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Coco Fusco no teme a nadar en seco

En 'He aprendido a nadar en seco', la reciente retrospectiva de la artista cubanoamericana Coco Fusco, en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), cualquier perspectiva que trate de explicar su naturaleza se saldrá de las clasificaciones habituales, para entrar de lleno en los procesos sociales y culturales más diversos e intensos del presente.

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La resistencia que subyace a todo esfuerzo por democratizar la cultura nunca desaparece, ni siquiera cuando el mercado está dispuesto a acoger lo nuevo
Coco Fusco

Las exposiciones suelen concentrar su poder expresivo en distintos componentes, estén estos referidos tanto a los contenidos de las obras, como a los elementos formales de su composición. Según se integren o se articulen, así será clasificada como una muestra que se deslizará por la modernidad, la posmodernidad, la ultramodernidad o cualquier otro calificativo que la sitúe en la línea evolutiva del arte.

En He aprendido a nadar en seco, la reciente exposición de la artista cubanoamericana Coco Fusco, en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), que se puede ver desde mayo pasado y hasta el próximo 11 de enero, cualquier perspectiva que trate de explicar su naturaleza se saldrá de las clasificaciones habituales, para entrar de lleno en los procesos sociales y culturales más diversos e intensos del presente.

Coco Fusco es una artista multidisciplinar, que junto a las diversas formas artísticas que elige para realizar las obras: documentales, videos, performance e instalaciones, emprende búsquedas e investigaciones que le facilitan el acceso a los contenidos que le interesan, sean estos etnológicos, políticos e ideológicos.

La muestra no solo trata de exponer los hechos o acontecimientos, de narrar cómo ocurrieron, sino de entender sus consecuencias y proyecciones en el presente, al mismo tiempo, son tratados buscando soluciones estéticas que los ubiquen en el campo del arte. Son contenidos que a veces asustan y nos hace preguntarnos: ¿Qué valores estamos defendiendo? ¿Qué significan en nuestro presente? ¿Cuáles son nuestras heridas?

Por todo ello, sus obras no pueden ser leídas solo desde la crítica del arte y de la estética, hay que ir más allá de los datos que presenta su lectura; se deben asociar con interpretaciones que emanan, entre otras, de la compleja dinámica que poseen las relaciones sociales, las formas de escenificación del sujeto subalterno: ¿cómo es representado? ¿Cómo vive bajo la dominante cultural occidental? ¿Por qué predominan las conductas discriminatorias y racistas?

Estos contenidos le facilitan a la obra comportarse en calidad de documento, condición que ha tenido una fuerte presencia, tanto en el arte internacional, como en el cubano de las últimas décadas. En estos casos su interpretación no se detiene en la obra misma, se hace necesario penetrar las tramas sociales con sus valores y funciones, sus significados históricos y actuales.

Los contenidos que lanzan a las obras más allá de su existencia estética, las acercan a la condición de documento que antes mencionábamos, pues ellas guardan una información abalada por valores que las penetran desde su presente. En este sentido, la sociedad y la cultura son intervenidas, interpretadas y mostradas, ideando juegos estéticos que la artista aplica para que sean apreciadas como obras de arte.

En una ocasión el artista cubano Reynier Leyva Novo, haciendo referencia a los factores que los identifican como creadores, siendo parte de una generación joven y pujante, señaló: “yo creo que más que buscar la historia como el vínculo que nos une a nosotros, yo creo que más que la historia misma, es que somos como unos obsesionados de la historia, una especie de obsesos, algo así”.[1] Esa cualidad es algo que los identifica con Fusco.

Tales circunstancias son aprovechadas y transformadas por la artista a través de sus obras. Coco es una activista incansable que monta escenarios inimaginables, sacando a flote sucesos, relaciones y valores sociales que en la historia se han formado producto del intercambio desigual, de la discriminación y del dominio económico.

La exposición en el MACBA toma su título de un relato del escritor cubano Virgilio Piñera y valdría preguntarle a Fusco: ¿cuánta energía se necesita para nadar en seco? Muestra de ello es el gran arrojo, el esfuerzo realizado en la investigación para encontrar y tener acceso a documentos y textos que dan a conocer acontecimientos, que han acompañado a procesos políticos enmascarados por el relato oficial, que ella devela en toda su crudeza y complejidad. Pero a su vez, como he señalado, es de celebrar un aspecto esencial: el ingenio estético por medio del cual son convertidos en obras de arte.

