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El reinado de José Luis Jiménez según Vismán Pacheco. O viceversa

El cineasta dominicano José Luis Jiménez conversa sobre 'El reinado de Antoine', un corto documental filmado en Cuba con el que ganó el Nest, la competición internacional de cortometrajes de estudiantes de cine del 72 Festival de San Sebastián.

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Tenía que buscar una historia, un personaje, algo, pero no quería moverse del banco del parquecito del pueblo. El peso con el qué llegó a Bauta José Luis Jiménez (La Romana, Republica Dominicana, 1993) para filmar un ejercicio de la Escuela de cine de San Antonio (EICTV) lo mantenía inmóvil. Un muchacho comenzó casi que, a asediarlo, a pedirle un poco dinero, a ofrecerle una vuelta en bicitaxi, le decía cosas inventadas, que era director de teatro, un niño superdotado, aparentó un desmayo y se agarró de una reja, pero nada inmutaba a José Luis, hasta que le contó un relato, su relato, el relato. Y comenzó entonces la (de)construcción de El reinado de Antoine, la puerta de escape, la burbuja delirante para salir de los problemas familiares, de la dificultad de su vida cotidiana que Vismán Pacheco encontró un día.

Y en esa búsqueda halló a alguien también necesitado de la puerta de escape, de la burbuja delirante para salirse por unos instantes del dolor. Así, como un rostro del reverso, nació la obra que ganó Nest, la competición internacional de cortometrajes de estudiantes de cine del 72 Festival de San Sebastián. El jurado ha dicho que su director los ha transportado a un territorio reflexivo y quijotesco con su película. “A través de imágenes inteligentes y con una precisión muy delicada nos invita a ser parte de la imposible disociación entre el cine y la vida, la realidad y la ficción, formas de representación de lo vivo y la potencia del lenguaje cinematográfico.” Y es que esta película es una representación de la representación, una verdad que parece una mentira, una paradoja cinematográfica.

“Nos hemos dado cuenta que la democracia no sirve de nada”, repite Visman mientras le indica cómo moverse a uno de sus actores. Esto es una falsa ficción donde Visman desarrolla su épico relato a la vez que tiene que cuidar a su padre discapacitado o lidiar con la tensa relación con el hermano. En cierta forma su reinado se materializa.

Premiado también en el Festival de Kuntz en Hamburgo, Alemania, en junio pasado, José Luis ahora le vuelve a dedicar el galardón a Visman, por recordarle la fortaleza que posee el acto de contar historias, por moverlo. En un banco del lobby del hotel de Tabakalera, en el mismo edificio donde se proyectó El reinado de Antoine, conversamos entre los equipajes de él y de Isaac Fabricio, el fotógrafo de la película. Falta una noche para que termine el festival, pero San Sebastián no cree en premios… Dale pa allá…

¿Crees que te mereces el premio?

Uno no se lo espera. Estas secciones son un proceso de disfrute, podemos conocer personas, películas. Uno no está pensando tanto en ganar. Y cuando pasa te quedas como: ¿qué digo?

Yo creo que la peli se lo merece, sí. Igual pienso que para mí ha sido complejo que el arte entre en este contexto de competencia. El arte no debería competir. Lo chulo sería que fueran muestras. Algo muy lindo es que en el Festival hay una gran variedad en esta sección Nest. Cada uno con formato muy distinto, con modelo de producción muy distinto. Y uno se pregunta por la competencia. Pienso eso por encima de todo, pero creo que la película lo merece por lo que se filma, por la persona con la que se trabajó, que creo que se le da una visibilidad importante que es lo que buscamos cuando hacemos este tipo de trabajo.

¿Cómo reaccionaría Visman?

Uff, él es tan impredecible… Él se vive la movie de que es un gran actor, director, y de una forma u otra lo es. No sé cómo reaccionaría. Es un poco escéptico con esta cosa de cuando la peli sale y no sale él, por ejemplo.

Ha participado en dos festivales y ha ganado dos premios…

En Hamburgo era otro tipo de formato. Especializado en cortometraje. Había una competencia oficial. Mucho más abierta. Un programa muy amplio y heterogéneo. A mí me asombro mucho la recepción que tuvo en Alemania. Para mí era una curiosidad en un país como tan lejano a Cuba, como iban a recibir este relato, los personajes. Se hicieron 6 proyecciones de 2 que en un inicio iba a tener. Se compraron screenings para otras sesiones. Estuve presente en todos los Q&A y la gente reaccionaba mucho. Cada festival tiene sus modus operandi y proyecciones, pero en ambos tuvo buena acogida. Se valoró el dispositivo, los personajes.

