diciembre 13, 2025

¡Ni en la reunión del Comité Central se permiten críticas!

Las informaciones de la prensa oficialista permiten constatar un mangoneo grosero y evidente del régimen castrocomunista.
IX Pleno del Comité Central del PCC
IX Pleno del Comité Central del PCC (Foto: Cubadebate)

LA HABANA.- Este 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, ha tenido en Cuba unas características peculiares (por decir lo menos). Para empezar, el régimen castrocomunista optó por mantener sitiados a los periodistas independientes y a los activistas prodemocráticos. Esta realidad ha sido informada por diversos medios de la prensa alternativa. Es el caso de este mismo diario digital, sin ir más lejos. Esto, claro, no es nada nuevo en nuestra desdichada Patria.

Lo que sí constituye una innovación —y llamativa, además— fue un reportaje consagrado a la efeméride que transmitió el Noticiero Nacional de Televisión. Esto resulta insólito… ¿Porque acaso vamos a olvidar que hace unos pocos años los vejetes al servicio incondicional del régimen recibieron la orden de vociferar, en los tristemente célebres “actos de repudio”, una consigna descabellada: “¡Abajo los derechos humanos!”? ¡Lo que va de ayer a hoy!

En el ínterin, el diario oficial del único partido, en su portada, publicó un suelto de título atractivo y mentiroso: “Cuba defiende la dignidad plena para todos”. El bajante cita una frase del Apóstol, junto con otra de Fidel Castro que permite aquilatar los extremos de desvergüenza a los que era capaz de llegar este personaje: “La Revolución Cubana se puede sintetizar como una aspiración de justicia social dentro de la más plena libertad y el más absoluto respeto a los derechos humanos”.

Pero lo que ha llevado a este autor a analizar la prensa cubana de esta fecha no es tanto la manipulación descarada que, en el día de su conmemoración, se hace de esos derechos inalienables. Hay otro anuncio que —creo— reviste una importancia aún mayor, y que es recogido en el órgano oficial del castrocomunismo bajo un título conciso: “El XI Pleno del Comité Central del Partido sesionará solo el 13 de diciembre”.

El texto del suelto precisa no solamente esa duración de un solo día; también informa que el evento se celebrará “por medio de videoconferencia”. Como pretexto de la insólita medida se argumenta: “Esta decisión contribuirá a garantizar la mayor permanencia de los principales cuadros en la base, informando, compulsando y gestionando la solución de aquellos problemas que impactan en la calidad de vida del pueblo y en la reducción de gastos financieros y materiales”.

Quien esté interesado en resaltar los costurones de esos groseros planteamientos demagógicos no confrontará dificultad alguna. Miren que expresar preocupación por “la reducción de gastos” (los que ocasionarían algunas decenas de viajes interprovinciales)… y que lo hagan, además, cuando una semana sí y otra también nos enteramos de los vuelos internacionales —esos sí costosos— en primera clase que realizan los mayimbes de turno.

Pero que, además, esos jerarcas no los realizan solos. Pues en el caso del señor “Sin-Casa”, aparte de una bien nutrida comitiva, lo normal es que lo acompañe su esposa (que no es “Primera Dama”, según ha dicho y reconocido él mismo), pero que viaja y se comporta como si lo fuera, además de hacer ostentación de ropas y otros artículos de marcas reconocidas que —como todos sabemos— son carísimos.

O ya que se preocupan por los gastos que puedan ocasionar unos pocos periplos dentro de la misma Cuba, ¿por qué no piensan en poner coto a los que de manera sistemática realiza el nieto de Raúl Castro a Panamá? Ese personaje —más conocido como “el Cangrejo”— realizó 25 viajes a Panamá en jet privado en menos de dos años. O sea: un promedio de más de uno por mes. Y esos “gastos financieros y materiales” no preocupan a los jefes de La Habana.

Desde luego que el otro pretexto invocado para justificar el carácter no presencial del importante evento es aún más endeble. Quieren hacernos creer que los jefes regionales —que se pasan meses en las localidades en las que radican sin resolver absolutamente nada— pudieran verse impedidos de resolver algún asunto puntual de su territorio por pasarse un par de días en la capital. Uno no atina a definir a quién considerar más estúpido: si al mayimbe que ideó ese alegato primitivo o a los cubanos de a pie que se supone que estén dispuestos a aceptarlo por bueno.

Creo que la realidad dista mil millas de los pretextos invocados en el aludido anuncio oficial. La cosa, pienso, es mucho más grave y sórdida: la claque dirigente está consciente de su absoluta inoperancia al frente de los destinos del país (no hace falta ser un genio para comprenderlo). Y es razonable esperar que, en determinado momento, en el Comité Central aparezcan determinados miembros dispuestos a criticar a la actual dirigencia.

Pero desde luego que un evento que se celebra mediante una videoconferencia está sujeto a todas las manipulaciones que deseen hacer los jefes. Esto incluye posibles caídas de la conexión orquestadas por los empleados nombrados por esos mismos jerarcas cuando alguien comienza a plantear algo que “no conviene”. Este modus operandi permitiría impedir que eventuales críticos desarrollaran cualquier hipotético argumento dirigido contra la inoperante dirigencia.

Entonces no corresponde que aceptemos como buena la supuesta preocupación de los mayimbes comunistas por reducir los gastos de transporte o viabilizar la solución de problemas locales que llevan meses sin resolverse. No: lo que existe en realidad es el terror a que, en el seno del órgano permanente supremo de su único partido —el Comité Central— surja alguna voz discrepante que podría conducir a cambios en la dirigencia o, al menos, a erosionar siquiera en parte el control absoluto que parece mantener el actual equipo dirigente.

O sea: que la manipulación descarada de los actuales mayimbes se hará extensiva también al órgano al cual se supone que todos deban acatamiento —el Comité Central—. Lo otro son cuentos de camino. Allá quien se los quiera creer.

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Hipólito Echegoyen

Periodista independiente radicado en Cuba.