Esperanza nunca imaginó hacer un dulce de coco con un sobrecito de refresco instantáneo. «Ni en el Período Especial nos faltó con qué endulzar, pero ahora más que nunca hay que estar inventando en este país, donde siempre el azúcar fue el mejor “matahambre”… Ahora las libritas que dan por la libreta apenas alcanzan para el café», dice a El Estornudo, mientras mezcla los ingredientes del postre que prepara para la cena del 24 de diciembre. «Tampoco hay mucho con qué celebrar, pero en mi casa siempre tratamos de que haya una comida decente para la Noche Buena».
También sugiere que sería bueno sembrar caña en cada patio para ver si «levanta» la industria azucarera. «Las veces que mi marido tuvo que ir a cortar y sembrar caña para que ahora haya que usar refresquitos en polvo para hacer un dulce. ¿Quién nos iba a decir que el azúcar también se iba a “perder” de este país? Recuerdo que de niña mi madre cocinaba guarapo para hacer una azúcar rústica para endulzar el café. Creo que hay que volver a esos tiempos, porque… qué más voy a esperar de este gobierno a mis 82 años», comenta Esperanza, residente en la ciudad de Sancti Spíritus.
Durante 2024, ella ha tenido que hacer malabares para poner cada día un plato decoroso sobre la mesa. No solo ha recurrido al refresco instantáneo como endulzante. También aprendió hacer pan casero en la olla freidora de aire, porque el pan de la libreta, dice, «ya no hay quien se lo coma, con la harina de yuca que le echan».
«Los mil y un inventos hemos tenido que hacer para pasar este año. Ellos [el gobierno] no tienen idea de lo que tenemos que hacer cada día. Y el presidente [Miguel Díaz-Canel] pidiendo más “resistencia creativa” . Hasta mi rutina doméstica la tuve que cambiar. Aquí lo mismo cocino a las cuatro de la madrugada que lavo a las diez de la noche. Cuando ponen la luz hay que hacerlo todo corriendo, corriendo… El gas tampoco alcanza. Para ahorrarlo uso electricidad. Me niego a cocinar con leña o carbón. Ya eso es demasiado para mi edad», dice molesta, porque tampoco espera cambios sustanciales para 2025.
Supone que será «más de lo mismo» o «peor aún». Mientras su jubilación sea de mil 500 pesos al mes y los precios sigan igual, para ella no habrá mejoría alguna. «Con esa chequerita qué se podrá hacer», se pregunta Esperanza, justo cuando el gobierno acaba de confirmar, en la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), que dará continuidad al Programa de Estabilización Macroeconómica implementado en 2024, el cual no ha permitido «alcanzar los resultados necesarios», según admitió el primer ministro Manuel Marrero Cruz en el Parlamento y en la última reunión del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
Esperanza desconoce los pormenores de lo que el gobierno «cocina» para 2025. «Con cuatro o cinco horas de luz al día, quién tiene tiempo para ver noticias», dice. Ahora mismo solo le importa el dulce de coco que prepara para la cena familiar de este 24 de diciembre. «Nada de lo que hayan dicho ahí “me entra” a esta altura de mi vida y con tantas crisis que me han pasado por encima del lomo».

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De acuerdo con Marrero Cruz, el gobierno cubano se concentrará para 2025 en la recuperación del Sistema Electroenergético Nacional y en incrementar la producción nacional, incluida la ampliación y consolidación de ofertas de bienes y servicios estatales. Además, se propone implementar un nuevo mecanismo de asignación, gestión y control de las divisas, así como avanzar en el redimensionamiento del mercado cambiario y en la dolarización parcial de la economía.
Como ya resulta habitual, otros objetivos gubernamentales son el perfeccionamiento de la empresa estatal socialista y las unidades presupuestadas; el desarrollo y control del sector no estatal en la vida económica y social del país, y el fortalecimiento administrativo de los municipios. Marrero Cruz dijo que en el nuevo año también será prioritario elevar la calidad de los servicios sociales; proteger a las personas, familias y comunidades en situación de vulnerabilidad; subsidiar a personas y no a productos; prevenir y enfrentar el delito, la corrupción y las indisciplinas sociales, y en general implementar acciones para reducir las desigualdades sociales.
Por su parte, el ministro de Economía y Planificación, Joaquín Alonso Vázquez, aseguró ante la Comisión de Asuntos económicos de la ANPP que el país proyecta para 2025 un crecimiento del uno por ciento en su Producto Interno Bruto (PIB). «Este comportamiento se sustenta en la recuperación del turismo y de los ingresos de los principales rubros exportables, así como en la reanimación de las actividades productivas, agropecuarias e industriales, y en los servicios sociales a la población», explicó el titular, no sin optimismo, y aseguró que el plan para 2025 ha tenido en cuenta las capacidades del país aún por explotar.
