MADRID, España.- El Gobierno de Bélgica anunció el cierre de su embajada en La Habana como parte de una reestructuración de su red diplomática que contempla el cierre de ocho misiones y la apertura de cinco nuevas, según informó el canciller Maxime Prévot. La medida forma parte de un “redespliegue estratégico” destinado a optimizar recursos y responder a los cambios del entorno internacional.
Aunque la embajada belga dejará de operar en Cuba, el gobierno europeo aclaró que esta decisión no implica una ruptura de relaciones diplomáticas. Prévot señaló que el cierre de sedes “no prejuzga la importancia” que Bélgica sigue otorgando a los contactos bilaterales, y anunció que los servicios consulares para ciudadanos belgas serán asumidos desde misiones regionales.
Reacción del régimen cubano
Tras conocerse la decisión, la Embajada de Cuba en Bélgica emitió un comunicado fechado el 18 de noviembre en el que expresó su “sorpresa y decepción” ante el anuncio del gobierno belga.
El texto afirma que la decisión “no se corresponde con las históricas y positivas relaciones” entre ambas naciones, mantenidas por más de ciento veinte años, y destaca los vínculos “culturales, académicos, científico-técnicos, consulares, económicos y de cooperación”, que —según la nota— han estado sustentados en un “diálogo respetuoso”.
El régimen apunta además que el cierre “contrasta” con el interés declarado de Bélgica de fortalecer sus lazos con América Latina y el Caribe, y manifiesta su aspiración de que la medida no provoque un deterioro en las relaciones entre instituciones, científicos, empresarios, actores culturales y “los muchos amigos” de ambos pueblos.
En otro tramo del mensaje, La Habana señala su deseo de que Bélgica continúe desempeñando un papel “constructivo” en las relaciones entre Cuba y la Unión Europea dentro del Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación vigente desde 2017.
La decisión belga se produce en un contexto de enfriamiento de los vínculos entre La Habana y diversas naciones europeas. El cierre de la embajada tiene también un fuerte componente simbólico, pues supone la retirada de una misión con más de un siglo de presencia en la Isla.
Aunque Bélgica insiste en que mantendrá sus relaciones con Cuba por vías alternativas, la decisión podría afectar trámites consulares, cooperación cultural y vínculos académicos.
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