diciembre 3, 2025

A un mes de Melissa: la ayuda llega tarde, incompleta o no llega

Comunidades enteras de Santiago de Cuba aseguran que ni siquiera han recibido la visita de autoridades para evaluar los daños.
Los residentes en la localidad de Los Reynaldos, perteneciente al municipio de Songo La Maya, tuvieron que improvisar un puente tras el paso de Melissa para poder salir de su comunidad
Los residentes en la localidad de Los Reynaldos, perteneciente al municipio de Songo La Maya, tuvieron que improvisar un puente tras el paso de Melissa para poder salir de su comunidad (Foto: Cortesía)

LA MAYA, Cuba. – A un mes del paso del huracán Melissa por la región oriental de Cuba, las cifras oficiales y los reportes de ayuda internacional contrastan duramente con lo que describen los damnificados en municipios como Santiago de Cuba, Palma Soriano, Contramaestre, Songo La Maya y Holguín. En todos los casos, persiste una misma sensación: la ayuda llega tarde, llega incompleta o nunca llega, mientras crece el convencimiento de que parte de las donaciones se está desviando o administrando con opacidad.

En Santiago de Cuba, donde más de 110.000 viviendas sufrieron daños, según el periódico oficial Sierra Maestra—, la recuperación real apenas ha comenzado para muchas familias. Aunque el Gobierno aseguró haber atendido unas 882 viviendas con materiales, lo que ha llegado hasta ahora se reduce principalmente a tejas de asbesto-cemento, en cantidades insuficientes. Comunidades enteras aseguran que ni siquiera han recibido la visita de autoridades para evaluar los daños, lo que las deja fuera de los reportes oficiales y, por tanto, del acceso a recursos.

En la costa santiaguera, en el poblado El Francés, la fuerza del mar destruyó viviendas completas. CubaNet conversó con la sobrina de una pareja de ancianos de más de 70 años, quienes perdieron totalmente su vivienda por el impacto de las olas de hasta siete metros. La joven pidió proteger su identidad por temor a represalias, y decidió no revelar los nombres de sus tíos “por respeto”. No obstante, autorizó a publicar la información.

La vivienda de la pareja de ancianos, en ruinas
La vivienda de la pareja de ancianos, en ruinas (Foto: Cortesía)

La fuente detalla que sus tíos recibieron un colchón enviado desde La Habana (de la marca Perfect Dreams, generalmente fabricada en México) que, además, debió llegar acompañado de una mochila con insumos básicos, la misma que recibieron otros vecinos y ellos no. Ante las quejas, la delegada del área alegó que se había destinado a otra persona, sin poder demostrarlo. La familia interpreta esa diferencia como un posible desvío.

Además del colchón, la pareja de ancianos recibió un módulo para cocina (ollas, jarros, platos, cubiertos) y un módulo de alimentos proveniente de México, marca La Tienda. Además, les fue otorgado un set de la Cruz Roja Internacional, que incluía cobertores, medicinas, mosquiteros, lámparas, herramientas básicas, chancletas y otros insumos.

Lo que no han recibido sigue siendo lo esencial: materiales de construcción, una lona de cubierta para proteger lo poco que les queda y facilidades para reconstruir su vivienda. Las tejas que llegaron a la zona no están destinadas a derrumbes totales. Entretanto, la familia sobrevive gracias a donaciones personales, a la iglesia protestante de la zona que ha ayudado con comida, y a artículos de medio uso que la propia sobrina ha ido comprando para que los ancianos superen este desastre.

La joven especifica que sus tíos no recibieron lonas de la Cruz Roja pese a que sí se entregaron en zonas cercanas como Juan González y la Loma del Yarey, donde las escenas durante la entrega fueron caóticas: madres con niños cargados entre empujones para alcanzar los sets de emergencia de origen chino. “Un desastre total”, describe la entrevistada.

Muy cerca de allí, en El Cobre, se repite la misma dinámica: la comunidad quedó prácticamente arrasada por los vientos y, sin embargo, la mayor parte de lo que han recibido proviene de iglesias, mipymes que han enviado yogur y embutidos para los niños y del proyecto sociocultural La Familia Cubana, integrado por actores que residen en la Isla y en Estados Unidos. 

Por otro lado, en la bodega local solo han distribuido arroz, azúcar, chícharos, aceite y algunos productos extra para niños de cero a cuatro años y mayores de 65. El resto de la población continúa esperando.

Las tejas que llegaron —a precios “subsidiados”— deben pagarse a unos 100 pesos cada una. “¿De dónde va a sacar dinero alguien que perdió todo?”, se pregunta la santiaguera Dailin Samé. De la electricidad, apenas una mínima parte del pueblo la tiene restablecida: lo que el Gobierno presentó como una caravana de linieros desde Occidente fue, según los residentes, pura propaganda. En la práctica, solo un carro trabaja en las reparaciones, y los trabajadores ni siquiera pueden permanecer largas horas porque deben desplazarse hasta el hotel Sierra Mar para recibir comida. “Yo misma tuve que darles almuerzo para que pudieran avanzar”, cuenta la mujer que perdió parte del techo.