Según Alonso Vázquez, esta proyección se basó en el desempeño económico de este 2024, año marcado por un complejo escenario global, así como por desequilibrios macroeconómicos en el país, limitaciones en el balance energético y desastrosos eventos naturales. Por ello, razonó el ministro, no se cumplieron las expectativas en cuanto a exportación de bienes y servicios. Los bienes solo alcanzaron el 92.2 por ciento, mientras que los servicios llegaron al 101.6 por ciento (con mayor incidencia de los servicios médicos; cayeron el turismo y las telecomunicaciones). «Todo eso ha impactado en los ingresos de la economía, con 900 millones menos», afirmó.
No se cumplió lo previsto en la producción agropecuaria, con mayor incidencia en las viandas, las carnes y las hortalizas; la zafra tampoco logró las metas propuestas. Durante el año, no se produjo acero en el país, mientras que rubros como el cemento y la madera solo llegaron, respectivamente, al 43.2 por ciento y al 17.6 por ciento de sus planes.
«En el caso de las importaciones, solo alcanzaron el 82.4 por ciento, concentrándose en alimentos, combustibles, medicamentos e insumos médicos», puntualizó el funcionario, quien reconoció además que a lo largo de 2024 hubo una importante reducción de la generación eléctrica tanto por déficit en la capacidad de generación como por déficit de combustibles.
«Debemos recuperar los servicios turísticos y dinamizar otros servicios profesionales, así como los flujos de inversión extranjera directa. Debemos lograr una mayor captación de remesas y otras fuentes de financiamiento», dijo.
Por otra parte, Alonso Vázquez advirtió que en 2025 se mantendrá la tendencia al alza en los precios de los alimentos en el mercado internacional, y estimó que se erogarán unos mil 200 millones de dólares para la importación de los mismos. De ahí que insistiera en la importancia de incrementar las capacidades productivas para abastecer el mercado nacional. En tal sentido, se proyecta un total de 273 mil millones de pesos para circulación minorista.
Acerca de la inflación dijo que se proyecta continuar desacelerándola, con una estimación de entre un 25 por ciento y un 30 por ciento. Recientemente, la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) informó que la inflación interanual del mercado formal en Cuba fue en noviembre de un 27 por ciento, el valor más bajo en los últimos tres años. En 2023, ese indicador cerró en 31.3 por ciento, y, en 2022, en 39.1 por ciento.
Para 2025, el gobierno cubano también aspira a recibir dos millones 600 mil visitantes internacionales, informó a los parlamentarios el ministro de Turismo, Juan Carlos García Granda. Ello supone 100 mil viajeros menos que lo pronosticado para este 2024, cuando se pretendía superar nuevamente la barrera de los tres millones de visitantes internacionales. De acuerdo con la ONEI, Cuba solo recibió en los diez primeros meses de este año dos millones 490 mil 770 viajeros; una cifra que representa un 96.1 por ciento con respecto a igual período de 2023: es decir, 101 mil 256 visitantes menos.
Otras medidas para 2025 apuntarían a un incremento en las tarifas de internet y en los puntos de peaje, en busca de más divisas, así como a la eliminación de todos los subsidios en la canasta básica. Las autoridades prometieron una vez más, y sin dar detalles, que se introducirá un nuevo régimen cambiario —el actual implica una tasa de cambio fija (1:24 y 1:120)— con «mayor flexibilidad», el cual varíe según las «condiciones de oferta y demanda» y disponga «una tasa al día». Además, acordaron implementar nuevas medidas para actualizar el programa de bancarización, que tampoco arroja los resultados esperados.
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La semana pasada —mientras el gobierno cubano visualizaba el año próximo y admitía el fracaso de sus previsiones para 2024 (un dos por ciento de crecimiento del PIB que los expertos pronto juzgaron infundado)—, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) hizo público su pronóstico para 2025: un decrecimiento de 0.1 por ciento, lo que significaría tres años consecutivos de recesión económica en la isla, tal como hizo notar en X el economista cubano Pedro Monreal.
En su «Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2024», el organismo calculó que Latinoamérica crecerá 2.4 por ciento en 2025. En cuanto al año que concluye, ratificó que las tres economías regionales con un comportamiento recesivo este 2024 son Cuba (-1.0 por ciento), Argentina (-3.2 por ciento) y Haití (-4 por ciento).
El informe de la CEPAL adelantó, igualmente, que «las economías de la región seguirán este año y el próximo sumidas en una trampa de baja capacidad para crecer, con tasas de crecimiento que se mantendrán bajas y con una dinámica de crecimiento que depende del consumo privado, y menos de la inversión».
Por su parte, Monreal insistió en que, «con independencia de lo que se diga y de lo que se haya hecho, en 2024 no se avanzó en reimpulsar la economía ni en la estabilización macroeconómica de Cuba. Hay estanflación y continúa deteriorándose el nivel de vida de los hogares».
A su juicio, resulta evidente que no hay tal reimpulso si la economía ha decrecido en cuatro de los últimos seis años; si el valor a precios constantes del PIB en 2024 fue inferior al de 2019; se han experimentado, como nunca antes, los efectos de un sistema electroenergético totalmente disfuncional; si, además, se admite que «se estropeó la “locomotora” turística debido a que “perdió competitividad”» y, por lo pronto, no hay en el horizonte otra actividad que pueda asumir ese papel de liderazgo.
