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El sóviet caribeño: un libro de César Reynel Aguilera

César Reynel Aguilera sostiene que Fidel Castro llegó y se mantuvo en el poder gracias a los comunistas cubanos y a la inteligencia soviética. Una tesis que, a la luz de la evidencia histórica, resulta insostenible.

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El sóviet caribeño. La otra historia de la Revolución cubana (Ediciones B), de César Reynel Aguilera, brinda una valiosa y copiosa información acerca de la historia política republicana, en particular del primer Partido Comunista de Cuba. Fundado en 1925, bautizado como Unión Revolucionaria Comunista en 1939,[1] renombrado Partido Socialista Popular en 1944, y autodisuelto en 1961 para integrarse a las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), el autor resume estos cambios bajo las siglas PCC-PSP, que utilizaremos en nuestra exposición.

La tesis central del libro consiste en que Fidel Castro llegó y se sostuvo en el poder gracias a los comunistas cubanos y a la inteligencia soviética. Para sustentarla, el autor describe los niveles en que estaba estructurado el PCC-PSP, entre ellos un núcleo central de inteligencia soviética (NCIS) que apadrinó a Fidel Castro, integrado entre otros por el polaco Fabio Grobart y los cubanos Flavio Bravo, Ramón Nicolau y Osvaldo Sánchez.

Fabio Grobart, pieza clave de la narrativa, es definido por el autor como un agente de la Inteligencia Militar Soviética, enviado a Cuba por la III Internacional Comunista (Comintern),[2] con el objetivo de crear un partido en la Isla adherido a la causa bolchevique. Al llegar a Cuba, Fabio entró en contacto con la Agrupación Comunista de La Habana, creada en 1923, formó parte de los fundadores del Partido Comunista en 1925, y ocupó la secretaría de organización del Buro Nacional en 1936. Según el autor, fue “el hombre encargado eventualmente de que Fidel triunfara donde habían fracasado Mella, Guiteras y Echeverría”.[3]

Para explicar el control sobre Fidel Castro, Aguilera menciona a varios hombres de Grobart que establecieron relaciones cercanas con aquel, entre ellos a Flavio Bravo Pardo. Este ingresó en 1936 en la Hermandad de Jóvenes Cubanos, una asociación controlada por el PCC-PSP que en 1940 se fusionó con la Agrupación de Jóvenes del Pueblo para conformar la Juventud Revolucionaria Cubana, de la que fue uno de sus dirigentes. Al crearse la Juventud Socialista en 1944, continuidad de las anteriores, Flavio la dirigió durante doce años e integró el Comité Central del PCC-PSP. Ramón Nicolau, otro de los hombres de Grobart, ingresó al PCC-PSP en 1926, fue enviado a estudiar en la Escuela Leninista del Comintern, y regresó a Cuba en 1933. A partir de entonces fue miembro del Buró Político. Por último, Osvaldo Sánchez, procedente de la Liga Juvenil Comunista que dirigía Grobart, encabezó el aparato de inteligencia del PCC-PSP y fue uno de los encargados de crear, bajo la dirección de Nicolau, el sistema de imprentas clandestinas del Partido. En 1956, sustituyó a Nicolau, por razones de salud, como jefe de trabajo de inteligencia del PCC-PSP.[4]

El autor se refiere, además, a los errores cometidos por el PCC-PSP, entre ellos la traición a la huelga general de agosto de 1933 (en el momento en que el paro iba asumiendo carácter nacional, momento en que el PCC-PSP decidió negociar con Gerardo Machado), y la adhesión a la política de frente popular decretada en 1935 por Stalin, la cual condujo a pactar con Fulgencio Batista en 1938 y a establecer una cooperación que duró más de un lustro.[5] Como resultado de ese pacto resurgieron y se crearon nuevos órganos de difusión: el periódico Noticias de Hoy fue legalizado, se creó la emisora Mil Diez, la editorial Páginas y la revista Fundamentos; se fundó la Confederación de Trabajadores de Cuba, y se crearon la Cuban Sono Film y el Teatro Popular. Todas estas asociaciones sirvieron para penetrar e influir en diversos sectores de la sociedad cubana.[6]

En ese contexto de errores y avances, el PCC (rebautizado como Partido Socialista Popular) se presentó a las elecciones presidenciales de 1944 formando parte de la Coalición Socialista Democrática que postulaba a Carlos Saladrigas como presidente, frente a la candidatura de Ramón Grau San Martín que resultó vencedora.

Para validar su tesis, el autor es exhaustivo en la cita de hechos, algunos de los cuales no se sostienen como demostración de sus aseveraciones. De ellos he seleccionado nueve, a los que añado mis comentarios.

