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Bestiario Miserable #5: Fachatado

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Fachatado

Fachatado dibujo de Camila Lobon | Rialta

Últimamente se engancha la etiqueta de facha con furibunda facilidad a cualquier conservadurismo, sobre todo el de derecha. Pero es justo decir que la mentalidad supremacista, devenida totalitaria, que es a fin de cuentas el principio del fascismo, no es privativa de ninguna tendencia ideológica.

Mi primera lección de lo que era un facha me la dio un castrista cuando, después de un soliloquio proselitista sobre el exitoso modelo de igualdad social cubano, antagónico del segregacionista imperio yanqui con sus leyes Jim Crow, etcétera, cerró diciéndome: “Pero no te pases, no me atrases la raza”. En cubano eso significa no hagas pareja con una persona negra. Los fachas no pueden evitar hacer esos comentarios. A veces los disfrazan con cierto tono jocoso, y ese indicio de vergüenza demuestra que saben, en el fondo, que están mal.

El “fachatado” es sátira de sí mismo, por eso lo presentamos acá como un sátiro bicéfalo. Es un bicho de acento indudablemente macho, cumpla o no con las categorías históricamente dominantes. Su rigidez moral es tan inverosímil como grotesca. El reglamento de buenas costumbres que dice defender: Dios (su dios), el Líder Supremo, la Familia, el Partido, la Nación, no son solo normas que le apuntalan una vida social organizada, sino límites que necesita imponer al otro.

Sabiéndose él mismo débil de espíritu, piensa que cualquier búsqueda no convencional de la libertad llevará al caos. Su mayor terror es la desfachatez. Desprecia la verdad del cuerpo, del instinto. Al menos en los que conozco, he confirmado que las alteridades que estereotipa y subvalora con excusas de orden moral, y hasta biológico, no son más que proyecciones de sus complejos, agentes que amenazan su estatus. La mujer será una sospechosa eterna porque le conoce las profundidades sensibles y prostáticas; el “otro” racial por alguna mística erótica que teme o envidia; el disidente sexual porque estalla la institucionalidad patriarcal bajo las que ha establecido su capital, el extranjero bárbaro, porque le pervierte las tradiciones de su hegemonía cultural. Para el facha, el marginal siempre lo ha sido, y lo será. Sus fallos suelen ser absolutos, relativos a una condición étnica, de género, o cultural, y no a una herencia histórica de exclusión. Porque entonces todos compartiríamos responsabilidad, quedaríamos frente al imperativo de la transformación social, y si algo define al facha, es su pragmatismo a ultranza. Ha entendido que condenar, segregar, explotar o exterminar es más fácil y más lucrativo que transformar. El facha, lo que sí no deja de ser es humano, y eso casi siempre lo obliga a vivir un doble estándar. Es usual encontrarlo de policía celoso de los culos ajenos, lo que siempre me ha parecido más curiosidad solapada que vicio moral. Necesitado como todos de la duda, la desolación, del éxtasis, tiene que buscar maneras clandestinas de satisfacerse. Y ahí cae en la peor de las perversiones, en la verdadera inmoralidad, en la mentira.


Bestiario Miserable es un catálogo de los excesos, miserias, deformaciones que las contorsiones circenses del panorama político cubano, global y virtual han ido pariendo. Como decía Leónidas Lamborghini, la verdad del modelo es su propia caricatura. Pues este quisiera ser un retrato realista de los arquetipos de conducta que florecen en toda su monstruosidad por el extremismo ideológico, la antipatía, la deshonestidad intelectual, o la pura estupidez, ahora abonados en ese terreno de la pseudo ética que puede ser ciberespacio. En un mundo que se parece cada vez más al que describiría Weill, donde la espera de lo que vendrá ya no es esperanza, sino angustia, quizás bosquejar nuestros monstruos, los que todos en menor o mayor medida somos, pueda hacer los mitos más lógicos, dar alguna pizca de sensatez.

CAMILA LOBÓN
CAMILA LOBÓN
Camila Lobón (Camagüey, Cuba, 1995). Artista. Graduada de la Academia de Arte de Camagüey en 2014 y del Instituto Superior de Arte de La Habana en 2019. Ha sido coordinadora del Instituto de Activismo Hannah Arendt (INSTAR), fundado por la artista Tania Bruguera. Su trabajo como artista visual está enfocado en la narración e ilustración de un imaginario social y político que desde la memoria individual subvierte la narrativa totalitaria cubana. Entre sus exposiciones personales se encuentran Epizootia (Zapata Gallery, Miami, 2024) y El país perdido (Aveces Art Space, La Habana, 2019). Su trabajo ha sido expuesto en La Habana, New York, Montreal, Buenos Aires, Berlín, Kassel y Praga.

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