La muestra se despliega en dos direcciones, una se adentra en el contexto global referido a diversos países y culturas, la otra en el contexto local de la sociedad y la cultura cubana. La primera visibiliza las dolencias que la colonización ha traído consigo, junto a los desajustes de la sociedad contemporánea, denunciando sus formas discriminatorias sustentadas en las desigualdades económicas y culturales. La segunda revela sucesos vividos por intelectuales perseguidos y presos políticos en Cuba.

Entre las piezas referidas al contexto internacional del arte, se encuentra una de sus obras más célebres, el performance creado junto al artista Guillermo Gómez Peña: Dos amerindios no descubiertos visitan al occidente (1992-1994). De esta obra se han escrito acertadas interpretaciones sobre lo que representa mirar al otro sosteniendo una postura discriminatoria, que nos permite apreciar sus valores sociales y culturales. Fusco y Guillermo personificaron sujetos que bajo una atractiva apariencia concentraban diversas tradiciones culturales, dándoles voz y espacios que habitar. Encerrados en una jaula, convertidos en observadores de los que los observan, provocaban en el público incertidumbre.

A su vez, se exhibe en la muestra el performance ejecutado junto a Gómez Peña: Mexarcane Internacional (1994-1995) que versa “sobre la persistencia de las fantasías coloniales en la cultura de consumo contemporánea”,[2] y el emprendido con la artista Nao Bustamante: Paquita y Chata (1996), en el que aborda el tema de la percepción de la mujer latinoamericana como un objeto simbólico.

Gran parte de la exposición trae a la escena del museo condiciones y sucesos socioculturales ocurridos fundamentalmente en Europa, EE. UU y América Latina, en los que se resumen los temas antes señalados que más interesan a la artista. Además de las obras mencionadas, se pueden citar: Empresas sudacas (1997), que consiste en un performance que Fusco ejecutó en la Feria de ARCO, en Madrid, acompañada por los creadores Juan Pablo Ballester, María Elena Escalona y Vladimir Cuenca, vestidos con pasamontañas y gorros que imitaban los usados por los quechuas. Los artistas dispusieron mantas en el suelo y realizaron una serie de acciones que criticaban las políticas discriminatorias hacia los creadores latinoamericanos en las condiciones mercantiles de la feria. Fusco ha fustigado en varias ocasiones las desigualdades que estos eventos promueven para la divulgación y comercialización del arte, desnudando diferentes mecanismos de su funcionamiento.

En el performance Derechos de paso (1997), ejecutado en la Bienal de Johannesburgo, la artista concibió un puesto de control que permitía la entrada al lugar, pidiendo a los asistentes que rellenaran una planilla con sus datos, a semejanza de la que existía en el momento del apartheid, cuya naturaleza racista y discriminatoria se critica en la realización del performance. Acerca de las instalaciones, deseo mencionar: Activistas medioambientales asesinados en el mundo (2023), Periodistas asesinados en el trabajo en el mundo (2023-2024) y Artistas en prisión en el mundo (2024), que rinden honor a la memoria de resistencias.

Con respecto a la realidad cubana, la exposición toma una orientación marcada por las relaciones y el poder político, destacándose la obra vinculada con el preso político cubano Luis Manuel Otero Alcántara, en prisión desde el año 2021. En conversación telefónica con Luis Manuel, la artista grabó la explicación que este le daba sobre algunos de sus dibujos confeccionados en la cárcel, y ambos seleccionaron a un grupo de artistas amigos de Luis Manuel[3] para que a partir de lo argumentado por él los ejecutaran, teniendo en cuenta los materiales que se usan en la cárcel, como podían ser cajetillas de cigarro, bolígrafos, etc.

Con más de un siglo de diferencia, en el año 1812, José Antonio Aponte, un hombre negro, libre y de origen yoruba, organizó un movimiento rebelde que se conoció como la Conspiración de Aponte. En el registro perpetrado en su casa, se encontraron dibujos relativos a la organización de la rebelión; alrededor de su encarcelamiento se movió el tema sobre un libro elaborado entre el 1806 y 1812, llamado Libro de pintura. En el juicio, Aponte describe los detalles de las láminas que lo componen, esto se recoge en el acta y solo se conocen reunidos en este medio.