1) “Teniendo en cuenta los errores cometidos y reveses sufridos en los años cincuenta, el PCC-PSP buscó un candidato que los beneficiara. Ese candidato fue Fidel Castro”.[7]

Aguilera intenta demostrar su afirmación, aduciendo que en 1975 Fabio Grobart hizo la presentación de Fidel Castro como primer secretario del Partido Comunista que se creó después de 1959. Sin embargo; este hecho por sí mismo no prueba una continuidad entre el primer Partido Comunista fundado en 1925 y el creado en 1965. Por otra parte, hasta el fracaso del asalto al cuartel Mocada en 1953, Fidel Castro carecía de importancia como para que el PCC-PSP, un partido de larga experiencia política, lo asumiera como candidato.

2) Durante sus años de estudiante Fidel Castro no fue electo para ningún cargo importante dentro de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU); se relacionó con la Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR), un grupo gansteril encabezado por Emilio Tro; asistió la fundación del Partido Ortodoxo; se involucró en la operación de Cayo Confite organizada por el Movimiento Socialista Revolucionario (MSR) para derrocar a Trujillo, empresa en la que tuvo suerte porque durante la organización de esa operación la UIR y Emilio Tro fueron diezmados. Ante este último hecho el autor se pregunta: ¿tuvo suerte Castro o el aparato de Inteligencia del Partido decidió protegerlo? Y en 1948 durante su estancia en Colombia se involucró en el Bogotazo.[8]

Resulta muy dudoso que, en esos años, cuando el Partido Auténtico estaba en el poder y los comunistas eran reprimidos, el PCC-PSP estuviera siguiendo los pasos de alguien que carecía de reconocimiento en el estudiantado, en los grupos gangsteriles y en las organizaciones en las que se involucró. Mucho más dudoso es que el núcleo de inteligencia soviética del PCC-PSP, integrado por figuras de alta preparación, le dedicara una atención especial y meticulosa a una persona con las características descritas, entre las que resalta el ansia de aventura, de protagonismo y la orfandad de un pensamiento coherente.

3) Aguilera explica que “uno de los objetivos de los comunistas en la Universidad era apoderarse de la Federación Estudiantil Universitaria. Para ello se valió de la labor de figuras como Alfredo Guevara y Lionel Soto, miembros de un equipo guiado por Flavio Bravo, que posibilitó controlar buena parte de las decisiones de las organizaciones juveniles en ese centro docente. Por medio de Lionel Soto Fidel Castro conoció a Flavio Bravo, el autor intelectual de la llamada Generación del Centenario, creada al cumplirse un siglo del nacimiento de José Martí. Para ese fin Flavio nucleó a un grupo de jóvenes que luego integraron las filas del Movimiento 26 de julio (M-26-7), entre ellos Fidel Castro. Añade el autor que Alfredo Guevara logró llevar a Fidel Castro a Bogotá, de donde regresó convertido en figura.

El hecho de considerar que esas personas cultivaron a Fidel Castro es una subvaloración de la naturaleza del “cultivado”, una personalidad, como lo define Hilda Molina,[9] psicópata, sociópata y narcisista. Los psicópatas, según explica esta neuróloga, son carismáticos e inteligentes. “Fidel era perversamente inteligente, un estratega extraordinario. El gran problema del mundo ha sido ignorarlo”. Lionel Soto, Flavio Bravo y Alfredo Guevara sin duda eran personas inteligentes, pero incapaces de moldear lo inmoldeable, como lo demuestra cualquier análisis histórico, biográfico o psicológico que se haga del líder cubano.

4) “Al salir de prisión, Fidel Castro usó como cuartel general un lugar que estaba en la mima cuadra de un local que Fabio Grobart había utilizado en 1950”.

Esta afirmación es una conclusión forzada. Por las mismas razones que utiliza el autor para ese razonamiento, se podrá concluir que elegir como cuartel general un lugar ubicado en la misma cuadra que años antes había utilizado Grobart, era cualquier cosa menos el lugar adecuado.