El economista afirma que no hay estabilización macroeconómica «cuando el déficit presupuestario en 2024 se mantuvo en el rango de 10 a 12 por ciento del PIB, que ha existido en los últimos cuatro años en un nivel que lo hace el segundo mayor déficit fiscal del mundo», o si el Banco Central de Cuba «cubre» con emisión monetaria un déficit fiscal muy alto, a pesar de que esa liquidez monetaria no cuenta con respaldo de oferta de la economía real.
Monreal subraya que «no es posible hablar de estabilización macroeconómica con inflación oficial de dos dígitos». Tampoco, dijo, se avanza en tal sentido cuando «las tasas oficiales de cambio están sobrevaluadas».
«No es cierto que se mantenga “la premisa de no hacer nada que pueda afectar más el nivel de vida de la población” si se ha registrado una compresión rápida y brutal del porciento que representa la remuneración a trabajadores, pasando de 46.3 [por ciento] del PIB en 2020 a 18.8 [por ciento] en 2023», sostuvo Monreal, quien llamó la atención sobre la «notoria incongruencia» que supone declarar «en un mismo discurso» que se habilitarán «esquemas de dolarización parcial» en ciertos rubros y que «se ratifica la política del gobierno de avanzar en la desdolarización de la economía».
El Estornudo consultó a Omar Everleny Pérez Villanueva, asesor académico del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo en Cuba, quien opina el crecimiento del PIB vaticinado oficialmente para 2025 no es más que «una trampa».
«Si tú decreciste en 2023, y en este año vuelves a decrecer, ese uno por ciento no significa nada, porque es como volver a 2022, porque llevas dos años seguidos decreciendo», explica el economista, exdirector del Centro Estudio de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana.
Pérez Villanueva no puede afirmar que haya tocado fondo la crisis general que atraviesa Cuba. Menos aún se arriesga a predecir si 2025 será mejor o peor para los cubanos, tras un 2024 «más que tenso». Adelanta, en cualquier caso, que el nuevo año tampoco irá por el camino de resolver los verdaderos problemas del país.
«La crisis abarcó todos los sectores, incluyendo los que siempre fueron la banderita, el soporte de la revolución, que son la Salud y la Educación», dice sobre el año «terrible» que llega a su fin.
«Cada país trata de demostrar a su imagen los errores. Pero hasta ahora no hay crítica fuerte de lo que pasó este 2024. O sea, yo veo un balance no tan autocrítico, sino muy tenue, porque la situación fue asfixiante, y eso no se plantea con fuerza», considera el experto, muy crítico acerca del balance económico anual presentado por el gobierno. «Dame un número y no me digas más que no se creció en el turismo, que no se creció en la industria azucarera, que no se creció en la producción de níquel o de acero o de carnes o de leche… Un informe tiene que tener números, y los números casi todos están perdidos».
Pérez Villanueva hace hincapié en que «los resultados no se han visto», luego de todas las presuntas «soluciones» planteadas por las autoridades. En la reciente sesión de la Asamblea Nacional, tampoco se hizo pública «ninguna medida concreta para estimular el principal problema que tiene Cuba, que no es el problema cambiario», dice. «El principal problema que tiene Cuba es productivo. Y ahí no vi medidas concretas de exoneración de algo, de permitir importar libremente, de permitir crear nuevas estructuras».
«Aunque ellos [el gobierno] siguen repitiendo que no están persiguiendo a las formas no estatales», argumenta a continuación el investigador cubano, «en la práctica todas las medidas que anuncian van por mayor control, y eso va a llevar a menos fomento de las pequeñas y medianas empresas, que al final son las que pueden salvar a este país, porque la empresa estatal socialista es un fracaso y se ha demostrado durante 65 años».
Pero quizá lo más preocupante sea la creciente desigualdad económica en Cuba. «Diría que hay entre un 25 y 30 por ciento de la población que pasa hambre, por lo que no puede haber más medidas para subir precios. Los cubanos no aguantan más subidas de precios», insiste.
Pérez Villanueva cree firmemente que si no hay medidas que incentiven la productividad en general —que los campesinos, por ejemplo, produzcan todo lo que quieran, sin restricciones, y que ellos mismos pongan sus precios, sin intermediarios estatales— no habrá mejoría alguna en el país.
«Pero el Estado sigue pensando en hacer el mismo papel, sigue en ese error rentista de tratar de ver cómo les saca más a las diferentes formas de propiedad, en vez de buscar variantes para producir más. China y Vietnam lograron resolver ese tema. No es una utopía. Hay que cambiar la mentalidad política, que ha sido la misma en los últimos años. Este país lo que necesita es una reforma integral que ataque los problemas estructurales, pero se sigue trabajando con las coyunturas», concluye el economista.