¿Háblame del dilema ético que supone mostrar y trabajar con estos personajes en situación de vulnerabilidad?

Cuando se trabaja con este tipo de persona –y con cualquier sujeto que uno enciende una cámara– siempre la ética es fundamental. En este caso específico nos cuestionamos mucho. Estuvimos muy pendientes. Son unos chicos que viven en un contexto tan desfavorecido, deplorable, marginalizado, que es muy fácil rayar en la pornomiseria. También están las mismas condiciones psicológicas de los personajes y cómo cuidarlos. Es una línea muy fina y lo importante para nosotros fue convivir, no solo ir ahí con la pretensión de hacer una película e irnos. Convivir con ellos, pasar mucho tiempo, que se genere un vínculo real con ellos y con el equipo, en la medida que más uno se conecta con los personajes y su entorno uno entiende desde qué lugar se debe mirar. Siempre estamos muy pendiente con la foto, donde se pone la cámara, que altura se pone. Había también en dirección cierta libertad para que el personaje fluyera y que el equipo fluyera respecto a lo que nos daba el personaje.

Parece que Visman te roba la película. Es una especie de contradicción pues mientras más libertad le das a él, tú controlas más lo que quieres hacer…

Si, total. Está la cosa de Deleuze, yo lo decía en un video que me pedían aquí. Pensar la subjetividad como algo fluido, que se puede desplazar, se puede moldear, no es algo estático. En el corto había mucho esa dinámica de trabajar a partir de esa libertad, pero el terreno estaba planteado, en cómo se iban detonando las cosas. Se pensó y se trabajó mucho en las formas.

Has ganado dos premios con su película y su historia. Al estar él en Cuba y tú en Europa, ¿cuál es tu comunicación con él? El recorrido de la película, por un lado, y él por otro.

Es un tema muy importante. Es una pregunta que uno se sigue haciendo sobre todo en el documental, donde uno trabaja con lo real, y pasa por ahí, y la vida continua. Uno se pregunta hasta dónde. Durante todo el proceso cuidamos mucho a los personajes. No querríamos hacer la película por encima de la vida de la gente sino al revés. Involucrarnos a full con ellos. Sí que realmente es una pregunta que me hago. Uno hace la peli, esto está ocurriendo, las cosas de repente salen. Aunque yo esté ahora viajando a Europa, vengo del Caribe, de un entorno marginal. Me cuesta un montón conseguir un vuelo para ir un festival. Me identifico mucho. Y con Cuba, que tiene otras situaciones particulares que complejizan más todo. Lo ideal es que el pudiera viajar conmigo, pero mediante el cine el mundo lo ha conocido, él ha sido escuchado. Un niño que está ahí en unos callejones y es marginado por su entorno, amistades, familia. Visibiliza su historia, su talento. Nosotros somos una especie de Visman en esto del cine, también queremos contar historias, inventar mundos, expresar lo que sentimos. Criticar nuestro entorno. El hecho de que la película comience a viajar es una forma de hacerle justicia a Visman. Ojalá le sigan abriendo puertas a la peli para ayudar a que él mejore un poquito. No sé si está entre mi responsabilidad cambiarle la vida porque es un entorno que me supera por mucho, pero en lo que pueda hacer un aporte, lo intentaré.

En el Q&A, tras la proyección del corto, dijiste que anteriormente habías hecho “películas densas”: ¿de qué van esas películas?

A partir de 2019, que asesinaron a mi tío, que era como un hermano y nos criamos juntos, fue la primera vez que me toco enfrentarme a la muerte de una manera más dura, injusta, inesperada, a destiempo. Me afecto un montón. Luego empezó la pandemia, uno tenía que estar encerrado. Yo estaba en una escuela de cine en Dominicana y las películas que fui realizando en ese tiempo ahí, como el primer corto que hice cuando entré a la EICTV, era trabajando con ese duelo. Aunque eran historias con otros personajes tenían que ver con ese suceso. La muerte muy presente y un tono muy fuerte, denso en el sentido de a sangre fría.

El primer largo que estoy desarrollando es a raíz del asesinato de mi tío. Justo ese verano antes de que yo visitara a Bauta, donde conocí a Visman, hice un proceso arduo de investigación para rodar algunas escenas, asistiendo a audiencias judiciales del caso de mi tío y, en la medida en que uno se adentra, se ve también más afectado. Venía cargando con esa mochila cuando fui a Bauta, y como tenía la tarea de hacer una peli en ese pueblo, de entrada, me puse la premisa de intentar contar algo con más frescura. Con el mismo Visman se pudo hacer algo mucho más denso si uno quisiera. Igual son gente que tienen una historia muy dura, pero Visman tenía energía, un dinamismo, un histrionismo que, de una forma u otra, me aportó muchísimo también y me puso en movimiento. Yo lo agradezco mucho. Mucha gente me pregunta cómo yo encontré a Visman y fue el quien me encontró a mí, y es muy lindo y se lo agradezco muchísimo porque yo no sé qué iba hacer.

