octubre 31, 2025

Cuba: entre apagones y alumbrones, adiós al aviso de consumo

En medio de una crisis electroenergética de dimensiones inverosímiles, la administración del país ha decidido eliminar el método tradicional para conocer el importe de la factura eléctrica.
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Un apagón en Cuba (Foto: CubaNet)

LA HABANA.- Hay quien afirma que en Cuba no se trabaja. Eso no es enteramente cierto. El que nos corta la corriente no descansa. Trabaja los domingos, en días feriados, sin avisar, sin verificar, sin prestar oídos a nuestras desgracias. Sin mirar a los lados. Sin mirar atrás.
Cual versión tropical de un febril y enajenado Charlot en Tiempos modernos, en lugar de apretar tuercas, va cortando cables. Y tan bien los corta, que luego su contraparte no tiene por dónde reconectar a los afectados.

Como resultado de su “diligencia ciega”, no pocas veces el servicio se corta aun habiendo pagado, pues una vez que recibe la orden no confirma antes de actuar. Más de uno ha sufrido su frenesí en carne propia. Así le sucedió hace poco a Montalvo, un vecino.

Montalvo es un anciano pensionado que vive solo. A pesar de sus escasos ingresos, nunca se atrasa en el pago de los servicios, mucho menos el de la corriente. Cada mes, apenas recibe el aviso de consumo, junta sus quilitos y se dirige resignadamente a la ventanilla del correo para cumplir con esa obligación.

Por eso no cabía en su asombro cuando un domingo, dos semanas atrás, se vio de pronto sin fluido eléctrico. Al principio pensó, comprensiblemente, que se trataba de uno de los apagones programados. Pero enseguida comprobó que los vecinos de los demás apartamentos sí tenían corriente. Llamó entonces a un conocido que, tras revisar el reloj, confirmó que el servicio había sido cortado intencionalmente. Por ser domingo, no había nada que hacer, salvo que una vecina le pasara una extensión para conectar el refrigerador.

Al día siguiente, Montalvo se presentó a primera hora en la oficina comercial de la calzada de Dolores entre 14 y 15, en Lawton. Allí, una empleada poco amable le informó que le habían cortado la corriente por falta de pago.
“¡Pero cómo por falta de pago, si yo nunca incumplo!”, se alarmó. La explicación no tardó: el anciano se había demorado esperando un aviso de consumo que nunca llegó, y cuando quiso darse cuenta, ya había pasado la fecha límite. Solo entonces supo que el “papelito de la luz” había sido eliminado definitivamente.

“¿Y entonces, cómo sé cuánto tengo que pagar?”, preguntó preocupado. La empleada respondió con tono mecánico: “Usted puede consultar su factura a través de Transfermóvil, Enzona, Telebanca, etcétera”.
“Pero yo no tengo móvil…”, replicó Montalvo. La mujer se limitó a encogerse de hombros.

En el contexto de una crisis electroenergética sin precedentes, el régimen ha decidido eliminar de un plumazo el método tradicional para conocer el importe de la factura eléctrica. El aviso de consumo queda atrás, de modo que los clientes deberán consultar plataformas digitales a las que no todos tienen acceso.
Los más perjudicados son los ancianos jubilados y pensionados, cuyos bajos ingresos y limitado acceso a las nuevas tecnologías los convierten en víctimas de un sistema que no fue pensado para ellos y que los excluye sin miramientos.

El cambio intempestivo se suma al estrés y la angustia que padecen a diario decenas de ancianos como Montalvo, enfrentados al temido corte sin haber recibido información ni tiempo para adaptarse.
Al pagar su deuda, la funcionaria le explicó que el servicio no se restablecería de inmediato: la Empresa Eléctrica disponía de al menos 48 horas debido a la falta de personal.
“O sea, que tienen para cortarla, pero no para ponerla”, razonó mi vecino. Abatido y totalmente desmoralizado, regresó a casa.

En cuanto a la reconexión, el plazo fue incluso mayor: dos semanas después Montalvo seguía sin corriente. Durante ese tiempo no dejó de acudir cada día a la oficina, solo para recibir la misma respuesta. La demora fue tan exagerada que llegó a sospechar que estaban esperando dinero.
Finalmente, otro vecino aplicó un ardid que funcionó: se presentó con un papel que acreditaba haber hecho una denuncia en la unidad de Policía. Tardó más en decirlo que el electricista en aparecer para reconectar el reloj.

Por cierto, en Cuba también se dice que cuando todos nos vayamos no va a quedar quien apague la luz. Ya ve usted: eso tampoco es exactamente así.

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Gladys Linares

Cienfuegos, 1942. Maestra normalista. Trabajó como profesora de Geografía en distintas escuelas y como directora de algunas durante 32 años. Ingresó en el Movimiento de Derechos Humanos a fines del año 1990 a través de la organización Frente Femenino Humanitario. Participó activamente en Concilio Cubano y en el Proyecto Varela. Sus crónicas reflejan la vida cotidiana de la población.