1. Wallace en su salsa
Un poco de Stravinski y un poco de mazurca
eso es Wallace Stevens. En el techo del Waldorf
con Margaret & Jim Powers. Invitó a sus amigos
a un arenque con crema y luego a una caminata
por Manhattan. Diez millas en la noche rodeada
de poetas. Pues Wallace multiplicaba su esencia
en las cornetas del jazz y a veces bailaba.
Quien no entienda que Gatsby fue un agente
de indemnizaciones en Hartford no podrá ver la vida
ni las inspiraciones con la escama en el ojo.
Suerte a quienes lo vieron una vez en la noche
estrellada de un New York sin sentido.
Un lugar abatido por la crisis pecuniaria
que dio al mundo la música de una harmónica
bajo un toldo de palmas y un pescado en su salsa
que hablaba por los codos.
2. Man’s Fever
Man’s fever is not present here.
Wallace Stevens hojea Orígenes
“La fiebre del hombre no está presente aquí”, vale decir
del hombre en tanto hombre o del hombre sexuado
como fruta caliente. Son hombres fríos los que hablan
entre dientes. Es un pájaro cubano lo que tiene delante
con un libro de eunucos encuadernado en piel
de praeputium. En palabras latinas de altas sonoridades
que el agente de insurance juzgara incongruentes.
Es el dios de lo frívolo lo que tiene enfrente.
El que pronto sería secretario de la Luna.
El campeón del Partido, abreviado de cuna.
Pronto su frialdad, su fiebre inoportuna
hará rodar cabezas y la fiebre del hombre bajará de las urnas.
Como una fiebre pálida de extraños millonarios
en piyamas a rayas buscando los orígenes. Encontrarán a Cuba
y en la fiebre del hombre, su perfecta venganza.
3. At the Museum of Future Pantaloons
“All is futurible, if you say as much…”, Stevens met
Eberhart, his letters burned softly in a fire alighted
By his wifey, upstairs, in the attic. The flames created
A sort of broken afternoon against the panes
And then the lake, irrepressible in Hartford, aglow
Like sheets of music and draperies afoot
A secret mansion, livid and forlorn. As ever
The giant in burly pantaloons abode alone
Displeased with the world, insisted in the fog
Of a colloquy where words became frisked metaphors
The lilacs flumped, distorted on his lips, fat and
Unusual the man in business suit. Still
The poet of the Canoe Club, munching on cult cuts
The sauce and the roast beef, the darkened forks and
Melted cheese on the muted tie, the bulky silk…
He cottoned not to praise, rejected Frost and all
Would never, in a hundred years, address the People
From the Capitol, on marble steps of a faux Brumaire.