Presentación
Charles Bernstein nació en Nueva York en 1950, ciudad donde fundó y codirigió la revista L=A=N=G=U=A=G=E, quizás la publicación más influyente de poesía experimental del último medio siglo. Poeta, ensayista, guionista y traductor; con sobre cincuenta libros, es el principal teórico de los denominados language poets.
Influenciado por los proyectivistas de la Black Mountain College (Olson, Duncan, Creeley), objetivistas (Reznikoff, Oppen) y beat; es, a su vez, el antecedente más directo para la poesía conceptual. Este carácter de gozne dentro de la tradición de la vanguardia estadounidense me parece uno de los mayores atractivos de su obra –además del humor y la apropiación de las jergas de la publicidad, la política y la prensa–, pues seduce desde el uso y cuestionamiento en partes iguales de una comunicabilidad no exenta de lirismo, que lo antecede, y una aplicación dogmática de la imposibilidad de decir, donde el poema ya no es un vehículo de la expresión humana sino solo una construcción del lenguaje. A la manera de Gertrude Stein, Bernstein presta más atención al método con que hace el poema que a su resultado, bajo la premisa de que la materialidad y sonoridad de las palabras no tiene una relación necesaria con la realidad. Desplaza así el rol principal desde el hablante hacia el lector, activo en el proceso de constituir los sentidos del poema.
Bernstein llama a los suyos “poemas impermeables”, opacos en razón del artificio y la digresión; en oposición a los poemas absorbentes, que, a su juicio, generan un estado hipnótico gracias al realismo, la transparencia y la continuidad, entre otras trampas. Un poema convencional sería como un bebé, que cautiva toda nuestra atención sin darnos nada a cambio. Uno lleno de recovecos, aparte de cumplir con el deber de despertarnos de la hipnosis, cuando ilumina lo hace con más intensidad que el sol de mediodía. Como corresponde a un traductor en rima de los románticos franceses, cuya obra es cada vez más narrativa, Bernstein se cree su propio discurso a medias. Expongo aquí nueve poemas extraordinarios que dan cuenta de esta tensión, en orden cronológico inverso al de cuando fueron publicados.
Nueve poemas de Charles Bernstein
Quimera
Anochecía y la encontré callada
de súbito le pude dar captura
se alborotó y chilló desesperada
mas yo era un joven de cabeza dura.
Cuchareé y luego la ahuequé en mi mano
para que nunca más sufriera daño
rápidamente tuve que soltarla
no debía ser mía ni guardarla.
Recolecto cuerdas desde ese día
para atarlas y pegarlas en rimas
lo asumí, las canciones nunca amarran
sombras brillosas a su suerte echadas.
Gracias por dar las gracias
Este es un poema
totalmente accesible.
No hay nada
en este poema
que sea en modo
alguno difícil
de entender.
Todas las palabras
son simples &
van al grano.
No hay conceptos
nuevos, ni
teorías, ni
ideas confusas.
Este poema
no tiene pretensiones
intelectuales. Es
pura emoción.
Expresa por completo
los sentimientos del
autor: mis sentimientos,
la persona que ahora
te habla.
Solo le importa
comunicarse.
De corazón a corazón.
Este poema te aprecia
& valora como
lector. Celebra
el triunfo
de la imaginación
humana sobre
los obstáculos &
las desgracias. Este poema
tiene 90 líneas,
269 palabras y
más sílabas de
las que tengo tiempo
de contar. Cada línea,
palabra & sílaba
ha sido elegida
para transmitir solo el
sentido deseado
& nada más.
Este poema renuncia
a la opacidad & al enigma.
No esconde
nada. Cien
lectores podrían
leer el poema
de manera
idéntica & entender
el mismo
mensaje. Este
poema, como todos
los buenos poemas, cuenta
una historia con un estilo
directo que jamás
deja dudas
al lector. Aunque
a ratos expresa
amargura, rabia,
resentimiento, xenofobia
& un dejo de racismo, en
el fondo su ánimo es
positivo. Encuentra
alegría incluso en
esos momentos maliciosos
de la vida que
comparte contigo.
Este poema
representa la esperanza
en una poesía
que no le dé
la espalda al
público, que
no se piense
mejor que su lector,
que se comprometa
con la poesía como una
forma popular, como encumbrar
volantines o pescar con
mosca. Este poema
no pertenece a ninguna
escuela ni obedece
a un dogma. No sigue
la moda. Dice
solo lo que
dice. Es
real.