Luis Manuel, en conversaciones con Fusco, le sugirió la idea de que la obra metaforizara el encuentro de estas acciones, sujetas a una circunstancia similar: la cárcel, el lugar que condiciona su existencia. Así, Fusco concibió la instalación El podcast perdido de Aponte (2025), uniendo dos gestos que coinciden atravesando el tiempo –el de Aponte y el de Luis Manuel– en una misma obra. En la instalación se encontraba la grabación citada y una introducción escrita por Fusco.

Uno de los componentes atractivos de la obra está en la solución estética que ella aplicó para que se identificaran estos gestos, operando como documentos transformados en arte, uno hijo de la memoria y otro escenificado, en el que los mensajes telefónicos se convierten en preciosos dibujos.

Es una pieza con una alta valía en su contenido, pero su acertada comprensión necesitará descifrar tanto imágenes y descripciones, como textos y títulos. Sus personajes encierran mucho dolor: Aponte fue ejecutado, el destino de Luis Manuel aún es incierto.

En una dirección cercana a la pieza anterior se encuentra, La confesión (2015), la cual pertenece al grupo de obras que nos acercan a la voluntad de la artista de mostrar la represión a intelectuales como práctica del régimen castrista. En la misma se reconstruyen los acontecimientos alrededor de la confesión pública del escritor cubano Heberto Padilla. Para ilustrarnos sobre los acontecimientos que rodearon esta confesión acudo a un fragmento de un texto del intelectual cubano Antonio José Ponte: “La confesión atraviesa los espacios del caso Padilla. El hotel Riviera, donde fueron grabadas las conversaciones íntimas de Heberto Padilla. La Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, donde el poeta leyó sus poemas que avisa­ban de la llegada del estalinismo a la Revolución cubana. La sala de actos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, donde Padilla pronunció su confesión ante un público de colegas, algunos de los cuales terminaron denunciados por él”.[4]

A su vez, el documental La sombra de Heberto Padilla (2022) nos acerca a lo severo que fue este proceso. En él, un grupo de intelectuales cubanos de diversas generaciones, residentes en Cuba y en el exilio, repiten ante la cámara las palabras del discurso de autoinculpación de Padilla, con todos sus ataques y delaciones. Cada uno se filma a sí mismo mientras refrenda dicho discurso, creándose una letanía que desgarra el alma, como si la repetición nos ayudara a sentir al propio escritor atrapado en sus palabras.

Como parte de la muestra también se encuentra la pieza Confidencial. Autores firmantes (2015), en ella se concentra la carga política y social que caracteriza la muestra. Confidencial… está compuesta de más de veinte documentos, entre ellos memorandos y comunicaciones oficiales, referidos a distintas prohibiciones derivadas de la situación alrededor del caso Padilla. Algunos estaban destinados a impedir la edición y circulación de obras de autores internacionales y cubanos que habían apoyado al escritor cubano, según el discurso oficial. A partir de una intensa pesquisa, Coco logró tener acceso a estos para que fueran mostrados en las paredes de la galería.

Cercanos a estas piezas están los videos El mensaje en una botella de María Elena (2015), sobre la escritora cubana encarcelada María Elena Cruz Varela; el documental Vivir en junio con la lengua afuera (2018), basado en la lectura de un poema de Reinaldo Arenas, y La noche eterna, que recoge el testimonio del escritor Néstor Díaz de Villegas sobre su encarcelación durante los años setenta.

El título Vivir en junio con la lengua afuera pertenece a un poema escrito por Reinaldo Arenas cuando estaba escondido en el parque Lenin, en los días que la policía lo buscaba. Para realizar el documental Coco encargó, desde Estados Unidos, a un grupo de colegas en Cuba que lo recitaran mientras eran filmados. Las actrices Lynn Cruz e Iris Ruiz y el poeta Amaury Pacheco se convirtieron en protagonistas del relato encerrado en los versos de Arenas. En esta obra, de manera similar a la que pone en interacción a Aponte y Otero, Coco Fusco conecta años distantes: comienzo de los años setenta, momento en el que Arenas se escondió en el Parque Lenin, y el 2018, cuando en ese mismo lugar las actrices y el poeta recitan al unísono el poema. Son actos que liberan energías, acoplan sentimientos, que presagian momentos lejanos y cercanos entre los que parece no haber diferencias.