Visman te sacó de esa línea llevándote a hacer otra cosa. El proceso inverso.

Creo que hay un hibridaje pero es un corto muy documental. Hay un concepto que decía mucho Ribeiro, un cuentista, que me parece muy interesante para el cine e intentamos jugar mucho con él en este corte: que lo real parezca inventado y lo inventado parezca real. Mucha gente me pregunta si el monólogo de la peli donde Visman discute con su hermano es ficción o documental. O sea, si es real o no. Hay una línea muy fina, pero todo lo que pasa es real. Hay un detonante, obviamente, un pretexto, una historia que se inventa el personaje principal y a partir de su propio imaginario empezamos a construir este universo, pero todo lo que se filma es puro documental. Es él intentando construir su mundo y lo que filmamos son cosas como espontáneas. Hay otros planos más puestos, como el primer plano que abre la película. Hice boceto y todo.

¿Qué sería lo próximo por hacer?

El proyecto de largometraje: “Decimoquinta estación” es el nombre provisional. Tengo que hablarte de mi tío Omar, fue mi influencia más cercana para vincularme al teatro y al cine porque él era un aficionado al arte. De niño siempre me llevaban a una procesión católica de un vía crucis donde él interpretaba a Cristo. Yo estaba muy pequeño, años noventa. Yo crecí con un mito de infancia de que a mi tío le enterraban los clavos de verdad en la cruz y yo siempre intentaba descubrir la cicatriz en la palma de su mano. De grande mi tío no tuvo la oportunidad de estudiar actuación profesional ni cine. Que yo sí, como que me inspire mucho en eso.

Estás como viviendo la vida que el no pudo vivir

Exacto. Cuando yo estaba terminando la escuela de cine en Dominicana me preguntó que cuánto costaba una cámara, que quería hacer una película juntos. O sea, me prometió el regalo de una cámara y me emocione muchísimo sin saber que tres días después lo iban a asesinar de una manera brutal. A raíz de un accidente de tránsito: el choca con el vehículo de un empresario millonario de la provincia y está persona se desmonta con su guardaespaldas y sin mediar palabra le dan dos disparos a mi tío dentro del vehículo. Yo iba en un bus y la primera imagen que veo en la prensa es la palma de la mano de mi tío atravesada por la bala. El levantó la mano y la bala lo atravesó y se le alojó en el pecho. Eso me impactó muchísimo. Yo no tenía la pretensión de hacer una película con eso. Estaba viviendo un duelo con mi familia. Empezamos un proceso judicial horrible. Hablamos de una persona adinerada, con un poder económico fuerte, y el poder judicial se inclina a donde está el dinero. Han pasado 5 años y no se ha hecho el juicio donde los imputados sean procesados por el crimen. Yo no tenía pretensión de hacer una película, pero como al año en el proceso de estar yendo a las audiencias judiciales, me encontré una cinta VHS de los noventa que tiene grabada esa procesión donde mi tío hace de Cristo. Una hora y media de material que tiene una morfología extraña: pasa de blanco y negro a color, glitchea, se pasa a sepia. Se escucha a mi tío hablar. Una procesión masiva, miles de personas desplazándose por el pueblo de la Romana, de donde soy y yo sé que en esa multitud de gente estoy yo de niño y cada vez que veo el video intento encontrarme en esa multitud. Todavía no lo he logrado. Muy loco que eso solo estaba en mi memoria, era un recuerdo remoto y de pronto se revela. Es tanto el material audiovisual que me acompaña en este proceso, que yo siento que es el cine el terreno en el que tengo que articular eso. Y un sistema que no nos da respuesta. El cine sigue siendo una herramienta poderosa para visibilizar este tipo de cosas y hacer un poco de justicia poética a mi tío para cumplir esa promesa que no se llegó hacer de una película. Voy a hacer la película, pero no de la manera que me hubiese gustado que fuera.

Ahora sería la película de él, pero no con él.