Esta línea
Esta línea está despojada de emoción.
Esta línea no es más que una
ilustración de una teoría
europea. Esta línea carece
de sujeto. Esta línea
no hace referencia a nada
fuera de su contexto en
esta línea. Esta línea
trata solo sobre sí misma.
Esta línea no tiene significado:
sus palabras son imaginarias, sus
sonidos inaudibles. Esta línea
no se preocupa de sí misma ni de
nadie más —es indiferente,
impersonal, fría, poco atractiva.
Esta línea es elitista, requiere,
para comprenderla, años de estudio
en bibliotecas atrofiantes, tragarse
tratados esotéricos sobre
temas imposibles de pronunciar.
Esta línea rechaza la realidad.
Estimado Sr. Fanelli:
Vi su foto
en la estación de la calle
79. Usted dice
que le interesa
cualquier comentario
que yo tenga sobre el
estado de
la estación, Sr. Fanelli,
hay un montón
de basura en la estación
de la calle 79 que hace
desagradable esperar
allí más de unos
minutos. Le podrían
echar una manito de pintura
a la estación y quizás
altoparlantes nuevos
para que se entiendan
los avisos de retrasos
que transmiten
siempre. Sr.
Fanelli —hay un montón
de gente durmiendo
en la estación de la calle 79
& me pone triste
cuando pienso que no tienen
un hogar. Sr.
Fanelli, ¿cree usted
que pueda encontrarles un
lugar más cómodo para
que descansen? Es bien ruidoso
el metro, especialmente
esos trenes expresos
que pasan como bólidos a cada
rato, claro que solo cuando
funcionan.
Debo confesarle, Sr. Fanelli, que
pienso que la estación de la calle 79
está en pésimas condiciones
& a veces de noche
cuando me doy vueltas en la cama
pienso que el mundo
tampoco va tan
bien & me
pregunto qué sucederá,
hacia dónde apuntan
nuestras cabezas, si es que
apuntan a algún lado, si
acaso tenemos cabezas. Sr.
Fanelli, ¿cree usted que
podríamos empezar
con la estación de la calle
79 & hacer lo
que podamos con eso,
entonces quizás podríamos,
usted sabe, supongo, avanzar
desde ahí? Sr.
Fanelli, cuando vi su
foto & el cartel
pidiendo recomendaciones
pensé, si
usted de verdad quería
llegar al fondo
de lo que está mal
quizás era mi obligación
escribirle: quizás
usted no ha entrado nunca
a la estación de la calle 79
porque está demasiado ocupado
en la administración de las estaciones
de la calle 72 & la 66,
quizás no conozca
los problemas que tenemos
en la 79 —me refiero
a la mugre & los usuales
retrasos & la impresión
de absoluta tristeza que
impregna el lugar. Sr.
Fanelli, ¿ha leído
hasta aquí mi carta
o recibe
tantas por día
que no tiene
tiempo para darle
a cada una la atención
que se merece? ¿O soy
acaso la única persona
que aceptó su invitación
a contactarlo &
usted no tiene experiencia
suficiente para saber qué
responder? Lamento
que no pueda obtener su atención
Sr. Fanelli porque de verdad
creo que si usted pide
comentarios entonces
debería estar dispuesto
a actuar en consecuencia —aun
si debería es una palabra
demasiado grande para tirarle
a estas alturas.
Sr. Fanelli
espero que no
piense que soy grosero
si le hago una
pregunta personal. ¿Sale
de la oficina
a veces?
¿Va al cine
o prefiere
los deportes —o quizás
las noches tranquilas en el
restorán del barrio? ¿Lee
algo, Sr. Fanelli?
No me refiero solo
a Gibbons y cosas
así, sino a la filosofía—
¿ha leído algo
de Hannah Arendt o
prefiere
una perspectiva
más ideológica?
Creo que si yo supiera
de dónde viene usted,
Sr. Fanelli, podría escribirle
de un modo más convincente,
más persuasivo. Sr.
Fanelli, ¿sale
alguna vez de la ciudad —digo
hasta Bear
Mountain o a
Montauk? Digo, ¿nota
usted lo desagradable
que es el aire en la estación
de la calle 79 —que
no vendría mal un poco de aire
acondicionado o un sistema
de filtrado allá abajo? Sr.
Fanelli, ¿cree
que sería posible
juntarnos
y que conversemos en
persona de estas
cosas? Me quedan
un par de puntos
que quisiera repasar
con usted si tuviera
la oportunidad. Cosas
que quisiera contarle
pero que soy
reacio a
poner por escrito.
