra la prensa independiente es un esfuerzo desesperado por sellarlas.
«El interés de este proyecto se centra en generar una catarsis, un grito, una queja, una denuncia ante el absurdo y la incertidumbre que abruma a una isla».
Las pegó todas, una tras otra, sin bajarle y como quiera. De manos, acostado, en La Habana, en Puerto Rico, en Miami, yendo al gym o metiéndose por noche dos gramos de caspa del diablo. Feliz o deprimido, tierno o feroz, en plan guerrero o en plan santo, abriendo fuego o conciliando. Como le daba la gana.