MIAMI, Estados Unidos. – El congresista cubanoamericano Mario Díaz-Balart expresó su respaldo público a José Daniel Ferrer tras conocerse la carta del opositor cubano en la que acepta salir de Cuba para proteger a su familia. En un mensaje divulgado en X, el legislador calificó a Ferrer como “héroe”.
“Tras años de encarcelamiento, golpizas, tortura física y psicológica y persecución por parte del régimen asesino en Cuba, simplemente por exigir libertad, está siendo forzado al exilio”, lamentó Díaz-Balart.
Asimismo, indicó que Ferrer “merece una bienvenida digna de un héroe” y que “la recibirá”. “Continuaremos brindando nuestra solidaridad inquebrantable a él, a su familia y al valiente pueblo cubano”, terminó.
La declaración del político llega después de que, este mismo viernes, familiares de Ferrer difundieran en Facebook una carta manuscrita fechada el 10 de septiembre, enviada desde la prisión de Mar Verde. En el texto, el líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) confirma que aceptó la salida al exilio para proteger a su esposa e hijos, pero subraya que lo hace bajo presiones del régimen.
Asimismo, denuncia “brutales golpizas, torturas, humillaciones, amenazas hasta de muerte” y que su familia ha padecido “la más despiadada persecución” con el fin de forzarlo a abandonar el país o a renunciar a su activismo.
Ferrer describe que ha sido víctima de “tratos crueles inhumanos y degradantes por esbirros y otros instrumentos de la peor dictadura que ha conocido el continente americano”. Asegura que en los últimos cuatro meses y nueve días el ensañamiento se intensificó, y detalla robos de sus alimentos y productos de aseo, “ordenados por los esbirros del régimen”.
El opositor sostiene que, antes de su arresto del 29 de abril pasado, ya había valorado el exilio por razones familiares, pero que esa “decisión” fue fruto de presiones directas: “Ante las constantes manifestaciones de la policía política para que me fuera de Cuba, terminé aceptando la salida al exilio. Desde que comenzaron los trámites (…), los agentes del régimen han estado jugando muy sucio: acoso, amenazas, humillaciones, robos y condiciones extremas”.
Además, denuncia intentos de manipulación para presentarlo como colaborador del Gobierno, así como presiones para empujarlo a promover un entendimiento internacional favorable al régimen. “Han querido que haga declaraciones o que pida (…) un diálogo que conduzca a la vergonzosa ‘negociación’ de otras veces: liberación de presos políticos a cambio de levantamiento de sanciones y otras facilidades a la dictadura”.
Frente a esa exigencia, advierte: “Si mi vida y la de mi familia depende de que pida tales cosas, prefiero mi muerte en este campo de concentración al estilo nazi y hasta el sacrificio de mi familia”.
Ferrer remarca que no aceptará una salida deshonrosa: “De Cuba solo salgo con mi dignidad y honor en alto y no por mucho tiempo. Aunque haya perdido mi fe en muchos opositores por su desunión, sectarismo y falta de efectividad, sigo teniendo mucha en los buenos luchadores que quedan (…). Seguiría luchando hasta alcanzar la victoria o morir en el intento de ver a Cuba libre”.
Y explica su temple en prisión: “Solo el amor inmenso por mi familia y mi apego a la lucha no violenta han hecho posible que mantenga la calma y no me defienda de tantos abusos, violencia y humillaciones con los métodos que cualquier ser humano hubiese empleado en circunstancias tan extremas”.
Según su relato, sobrevive “entre delincuentes comunes capaces de todo crimen”, bajo las órdenes del jefe del penal, Vladimir Pineda, que lo “odia brutalmente”, y de agentes de la policía política que lo golpean, roban y provocan de forma constante.
“Sobrevivo en las peores condiciones que pueda un prisionero sobrevivir en el hemisferio occidental, pero estoy dispuesto como siempre a morir, antes que rendirme. Estoy listo para morir, pero no para vivir sin honor, sin dignidad”. La carta concluye con un grito de resistencia: “¡Viva Cuba libre! ¡Abajo la tiranía! ¡Abajo el hambre y la miseria! ¡Abajo la opresión!”.
Ferrer había sido excarcelado de forma provisional en enero de 2025 como parte de un acuerdo entre el régimen cubano y el Vaticano, pero esa medida fue revocada tras la muerte del papa Francisco. Fue arrestado nuevamente el 29 de abril durante un operativo en su vivienda, y desde entonces permanece encarcelado en condiciones de aislamiento y bajo abusos sistemáticos que buscan forzarlo a abandonar el país.