Estoy ahora en un proceso de desarrollo avanzado. Gane un fondo en República Dominicana. He ido a laboratorios como el de Nuevas Miradas, Panamá. A la escuela de cine de San Antonio yo fui con la paja mental de pasar meses escribiendo esta película, pero me di cuenta de que ahí había otras intensidades y tuve que hacer otras como la de Antoine. Eso en principio me generó una frustración porque yo quería avanzar, pero luego me di cuenta de que fue muy importante porque necesitaba esa distancia. Poder salir de mi país y ver las cosas desde fuera. Eso me ha enriquecido muchísimo, la experiencia en la escuela en Cuba y poder regresar ahora creo que ha hecho crecer el proyecto. Lo estoy reescribiendo con estos nuevos ojos y oídos con lo que regreso pues estoy reescribiendo la propuesta como un “dale pa allá” para conseguir el financiamiento.

Tu graduación de la EICTV sería un regreso a este proyecto…

Sí, ahí fui a la catedral del documental. Siento que la experiencia en Cuba fue muy importante en mi carrera. Tenía mucha afición por ir porque muchos de los maestros de Dominicana eran egresados de ahí. Se me hablaba mucho de la escuela y me hacía ilusión. Luego llegué en un momento muy difícil de Cuba. Cuando veía que no avanzaba tanto con el largo me frustraba. Escribir no es estar redactando textos. Dejar reposar mientras haces otras cosas es otra manera de escribir. Me costó mucho entenderlo. Pero entendí que tenía que entregarme en cuerpo y alma a eso.

En la peli de El reinado de Antoine estaba explorando montar algunos juegos de representación porque en lo de mi tío hay mucho de teatralidad, la representación de Cristo, etc. Y ya tenía escritas cosas de la representación dentro de la representación, de lo real y lo inventado. En el caso de Visman es otra revelación que me ayudo a explorar esa dinámica y esa forma de representar y creo definitivamente que las tres películas me brindaron experiencia de vida que ha sido un regalo inmenso en mi camino.

¿Los juegos de representación vienen del teatro que haces?

Sí, es muy loco. Yo estudio teatro primero. Formó un colectivo de teatro independiente en 2011 y los primeros años fueron de montar teatro y dirigir. Y cuando empiezo hacer el primero corto con un grupo de amigos: (no se si pasa afuera, pero en Dominicana siempre ha habido como cierto prejuicio en el mundo del cine con el teatro. Cuando se dice que algo es teatral se usa de modo despectivo, y yo creo que en principio me afané mucho por aprender el lenguaje cinematográfico, y saber las diferencias de uno y otro). Mis amigos y yo siempre pensamos: “que se vea cine”, claro, yo era un aficionado y estaba explorando. Tenía la influencia de Hollywood y luego fui entendiendo la diferencia de lenguaje. Mis primeros cortos fueron de ficción pero cuando entro en la escuela de cine de Dominicana me intereso mucho por el cine de lo real y también voy entendiendo que el lenguaje no es de piedra, y lo que se supone que es el lenguaje cinematográfico es algo que se nos ha impuesto en Latinoamérica y el Caribe: cómo tienen que decirse las cosas, cómo se tienen que representar y contar. En ese sentido, uno comienza a cuestionarse también y darse cuenta de qué es lo bello, lo no bello, lo pulido, lo no pulido. Que el lenguaje es algo que se puede moldear, coger diferentes formas, es la búsqueda de uno, encontrar su propio lenguaje, aunque al final terminemos bebiendo de otras fuentes.

Están las influencias, pero uno intenta ser lo más honesto posible con lo que quiere decir. En principio, era muy claro entender la diferencia entre los dos lenguajes y luego fue de manera muy orgánica vincularlos a los propios proyectos como El reinado de Antoine. Hice otro ejercicio en Baracoa y jugué un poco con la representación porque filmé en una escuelita de teatro y ahí fui explorando y descubriendo el dispositivo. Me parece importante que sea algo intrínseco de lo que se está contando y no una camisa de fuerza que va a definir mi estilo permanente en mis próximos proyectos. Yo le presto mucha atención al universo de los personajes y a esa realidad. Voy intentando buscar cómo se cuenta, cómo se mira, cómo se representa ese lugar. En El reinado de Antoine era muy claro que era eso. Fue muy orgánica la manera en que se tenía que representar. Mi influencia del teatro es importante en ese tipo de representación. Me ayudó mucho en la puesta en escena, un personaje con tanta fuerza, tanta energía que no se me subiera… Poder diseñar como estrategias, claves para que la cosa fluyera. En ese caos siempre había la posibilidad de que se saliera de control.

Dime de Isaac, que lo tienes aquí al lado…

Isaac es la primera vez que trabajo con él y después hicimos la tesis juntos y espero que el universo nos permita hacer más cosas. Isaac está ahí como un ángel, no solo como un técnico fotografiando la peli, sino se involucra un montón con los personajes, el equipo, demuestra lo mucho que le importa. En la tesis no se sabe cuántas veces volvimos de manera clandestina a corregir un detalle de color.