Sr. Fanelli, no me
he sentido bien
últimamente y pensé
que conocernos en persona
podría mejorar
mi humor, podría ponerme
en un nuevo estado
de ánimo. ¿Y si
almorzamos juntos?
¿O quizás después del trabajo?
Piénselo, Sr.
Fanelli.
El lenguaje de quién
¿Quién va en primera? El polvo desciende mientras
el tragaluz se derrumba. Se cierra
la puerta en un sueño de endeudamiento y
denuncia (a tomarse las plazas),
anhelando un ambiente (ambivalencia) congelado
(prosaico). Puertas donde dejarse caer, campanas
por desempolvar, matices para circunscribir.
Solo lo real es real: la niña
que chilla “¡Bebé! Bebé!”
pero olvida mirarse en el espejo
—de un… No importa
realmente de quién, solo el nombramiento
para un desfile chueco y descuidado.
Mi cara se convierte en vidrio, al fin.
La autonomía es un peligro
Odio el artificio. Todos esos
artilugios tantos obstáculos
contra lo que no puede discutirse
de otro modo, tanto lo que parece
parecido en una jalea de
retorcijones. La poesía me asusta. Me
refiero a su anonimato virtual
(o de ventrílocuo) —sin protección, sin
bastión que acompañe su omnipresente
falta de propósito, su aceleración
en aumento hacia algo que puede o
no inflarse. Los ojos exigen
el conteo, el ninguna parte visto en todas partes
la controlada falta de voz de la que todos se agarran
para sacar un pedazo. Tiembla
todo lo que quieras no hará
que venga más rápido
dure más: la bomba
que no se bota.
Disrafia
¿Entró un chiflón justo cuando te levantaste o me
protegías de él? Sentí la reducción
de imperativos, la ola de desvíos, el ruido
de sables de la inversión. Prendido y sin
tener adónde ir. Cegado por la avenida y lleno de
adyacencia. Arco o arqueado. Se convierte en botellas,
conductores silenciosos, ilustradas propensiones a
los estándares engreídos. Moroso o comatoso. “La vida es lo
que encuentras, la existencia es lo que repudias”. Un buen
ejemplo de esto es ‘Papá clava disco’. A veces algo anula;
en la mayoría de los casos, esto no es más que un salón.
Ningún lugar adónde ir si no es pianísimo (la protección de
un mercado que se dispara). “Ma siempre lo prepara tal
como lo como”. O aquí se valoriza lo que parece
desalentar a otro. ¡Sin excusas! ¡No puedes ver deportes
sobre hielo con las luces prendidas! Anormal retención de líquidos,
inundación inveterada. Sin duda tan porfiado como
pero sin su encanto. Sin identificación, solo
restitución. Mas nosotros le hemos obligado a esta oferta,
que nace de la astucia, no del afecto. “Llena
los vasos de agua —pregúntale a cada uno
si quiere
más café, etc.”. El sueño
del contenido. El
viaje es
largo, las
recompensas triviales. Difamadas heráldicamente.
Sigue —está— conseguido. Lo mejor
de saquearlas: gárgolas. O es un deseo fingido
que rebote en los resortes para cantar contentos
a granel. “Levanta toda la mesa salvo el agua,
el vino, y los ceniceros; usa un plato aparte para
sacar la sal & pimienta”. Ignorante
confronto, perplejo ante
me pongo de pie. Necesitamos
mencionar que esta es
adecuada para todo tipo de ojos y que se aplica apenas
en su nivel más básico y
rudimentario. Es algo
que me acomoda y que también
me tienta y satisface.
El cuento del pilar: una nueva visión de sociedad.
Pero no le hagas caso a la pera que sopla en tu
cerebro. El veneno de Dios es el concepto de
la falta de concepto —respiración anaeróbica.
Nada menos se sacrifica ni más se deja vacante —el vuelo
de la tentación es siempre a
beacon’s hill— el pozo minero
del alma.