Las mismas quejas se multiplican al avanzar hacia Palma Soriano. Allí, Virgen Rodríguez, de 60 años, asegura que en su barrio “no han recibido ni un módulo de alimentos”. De hecho, en Facebook, el perfil oficialista Héroes del Moncada publicó fotos de productos interceptados en el mismo municipio en un intento de robo: cuatro mujeres —una de ellas administradora de la bodega “La Concepción”— fueron sorprendidas intentando apropiarse de alimentos destinados a los damnificados. Virgen lamenta que su hija, embarazada y con dos niños, perdió todas las tejas de su casa y “no ha recibido nada, ni materiales ni visita de nadie”. Asegura que en la cuartería conocida como “La Manzana”, donde el huracán arrancó el techo completo, las familias duermen a la intemperie. “Aquí lo único que están repartiendo son promesas”, dice.

En Contramaestre, por donde pasó el ojo del huracán, la denuncia es aún más contundente. El activista exiliado Yoandris Veranes afirma que allí “las ayudas fueron a parar a las arcas del régimen”, porque los afectados siguen sin recibir apoyo. Lo que el ciclón destruyó —casas, techos, cultivos— permanece igual. Los habitantes no recuerdan la última vez que un funcionario les habló de un plan de recuperación.

En Songo La Maya, por su parte, la situación se agrava en zonas como Jarahueca, donde la crecida del río arrasó viviendas y producciones agrícolas. Allí no han llegado los módulos de alimentos ni las donaciones que las autoridades mencionan en medios. Los vecinos de Los Reynaldos, Ti Arriba y Ponupo siguen parcialmente incomunicados por las crecidas que provocaron las intensas lluvias de Melissa. 

En el punto de materiales de La Maya, lo único que apareció fueron tejas de asbesto-cemento que, según confesó un trabajador a CubaNet, “se están malversando”. “Las están vendiendo en 1.600 pesos porque la gente sabe que no van a alcanzar. Ya esta es la segunda vez que traen, la primera se fueron en un soplo”, explica. De hecho, en varios grupos de Revolico de la provincia, de repente han empezado a aparecer grandes lotes de tejas en venta con el mismo precio. 

Queja en Facebook de un damnificado del huracán Melissa (Captura de pantalla)

“Vinieron, hicieron un espectáculo, tomaron fotos y se fueron. Nada más. El puente de madera para cruzar lo hicimos nosotros mismos”, cuenta Dailin Samé desde Los Reynaldos, una comunidad popularmente conocida como Baltoni.

En Holguín, provincia por donde Melissa abandonó el territorio nacional, aunque los daños fueron menores, la queja es directa: “En gran parte de Holguín no han entregado ni un grano de arroz”, denuncia Maritza Martínez. La recogida de escombros tardó más de 20 días y la población esperaba que, con la cantidad de alimentos y fondos anunciados, la asistencia alcanzara para toda la provincia. No fue así. Aquí no estamos muriendo de virus y de hambre”.

Mientras tanto, en provincias cercanas como Guantánamo, los donativos internacionales se mezclan con la venta estatal de productos, lo que  confunde a los damnificados. Los colchones de donación se entregan gratis, pero los de la llamada “reserva estatal” —1.580 unidades— se venden a 3.730 pesos, un precio prohibitivo que, según anunciaron las autoridades, en algunos casos serán rebajados. 

El 20 de noviembre, la página oficialista Santiago de Cuba hoy, indicó en Facebook que Cayo Granma, en Santiago de Cuba, estaba recibiendo colchones gratuitos y «otros artículos personales», que no eran donativos, al precio de 1.430,76 CUP.

Pese a los 4 millones de dólares movilizados por agencias de la ONU hacia la zona afectada y los cargamentos de donaciones recibidas por el Gobierno cubano, en las zonas afectadas las familias entrevistadas aseguran haber recibido “muy poco o nada”. Ninguna vivienda destruida se ha comenzado a reconstruir y los materiales que llegaron deben comprarse a mitad de precio. Buena parte de las donaciones entra por canales estatales sin que exista una sola lista pública de beneficiarios ni un catálogo de entregas.

El resultado es un mosaico de frustración: en las zonas más afectadas del Oriente cubano, la ayuda llega a cuentagotas y miles de familias siguen durmiendo en casas prestadas, bajo lonas improvisadas o directamente al aire libre. Lo que se percibe en cada conversación es una mezcla de cansancio y desengaño: la sensación de que el huracán ya pasó, pero el abandono sigue soplando.

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Yadira Serrano Díaz

Reside en Santiago de Cuba. Miembro de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU)

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