To Lose a War. The Fall and Rise of the Taliban, el nuevo libro del célebre reportero de guerra estadounidense Jon Lee Anderson (1957), quien en diferentes momentos claves de las últimas décadas ha trabajado desde Afganistán, saldrá a la venta este martes 12 de agosto en Estados Unidos. Justo una semana después de Kings of Kings, un volumen donde su hermano menor, y también colega de renombre, Scott Anderson (1959), hace el recuento y sopesa críticamente el papel de Washington en la Revolución Iraní de 1979 y lo que vino después.
A partir de experiencias de primera mano en esos contextos específicos, y en general gracias a sus miradas privilegiadas tras reportear sobre diversos conflictos en más de 60 países, ambos autores –que firmaron juntos libros iniciales como Inside the League (1986) y War Zones. Voices from the World´s Killing Grounds (1988)– recapitulan ahora procesos históricos complejos, sin dudas problemas irresueltos, cuando no apuestas a la larga fallidas desde la perspectiva del poder estadounidense, cuya excoriante actualidad se extiende ante nuestros ojos.
En los dos casos, resultan elocuentes los subtítulos: “Caída y ascenso del Talibán” subraya la trayectoria inversa a los intereses de Washington y Occidente que ha seguido la nación afgana –donde ese movimiento político y militante islamista retomó el poder en 2021– luego de que a principios del mileno George W. Bush decretara “la guerra contra el terror”.
“A Story of Hubris, Delusion and Catastrophic Miscalculation” (“Una historia de arrogancia, delirio y catastróficos errores de cálculo”): es el apretado corolario de Scott Anderson sobre cómo la revolución islámica liderada por el ayatolá Jomeini en el antiquísimo territorio persa cogió movido al establishmentestadounidense, que durante años había apoyado al régimen autoritario y secular del Shah Reza Pahlaví.
Los recientes bombardeos de la administración Trump sobre territorio iraní, y los frecuentes cruces de misiles entre Teherán y Tel Aviv, son testimonios inmediatos de cómo han ido las cosas por allí durante el último (casi) medio siglo.
Desde luego, el punto de vista común de ambas obras es, inevitablemente, norteamericana, y en específico el de dos autores que pertenecen a la ya larga tradición de reporteros de guerra en los más conspicuos medios del mainstream liberal.
Jon Lee Anderson –autor de una aclamada biografía del Che Guevara, cuya investigación, de hecho, condujo al hallazgo, 30 años después, de los restos mortales del guerrillero argentino-cubano– es una firma icónica en la influyente revista The New Yorker, mientras que Scott Anderson –desde siempre obsesionado con la historia, y escritor también de un par de novelas– ha publicado varios de sus trabajos más importantes enNew York Times Magazine, entre otras.
“Aun cuando son libros muy diferentes, los hermanos comparten un interés permanente en el lugar de Estados Unidos en el mundo, junto con una preocupación sobre cómo el enorme poder del país lo ha llevado a exacerbar, en lugar de aliviar, el desastre”, escribe en The New York Times Jennifer Szalai, quien conversó con ambos a propósito de estas novedades editoriales veraniegas a cargo de Penguin Random House.
“La fascinante historia que Scott Anderson teje es la de un dictador ciego al desdén de sus súbditos y una superpotencia que se precipita al desastre. Scott Anderson narra este asombroso relato con el brío narrativo, el ingenio mordaz y el agudo análisis que hicieron de su best-seller Lawrence in Arabia uno de los textos clave para comprender el Oriente Medio moderno. La Revolución iraní, argumenta Anderson convincentemente, fue un acontecimiento tan trascendental como las revoluciones francesa y rusa”, expone la editorial, y The New York Times Book Review lo confirma en esta cita seleccionada para promoción: “Un libro excepcional e importante. Un reportaje meticuloso y emprendedor rara vez se combina con una narrativa tan magnífica”.
En cuanto al libro de Jon Lee Anderson, este elogio de Ben Rhodes, exconsejero adjunto de Seguridad Nacional de Barack Obama: “Más que cualquier otro periodista estadounidense en la guerra de Afganistán, Jon Lee Anderson supo encontrar la historia: en las vidas de los afganos que se debatían entre la ocupación estadounidense y la represión talibán. Con su valentía, curiosidad y humanidad característicos, y su ojo inquebrantable para la hipocresía oficial y los detalles reveladores, Anderson pinta un panorama fascinante de lo que salió mal en las dos décadas posteriores al 11-S. To Lose a War es un registro histórico y esencial de lo ocurrido en Afganistán, una advertencia atemporal sobre la extralimitación imperial y un conmovedor homenaje a la resiliencia de los afganos que lo vivieron todo”.
Así lo presenta Penguin Random House: “To Lose a War recopila los escritos de Anderson sobre Afganistán a lo largo de casi un cuarto de siglo. Con las historias de The Lion´s Grave [su libro anterior sobre ese conflicto] y todas las que publicó desde entonces, así como importantes escritos que aparecen aquí por primera vez, el libro ofrece un relato cronológico, a medida que se desarrolla, de una tragedia monumental […] uno de los mayores fracasos de la política exterior de la era moderna y presagio de un más amplio declive imperial estadounidense”.
Desde hace muchos años también interesado en la realidad latinoamericana, Jon Lee Anderson no solo ha realizado innumerables reportajes sobre diversos asuntos conflictivos y ha perfilado a las figuras más prominentes, y a menudo excecrables, del subcontinente; también ha estrechado lazos con muchos colegas de la región.
Hace muy poco aconsejaba a jóvenes reporteros durante el Festival Gabo en Colombia. Al parecer hay una fórmula terapéutica ante el horror: “escribiendo y hablando, uno se mantiene sanito”, aseguró a fines de julio en Bogotá.
“Vivo intrigado intelectualmente del poder, porque las justicias e injusticias de los poderosos nos rigen la vida”, dijo a su audiencia en otro momento el autor de La caída de Bagdad, Crónicas de un país que ya no existe, Los años de la espiral o El dictador, los demonios y otras crónicas. “Trump y sus cretinos llegaron al poder en Washington y declararon la guerra contra la creatividad y la intelectualidad. Explícitamente quieren que desaparezcamos”.
La revista cubana El Estornudo republicó en español hace algunos años su memorable crónica “Los afganos aman las flores”, que termina así: “Afganistán ha sido el único lugar en el mundo donde he tenido que contratar hombres para proteger mi vida. Y contraté a tantos hombres que podría haber armado mi propia milicia. Entre la xenofobia, el bandolerismo y la brutalización de esta sociedad, los extranjeros deben viajar acompañados de hombres armados. Solo por curiosidad, comencé a indagar qué haría falta para convertirme en un warlord, en un señor de la guerra. Diez mil dólares. Nada más. Bastaba para comprar un par de camionetas high lux, fusiles Kalashnikov rusos, y cien hombres armados para un mes. Para no gastar más después, nos convertiríamos en una mafia: iríamos donde los mercaderes y dueños de empresas para pedirles dinero. Luego te tropezabas con otro señor de la guerra, y le ganabas la batalla. No era difícil armar un ejército privado en Afganistán. Así se sobrevivía”.