Ve rasgueo eterno. No hay nunca anul-
ación, solo abreviación. La Aurora Boreal es
el sótano con paneles del universo. El regocijo
de ser agitado. El deleite del
miedo al frente. Brochazos
en los canales de…, manchas en
cilicio. “A la gente como tú no le hace falta
plata —engendras desprecio”. De algún modo esos
oasis tóxicos. Este crecimiento de condes, como en un mal
día, gorgoteando arbóreamente. Zapatos que
sacuden. Te
daría mi mono, mi serenata, mi bolsa de compras;
pero necesitas constancia, no pesos. Quien
eligiendo la suma total rechaza el pozo, un rayo de
bocací. O ellos
con lo de ellos, tú
con lo tuyo. Otro
disparo, otro paro —muerto
como parqué. Perdón por mi desvarío: breve
parada. “Rellena la fuente y dale a
todos”. Un
sonido es una suma —un cinto
de serafines. Telar aburrido.
La extensión nunca es más que una forma del contenido. “Sé
cómo te sientes, Joe. A nadie le gusta admitir
que su chica es tan inteligente”. “Siento como sabes,
Joe, le gusta a nadie que tan inteligente es chica su admitir”.
Un tipo de especie vacilante —por la tubería, mojado en
la tina, una carrera de las escaleras. ¡Deberías disparar! Pero
cuando me haya alineado. Magistralmente calmo y pomposo.
¡Pon pozo! Un lavado
de lamento (el mundialismo del
remolino). O: “Lindo estar aquí con cualquiera”. Los lapsus
encuentran las más infatigables invaginaciones, réquiems
subrepticios.
Ante el exceso, seguro hay rosca.
Si no —moscas,
quejas del detergente, sicosis del engaño. Hagamos:
partición de la petulancia, asar
los atrasos, socorrer lo sagrado. “Si no le sigues el ritmo
a la cultura, la cultura lo hará
por ti”. Dosis sacras, de algún modo
hospitalarias. El hilo
hila los hilos, como
zorzal. Casete trombolítico. “Mientras sucede todo esto,
un joven Sir Francis Rose —pintor de dudoso
talento auspiciado por Gertrude Stein en la última década
de su vida— aparece de la nada con una
pintura”. Si te metes con él te metes
con una metáfora. “Es
un paquete realista, es un
paquete negociable, no
es un paquete final”. La labia
del global, quizás: siempre hay algo que
gotea.
Parecemos recauchar la misma llanta
una y otra vez, sin tracción adicional. Aquí
hay cristales adicionales —opcionales. Muy ocupado
ahora reordeno y en efecto, extrañamente, lo sumé
a la proporción divisoria, como dirías. O solo
choco contra, devuelvo a todos.
La realidad siempre es más verde
cuando no la has visto.
En todo caso, solo seguir y estar donde no estuviste o no pudiste
estar antes —pasos, ventanas, rampas. Dejar
que el resto más que disolverse
se mezcle en el horizonte de la distracción, la distensión
buscada como un suelo al cual volver
(un lugar donde prohibir goteras). Es decir,
la vacunación de emisarios cobaltos preñados
de exasperación bivalente, protuberantes de materia inerte.
No puedo sino oscilar, ilusionado a mi manera. Tal vez
presagiar, tardarme. Las botas de goma, p. ej.,
se botaron; pero estás aquí. Catexis efímera, la angustia
del Doppler. Y después se nos enciende
la ampolleta a todos. “Así que creo
que debemos subrayar en alguna parte que es realmente
un trabajo en equipo”. Molesto
con los motines. Lo que
no conoce escansión admite
expansión: hojas de té dejan
señuelos
para la fortuna más gruesa —el aguanieve
de la tarde, la mañana y su repetición. Prosa,
posa— implacable
peletero.
Poema, cromo. “No
me gusta cómo piensas”:
está muy mal gastar una mente.
Esto es, la prosa empieza con el mundo
y busca las palabras que combinen; la poesía empieza
con las palabras y halla el mundo en ellas. “Trae
sopa —bien caliente”. “No
pudiste escapar de donde
las papas queman”. El silencio
también puede ser una herramienta
pero es rara vez tan efectiva como la ceguera.
Su cuartel, y heredero de su corazón, florecido
por su flautín, hace el frenado propósito de perseguir
olas de ceños desfruncidos, y, comprimido en esta formación,
los locos lo comparan con un montón cansado y flojo.
El dominio demanda distracciones —los ponis del
circo en el matadero. Reforzado
por la armonía, aporreado por la decoración
el cirujano del sueño cojea tres pasos hacia adelante, dos
pasos hacia el lado. “En aquel entonces no tenías que
gritar para que te encontraran expresivo”. Uno tras otro
los pies de barro son pulidos, las penas retenidas.
Las flotas de ferry, felices por siempre.
En la farándula saben lo que los luchadores desean:
ganar la guerra y volver a casa.