Se llama Rito de paso, es de una niña boxeadora. Caminando en La Habana me di cuenta de que las mujeres no podían practicar boxeo de manera profesional. Hace más de un año se aprobó que podían practicar ya. Me di cuenta porque yendo a un gimnasio de boxeo donde había 30 hombres, estaban dos niñitas practicando y me llamó mucho la atención. Empecé a conocer más de eso. Luego conocí al padre. El caso es que la niña de 14 años se prepara para su primer torneo de boxeo femenil juvenil y, al mismo tiempo, para la celebración de sus 15 años. La peli viene a filmar ese eclipse, ese momento que no vuelve, el Rito de paso que no vuelve. Hay una transformación que lo vivimos en persona y en la peli se ve. La terminamos en julio y empezará ahora a distribuirse.

Me has hablado de algunos referentes literarios o filosóficos para abordar tu trabajo, pero en el mundo del cine propiamente, ¿quiénes serían?

En esa pregunta es fácil decir los Grandes Maestros, pero los maestros son los maestros. Es muy difícil no hablar de Kiarostami, Koreeda, Tarkovski, el tipo de sensibilidad con el que trabajan han sido claves. Me faltan pelis por ver y realizadores por conocer. Se me hace difícil no pensar en estos grandes. En Latinoamérica, Glauber Rocha, el mismo Nelson Carlos de los Santos, que están pensando el cine desde un lugar más cercano a nosotros, desde el tercer mundo. En el caso de Nelson fue mi profe y tuve la posibilidad de trabajar con él. Para mí es un referente importante.

En el diálogo de Antoine y el hermano hay una especie de clímax en el corto, una discusión de identidades, de egos, en ese “yo soy yo” que repite Visman hasta silenciar a su hermano… ¿Cómo generar eso?

Ahí entraron juegos teatrales. He sido docente de teatro. Le daba herramientas. Empieza todo como un juego: yo soy más fuerte que tú y de repente explota la discusión que nos afecta a todos. Fue revelador, provocador y conmovedor. Yo lo decía en el Q&A: todo el equipo paró de grabar, lloramos con los personajes. Como Antoine hace trizas al hermano en ese monólogo, mi pregunta era cómo yo le hago justicia al hermano, porque yo no estoy haciendo una película para ridiculizar a un personaje o a una persona. Pensamos que teníamos que escuchar la versión del hermano y eso fue un proceso muy intenso. De pasar horas con ellos, parar la filmación. Luego tuvo la confianza de contarnos su versión. Es muy fuerte pero no tiene el don de la palabra de Visman. No era justo, si no tiene el don de Visman, que a través de la palabra lo aplastó de una forma, que se representara mediante la palabra. Ese “yo soy” fue un juego del teatro, fue una petición mía de que repitiera esa frase. Yo lo guiaba un poco para que subiera la intensidad. Fue mágico. Es muy loco que luego, en el tanque, cuando vemos el corte en edición dice en grande “soy”. La película empieza diciendo “yo soy”. Y uno dice what da fáck. El universo estaba trabajando a favor de nosotros en ese rodaje. Todo fluía. Como decía Isaac ayer: si nosotros queríamos un solazo y había un pronóstico de lluvia y pensábamos: mierda, va a llover, pum, salía el sol. Si quería nubes salían nubes. En el cine uno lucha contra todas las adversidades de la naturaleza. Cuando uno hace una película es un acto de resistencia porque todo está como en contra, para que la cosa no salga: modelo de financiamiento, etc., y en el documental más, que uno depende de lo real.

¿Finalmente, quien es José Luis?

Wao, es una pregunta difícil. En la vida uno se la pasa haciendo esa pregunta. En la vida uno se va encontrando y se ve con el mismo proyecto, la misma peli y trata de encontrarse. Yo no quisiera definirme porque sería como morirme. Ponerme una estampa, un sello, que diga: soy esto. Soy un joven de Dominicana, caribeño, latino, que está en un proceso de aprendizaje constante, quisiera vivir la vida así, aprendiendo y no entendiendo que ya llegué a un punto definido para decir que soy eso. Las acciones y las obras de uno terminarán definiendo lo que somos.

FABIO QUINTERO
FABIO QUINTERO
Fabio Quintero (Bejucal, 1999). Licenciado en Periodismo por la Facultad de Comunicación de la Universidad La Habana. Colaborador de la Enciclopedia Digital del Audiovisual Cubano (ENDAC).

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