Dos obras en video trasladan las reflexiones al espacio público: Morir soñando (2011) y La Plaza vacía (2012). El espacio es uno de los temas más riesgosos del arte, en él todo o nada puede suceder, esconderse o hacerse público y, en cada caso, la reflexión será diferente. La Plaza de la Revolución es uno de los símbolos que prevalecen en la memoria histórica cubana, sobre todo –pero no solo– por todo lo que ha desfilado por ella: desde los jóvenes alfabetizadores del año 1961, hasta las marchas militares o las celebraciones del primero de mayo. En este caso, el lugar se muestra vacío y desconectado, su apariencia sin nada que la habite es otra. La artista la reclama desde nuestra memoria, a sabiendas de que el espacio público siempre persiste, más fuerte que todo el que lo atraviesa.

Con estas obras, Coco Fusco brinda un panorama del proceso revolucionario cubano, posiblemente poco conocido por el público español. Aquellos que han seguido su creación, conocen que es una artista muy intensa, interesada, como he señalado, por los temas políticos, culturales y etnológicos, pero lo destacable en esta exposición, no es solo la actualidad con la que despliega esos temas, sino cómo descarna con crudeza el alma oculta de las realidades que presenta.

A través de la muestra, se recorren 30 años de creación artística de Fusco, esto nos puede dar una idea de la labor de comisariado emprendida por la directora del MACBA y curadora de la exposición Elvira Dyangani Ose, sustentada en su experiencia profesional, en la acertada y meticulosa selección de las obras, en la adecuada disposición alcanzada en función del discurso museográfico, que estimula al receptor a abandonar su tradicional postura pasiva, pues las piezas, por su complejidad y riqueza conceptual, demandan lecturas atentas y reflexivas.

La visita de cada espacio dibuja narraciones intensas, visiones de hombres y mujeres que nos hablan de sus vivencias bajo presiones políticas, que despliegan su memoria adornando o desnudando cada anécdota.


Notas:

[1] Magaly Espinosa (compiladora): Conversando sobre arte contemporáneo. Conversatorio sobre pintura. La Habana (en proceso editorial).

[2] Programa de mano de la exposición He aprendido a nadar en seco, MACBA, Barcelona, p. 3.

[3] Los artistas cubanos participantes fueron: Sandra Ceballos, Raychel Carrión, Celia Irina González, Hamlet Lavastida, Julio C. LLópiz, Carlos Martiel y Nonardo Perea.

[4] Antonio José Ponte: Coco Fusco en los espacios vaciados de La Habana (separata formada por los textos del libro en español: Coco Fusco: Tomorrow, I Will Become an Island, Thames & Hudson, 2023 editada con motivo de la exposición Coco Fusco. He aprendido a nadar en seco).

MAGALY ESPINOSA
MAGALY ESPINOSA
Magaly Espinosa (La Habana, 1947). Curadora y crítico de arte. Doctora en Ciencias Filosóficas en la especialidad de Estética en la Universidad de Kiév. Entre los años 1996 y 2014 fue presidenta de la Sección de Teoría y Crítica y de la Asociación de Artistas Plásticos de la UNEAC. Ha sido tutora, realizado oponencias y formado parte de tribunales de tesis de grado, maestría y doctorado en Cuba y Colombia. Ha impartido docencia en Universidades de Colombia, Ecuador, Brasil, España y Cuba. Ha escrito palabras para catálogos de exposiciones realizadas en España, Suiza y Cuba. Entre sus libros se encuentran Indagaciones. El nuevo arte cubano y su estética (Cauce, Pinar del Río, Cuba, 2004) y Antología de textos críticos: el nuevo arte cubano, coeditado junto a Kevin Power, (Perceval Press, Santa Mónica, España, 2002). Entre sus exposiciones comisariadas se encuentra la colectiva: Hoy desde los 80, Casa México, La Habana, noviembre-diciembre, 2016.

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