La niña torte
La poesía es como un desmayo, con esta diferencia:
te devuelve el sentido. Pero sus
parábolas no son únicas. El humo del
bote hace que los hombres bromeen. No
gimnástico: pirotécnico. La continuidad
de una sonrisa —irónica, perfumada. No esto
se vuelva frutal con tanto cambio
alrededor. El sentido de la variedad: pánico. Como
mi ojo queda a cargo desde el antejardín,
en tres pasos. Mirada ociosa —años
en la ventana. No la clarividencia,
predicciones, descifrar —promulgar. Analíticamente,
p. ej., sin pensarlo. Empecemos a empujar e inducir
juntos. O me origino en esta
ocurrencia, me inclino, me encorvo. La
voz interior y protestante, pide
que esto se pastoree, para coronar
la expresión del momento. Capaz de ser
la coartada (contigüidad del vacío). ¿O
crees que puedes comunicarte
telepáticamente? Verena leyó la epístola
con mucha consideración. Si no hemos
de ser charlatanes, debemos sentarnos
y seguir los pasos que le darán
vida a estas políticas. Titubeé torpemente
con los demás —las evocaciones, explicaciones,
las glosas de “realidad” parecían estirarla
para cubrir el suelo más que para hacer
o nombrar o violar algo.
“Pero la más hermosa
de todas las dudas se da cuando los oprimidos
y desesperados levantan la cabeza y
dejan de creer en la fuerza de sus opresores”.
Que a uno lo acribillen esos suspiros: una noble figura
en un hall extirpado.
“Esta es solo una pequeña nota
para decirles que fue agradable trabajar con
todos ustedes. Ha sido una experiencia
gratificante en muchos aspectos. Si bien
aguardo con ansias y gran expectación
mi nuevo cargo, nunca olvidaré
los días que pasé aquí. Fue como
un segundo hogar, todos fueron
tan cálidos y amistosos. Por siempre
los recordaré en mis oraciones, y les
deseo lo mejor para el futuro”. Las preocupaciones
surgen de inmediato: encauzar, deducir
de su mirada. Aburrido como ostra
en el bus. Realmente cualquiera que quieras
ir a mezclarse en mí. Bajón lujoso.
A medida que se vuelve evidente. Solo que pensé.
Contracción que para ti quizás una
idealización. Acaso he mantenido. Pero ese
punto es —¿tal reparación de carreteras no
junta, qué?, este par de años deben
admitir la falta de esperanza, como si la
callada grosería pudiera separarnos. &
tal vez la rabia sea mejor que la explicación.
Cuando en tiendas o familias en comparada.
Lo que suma resume. El descargo
enciende qué con comienzo. Ése es
quizás el primer paso, el particular. Digo
que siento que debo y un tiempo breve
puedo solo mirar para ver una cantidad
constante de criticismo astuto cualesquiera
ocasiones haciendo caso omiso para los giros
de la comparación a favor de lo intrínseco en eso
o en lo que ya hice pese a estar en contra
de los procedimientos consiguientes de la reacción.
Pero llegaste al punto en que empezaste
a mencionarme como si casi pudieras
culparme como si fueras a
usar pudo en principio volverse propulsión
para que la afinidad se tuviera a sí misma. Ella
se vuelve loca. Ah se asienta, ella
asienta los cuajados, destraba los pestillos,
pero yo, que prefiero la escotilla…
Cuando apalea, entumece, las luces
en el canasto, portátil. Fumada & finge
—tu grosería se resume en que no
se note, p. ej., estoy en otra escala
de la juerga. Estar de reemplazo
para cierta cantidad de forros. Tubos de confusión.
Pasear por la playa es andar
en compañía de asalariados y
desempleados en la vía pública, pero
dirigir una mirada sobre esto desde una posición
ventajosa a la vez cómoda y elevada es entrar
en el espacio burgués; aquí la ventaja y la mirada
se vuelven consumibles. No puedo describir
lo insultado que me sentí, es una crueldad
que no es que no supiera que tenías
sino que jamás pensé que emplearías en mi
contra. Cuando dejas de actuar de buena
fe cualquier residuo de la relación
se torna desagradable y las rebajas
gratuitas amputan aquello de lo que no puedo
definir las circunferencias necesariamente. “Hay un par
de llamadas en la cuenta de junio
que no he podido comprobar. Creemos
que esas llamadas las hizo S——
O—— que no está más en
este proyecto. Suponemos que esas llamadas
están relacionadas con el programa pese a que ella
no llevó registro de las llamadas de larga
distancia como se ordenó en la circular
del 11 de marzo de 1980”. Se necesita
más que un por favor para notar la absolución
del engendro desafiante. Pero tu carta
no analiza su punto de vista ni sirve a nuestra propia
resolución. Poca atención a las manifestaciones
sectoriales, o a las agitaciones de las multitudes
internas. Satisfecho con cumplir o no cumplir
lo que incrusta nerviosos ajustes
ulteriores. “El Bien es
por el hecho de mi voluntad, y fuera
de mi voluntad, no existe”.
