Matar a un hombre (2024; 12 min.), cortometraje del cubano Orlando Mora Cabrera que fue censurado durante la edición pasada del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en La Habana, mereció este viernes 28 de noviembre una mención honorífica en el 37mo. Festival de Cine de Girona, en España.
“Nos llena de emoción compartir este logro. Felicitamos al increíble equipo y a todas las personas que han sido parte de este proceso”, escribió el cineasta en su perfil de Instagram
Mora Cabrera llegó incluso a ser detenido en Cuba tras denunciar “otro episodio de exclusión y censura en el cine cubano” que la organización de la cita habanera intentó camuflar con subterfugios y dilaciones: vale decir, recurrentes “cortes de luz” y cambios de sede de la proyección hasta quedar finalmente fuera de la programación.
“Intuyo que Matar a un hombre ha sido censurada por razones esencialmente homofóbicas, por poner en relieve un discurso crítico sobre diferentes manifestaciones de violencia, dominación o control que se pueden ejercer sobre nuestros cuerpos. Me entristece que se convierta en otra película censurada y excluida por las autoridades políticas y culturales cubanas. Una cinta más que espera por un espacio para su estreno y circulación nacional”, escribió entonces el director en redes sociales.
El sábado 21 de diciembre de 2024, “tres agentes” del Ministerio del Interior (MININT) detuvieron al joven realizador, según informó la independiente Asamblea de Cineastas Cubanos. Ello fue confirmado horas más tarde por el propio Mora Cabrera, quien para entonces ya había regresado a su casa desde la conocida estación policial de Zapata y C.
“Javi aparece por última vez en un club queer donde trabaja como bailarín erótico, pero tiene que lidiar con Castillo, un cliente habitual que se resiste a no volver a verlo nunca más”, se lee la sinopsis del corto, realizado como parte de la formación de su director en la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños (EICTV).
El argumento del filme muestra la relación de un militar de alta graduación con un bailarín que se apresta a dejar el país, es decir, explora la diversidad sexual e interpela en tal sentido al poder, lo que tradicionalmente ha supuesto una zona de conflicto –cuando no una no go zone— para la institucionalidad oficial cubana.
La propia EICTV rechazó por aquellos días “cualquier forma de exclusión en el arte y el pensamiento, principios urgentes en el complejo escenario cubano y mundial”.
“Hechos como este reafirman la importancia de fomentar el audiovisual y formar espectadores capaces de abrazar la diferencia, la polémica de los nuevos lenguajes y enfrentar los temas acuciantes”, decía el comunicado de la institución, que se sumó así –pese a sus propio polémico historial– a los mensajes públicos de apoyo a Mora Cabrera por parte de intelectuales y colegas del gremio cinematográfico. “La incomprensión rara vez logra eludir los debates, siempre necesarios, y por el contrario debilita las instituciones. El patrimonio eicteviano es nuestra manera de contribuir a una sociedad más inclusiva y justa”.
Tras su exclusión del festival de La Habana, Matar a un hombre tuvo proyecciones en algunos espacios alternativos de la capital cubana.