5) En 1956, después de la liberación de los asaltantes al Moncada, Osvaldo Sánchez envió a Raúl Valdés Vivó (secretario de la Juventud Socialista en la Universidad de La Habana) a entrevistarse con Fidel Castro para decirle “que tenía que salir de Cuba porque lo iban a matar y que el Partido ya había tomado las medidas necesarias para protegerlo. En 1956, durante la preparación en México, Osvaldo Sánchez y Flavio Bravo viajaron a ese país para entrevistarse con Fidel Castro. Después del desembarco y del descalabro de Alegría de Pío, en diciembre de 1956, Goswald Fleitas, hombre de confianza de Osvaldo Sánchez, estableció el primer contacto con la guerrilla de Fidel”.[10]

En 1956, después del Asalto al Moncada, el Fidel aventurero, rechazado en elecciones democráticas, devino figura política. Ese giro no podía pasar desapercibido para el resto de las fuerzas políticas, mucho menos para la inteligencia del PCC-PSP, que gozaba de una rica experiencia en la penetración de personas, sectores y asociaciones. Por esa razón las acciones de Osvaldo Sánchez, Flavio Bravo y Goswald Fleitas pueden explicarse. Lo que no ofrece dudas es que una figura que con su acción violenta había escalado a los primeros planos de las noticias y la política, debía ser, por lógica, objeto de atención del aparato de inteligencia del PCC-PSP, pero ese hecho resulta insuficiente para confirmar la tesis del autor.

6) Otro hecho al que se refiere Aguilera es la reunión de Altos de Mompié, donde Fidel Castro aprovechó el fracaso de la huelga del 9 de abril de 1958 para hacerse del control absoluto del M26-7. Enzo Infante, jefe de propaganda del M26-7, citado por el autor del libro, asegura que la existencia y amplitud del aparato de inteligencia con el que Fidel Castro contó desde la Sierra Maestra es altamente reveladora de las relaciones tempranas del castrismo con los comunistas.

La afirmación de Enzo, utilizada por Reynel, pudiera tener valor si no hubiera sucedido lo mismo después en el proceso de concentración del poder en su persona, como aconteció de forma recurrente luego del triunfo de la Revolución. Para demostrarlo basta citar tres ejemplos: Urrutia, Miro Cardona y Aníbal Escalante.

El 1 de enero de 1959 Manuel Urrutia Lleó tomó posesión como Presidente Provisional, al día siguiente designó a Fidel Castro Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y el 3 de enero, al conformarse el primer gabinete gubernamental, José Miró Cardona ocupó el cargo de Primer Ministro,[11] Acto seguido, la Constitución de 1940, que debía ser restablecida, fue modificada sin consulta popular para conferir al Primer Ministro las facultades de Jefe de Gobierno y al recién creado Consejo de Ministros las funciones del Congreso. Ante las contradicciones entre Urrutia y Miró Cardona, algunos miembros del M-26-7 “le plantearon a Fidel que ocupara el premierato”, y este, con su intuición innata aceptó el cargo, pero con condiciones para satisfacer su exigencia se modificó el artículo 146 de la Constitución, el cual quedó así: “Corresponderá al Primer Ministro dirigir la política general del Gobierno, despachar con el Presidente de la República los asuntos administrativos, y acompañado de los ministros, los propios de los respectivos departamentos”. En virtud de este cambio, el jefe de las fuerzas de tierra, mar y aire y Primer Ministro, se convirtió además en jefe político del gobierno.[12]

El 6 de febrero de 1959, en una intervención ante los trabajadores de la empresa petrolera Shell, Fidel Castro hizo alusiones a los defectos del Gobierno, con lo cual se hizo pública la crisis interna con el presidente Urrutia. El 17 de julio de 1959, a través del periódico Revolución, Fidel expresó la decisión de renunciar, y en una comparecencia ante las cámaras televisivas de CMQ, dijo: “La razón de la renuncia es una razón de orden interno […] obedece a la imposibilidad por mi parte de continuar ejerciendo el cargo en las actuales circunstancias, dadas las dificultades con el señor Presidente de la República”. [13] Ante la presión, Urrutia presentó la renuncia, su lugar se designó a Osvaldo Dorticós, y Fidel anunció su regreso al cargo de Primer Ministro, con un presidente y un gabinete bajo su control. Restaba poner las bridas a las organizaciones políticas.

Después de la desaparición de los partidos políticos tradicionales, quedaron solamente el DR-13-M, el PSP y el M-26-7. El primero, después de la fallida ocupación del Palacio, la Universidad, la Base de San Antonio de los Baños y otros lugares, se desintegró como fuerza armada para convertirse en organización política. El PSP, en junio de 1961, anunció su autodisolución. En marzo de 1962, las tres organizaciones constituyeron la dirección de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), con Aníbal Escalante como secretario de Organización. El 26 de marzo, Fidel acusó a Aníbal Escalante de seguir una política sectaria, y fue separado. Nueve días después, Fidel asumió como Primer Secretario y Raúl Castro como Segundo Secretario de las ORI. En enero de 1963, las ORI se convirtieron en el Partido Unido de la Revolución, y en octubre de 1965 asumió el nombre de Partido Comunista, para el cual Fidel fue designado Secretario General. Desde ese momento, pasó a ser Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, Primer Ministro y Secretario General del Partido.