“No hay documento alguno de la civilización
que no sea al mismo tiempo un
documento de la barbarie”. Pestilencia de gamuza azul.
Ligaduras de basuras. La historia y la civilización
representadas como aura —montones
de desechos fundados en la ley y la mitología
cuyas bases se encuentran en la violencia, la liberación
de ella un momento mesiánico
en que la historia misma es derrotada.
Por eso me deja perplejo
tu sorpresa, aunque obviamente
sorprende ver que los contextos cambiaron
que te hayan hecho eso y
sin que te enteraras. El Ideal
se fue en picada y vuelve a subir. “Con verdadero
esfuerzo, pueden obtenerse auténticos
beneficios tributarios”. Un estado
maníaco de gracia negligente. Gigantes de mylar
zigzaguean mezquinamente. Auto chocado;
cámara robada; sombrero perdido; se acaba la
plata, escribe por plata, la plata no llega.
Larga interrupción mientras converso con mujer
casi todo el camino de vuelta —una corredora,
muy simpática. Me bajo en Boston y
todo parece volverse loco.
Todos los llegan donde
cabeza redonda orejas de perro
lo claro para tratar
olvida los asuntos de los temblores
dirige los vestigios para mantenerse
estos años después de todo
la niebla recomienda en discurso
Como si de sus mismas raíces los árboles nos agarraran
Es raro recordar una visita, no fue hace mucho tiempo,
la verdad, pero ahora parece al fin, pasada. Siempre, es algo
obvio supongo, asombrado por
ese ciclo: primero esperas una cosa & parece
tan lejana, puedes sentir el peso de la distancia
que cuelga sobre ti, & luego está allí —ese
punto —cualquiera— que, ahora, mientras
sucede, parece escurrirse constantemente,
“como la arena entre los dedos en una película antigua”, hasta
que solo lo puedes mirar atrás, & sin embargo te quedas allí, con la vista clavada
en tus pensamientos de la ventana frente al fuego en que te encontrabas antes.
Hemos repasado esto mil veces: & acá de nuevo, rastreamos el mismo
sector de la playa o del tiro del pantalón para eso —no estoy
seguro ya de cuándo o dónde exactamente— “& sin embargo” observar más de cerca,
con lo infructuoso que es en términos de resultados tangibles,
parece tan necesario.
La esperanza que, en todo caso, no es más que un yeso del pensamiento
proyectado hacia afuera, “buscando agarrarse” de alguna parte—
qué puedo decir aquí —que el alivio
o la dificultad de tales recuerdos no descarta
“esa necesidad más dura” de seguir siempre en
un nuevo lugar, bajo circunstancias distintas:
& sin embargo no parece que hayamos cambiado, es
como si los años pasados fueran
apenas material de archivo, “pero si los hechos
reales se supieran” seguimos dando vueltas a
lo que parece que pasó recién, pero que,
“por registro del contador” ocurrió hace años
ya. Años. Casi no parece posible,
ha pasado tan poco, realmente.
Nos apoyamos hora a hora
en la espera que pronto ya no quede
nada por hacer. “Llévate un sándwich
& comemos más tarde”. Por supuesto
que las expectativas convienen, responsables
en parte, de cualquier actividad
que organicemos. Siempre el revuelo por qué hora
es, incapaces de vivir en ella….
“Quizás tengamos mejor vista desde
arriba”. Pero, por supuesto, en ese sentido, las vistas no
mejoran. “En el momento presente” (si pudiéramos verlo
siquiera, lo que, para comenzar, significa la reducción
de las expectativas) cuanto nos rodea resuelve
cualquier necesidad de “progresión”.
Así que más de estos trazados, como si por arte de magia
de las propiedades fonéticas de estos garabatos…. O
acaso eso solo mistifique el “poder” de la “presencia” que es
también, un modo de postergación.