SAN LUIS POTOSÍ, México.- El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante una reunión de Balance del Ministerio de Cultura (MINCULT), pidió una vez más a los artistas y creadores ser una de las “armas” para la defensa del régimen y alinearse con una política cultural donde los artistas deben servir a los intereses del Gobierno.
“Sobran talento y capacidad de consagración en el universo de nuestros creadores y artistaspara ir sobrepasando desafíos, para seguir en una ofensiva inteligente frente a la embestida imperial que persigue corromper identidades”, dijo el gobernante, que se aferra a un discurso bélico donde insiste en ver un “ataque” desde el exterior que persigue socavar la estabilidad cubana.
La apuesta de los representantes del régimen cubano continúa siendo por la cultura cubana al servicio de su propósito.
Tanto el gobernante como el ministro de Cultura, Alpidio Alonso Grau, enfatizaron que había que estimular también una “creación artística y literaria con un sentido descolonizador”, al tiempo que impregnan la cultura de una mayor carga ideológica.
En ese sentido, pidieron “fortalecer las industrias culturales y creativas a fin de elevar las capacidades para generar ingresos y contribuir a asegurar el soporte a la labor cultural, sin concesiones a los presupuestos coloniales de la industria hegemónica”.
Aludiendo nuevamente a una “intoxicación mediática” que llega desde Estados Unidos, Díaz-Canel expresó que los creadores y artistas deben unirse para repeler esa presunta amenaza.
“Nos ha faltado de todo, pero no ha faltado cultura; no ha faltado ese mensaje en los momentos complejos. Mientras más se ataca a la Revolución, ahí están nuestros artistas defendiéndola, ahí están llevando ese mensaje de esperanza”, expresó.
El gobernante, que pide unidad y mayor participación de los artistas cubanos en la toma de decisiones, pasa por alto que en esa pretendida participación quedan fuera quienes se oponen a su forma de Gobierno y la critican abiertamente.
Exclusiones, silenciamientos, retractaciones, exilios e “insilios” forzosos, premios a los serviles y castigos a los rebeldes siguen vigentes en todo el campo cultural cubano.
Uno de los sectores más censurados ha sido el del cine, que constantemente padece prohibiciones de exhibición de filmes en los festivales y persigue a sus creadores.
En febrero, Llamadas desde Moscú (Luis Alejandro Yero, 2023) tuvo su estreno mundial en el 73 Festival Internacional de Cine de Berlín y en diciembre del propio año, el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana decidió a última hora no incluirla en su programa, a una semana de que un puñado de funcionarios del régimen cubano lanzara una campaña de desprestigio contra el IV Festival de Cine INSTAR, organizado por el Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt en siete importantes ciudades de América y Europa. Coincidentemente (solo coincidentemente), Llamadas desde Moscú estaba en el programa de esa muestra.
En un país con gran cantidad de películas, pero sin libertad para hacer y exhibir libremente su cine, un grupo de realizadores decidieron crear lo que hoy es la Asamblea de Cineastas Cubanos.
El colectivo nació del repudio y represión contra las películas y los cineastas cubanos. Protestaban por la exhibición y manipulación en la televisión oficial de una copia de trabajo de La Habana de Fito (Juan Pin Vilar, 2023), un documental acerca de la estrecha y duradera relación entre el rockero argentino Fito Páez y la Isla. Pero las autoridades no aprobaron dos comentarios del músico en el documental y decidieron culpar de ello, frente a todo el país, a su realizador.
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