Esos hechos ocurrieron sin asesoramiento del NCIS, lo que demuestra la capacidad de manipulación y de maniobra del líder para apartar figuras del poder e imponerse.

7) En diciembre de 1964, en la Asamblea General de la ONU, el Che aseguró que en Cuba “se había fusilado, se estaba fusilando y se seguiría fusilando”, lo cual puso en evidencia, según Aguilera, la verdadera naturaleza del régimen cubano. Luego, en la Conferencia de Solidaridad Afroasiática, celebrada en Argel el 24 de febrero de 1965, dijo: “¿Cómo puede significar beneficio mutuo vender a precios de mercado mundial las materias primas que cuestan sudor y sufrimientos sin límites a los países atrasados y comprar a precios de mercado mundial las máquinas producidas en las grandes fábricas automatizadas del presente? […]. Si establecemos ese tipo de relación entre los dos grupos de naciones, debemos convenir en que los países socialistas son, en cierta manera, cómplices de la explotación imperial”; palabras que, para Aguilera, terminarían costándole la vida.

Estas citas juegan en contra de los criterios del autor. Lo que las mismas demuestran es el olfato de Fidel Castro y su disposición de hacer cualquier cosa para sostener su proyecto, el cual sencillamente necesitaba de la URSS, y la conducta del Che era un obstáculo.

8) Aguilera sostiene que, si se toma en conjunto, y no como hechos aislados, las “defenestraciones” de Camilo Cienfuegos, Blas Roca, Edith García Buchaca, Fabián Escalante, Joaquín Ordoqui y el Che Guevara. Y se reconoce que todas empezaron a partir del regreso de Fabio Grobart a Cuba después de Bahía de Cochinos, es posible entender que formaron parte de un mismo proceso de eliminación de todos los obstáculos que pudieran interferir con el poder de los estalinistas del NCIS.

Aquí se repite la misma falta: no tener en cuenta la personalidad de Castro. Esos hechos y otros dentro y fuera de Cuba, no se pueden entender y mucho menos explicar sin partir del egocentrismo del líder. No fue un resultado de la casualidad, con tantas figuras brillantes que tomaron parte en el proceso revolucionario, que Fidel terminara como Comandante en Jefe, Primer Ministro y Secretario del único partido permitido.

9) Los objetivos de la URSS eran arruinar la economía cubana y convertir a Cuba en dependencia de Moscú, sostiene Aguilera: “Para los estalinistas del NCIS del PCC-PSP el objetivo se había cumplido. A partir de la famosa zafra de los Diez Millones Cuba pasó a ser un país completamente dependiente de la URSS y del campo socialista. No es casual entonces que esos hombres del NCIS del PCC-PSP se hubieran dedicado, con verdadero entusiasmo, a apoyar los dementes planes económicos del Che Guevara y de Fidel Castro”.

La URSS necesitaba a Cuba, durante la Guerra Fría que siguió a la Segunda Guerra Mundial, como satélite. Para ello estuvo dispuesta a sostener la Isla económicamente, pero esa decisión geopolítica dista mucho de que el fin de la URSS era arruinar a la economía cubana. Cuba era un medio, y con una economía arruinada, no se podía exhibir como vitrina socialista al lado de los Estados Unidos. Cuba devino instrumento de la geopolítica soviética. Los planes arruinados son responsabilidad absoluta de los desmanes de Fidel Castro, dando rienda suelta a sus proyectos sin respetar las leyes que rigen los fenómenos económicos.

Algunas experiencias personales

En 1960, aproximadamente entre mayo y agosto, se desarrolló el último curso de la Escuela Nacional de Cuadros del PSP, del cual yo fui uno de sus veinte alumnos. Dicha escuela funcionó de forma clandestina y semiclandestina desde 1953 hasta su cierre en 1960. En la escuela conocí personalmente a casi todos los dirigentes del PSP que conformaban el claustro de profesores, entre ellos a Aníbal y César Escalante, Blas Roca, Lázaro Peña, Lionel Soto, Severo Aguirre, Valdés Vivó, Pelegrín Torras, Felipe Carneado y otros. Ante la tesis de Aguilera, la pregunta es la siguiente: si Fidel Castro había sido formado por los comunistas y la revolución que él encabezó ya estaba en el poder, ¿qué sentido tenía, un año y medio después de tomar el poder, mantener la escuela oculta? Por lo que allí aprendí puedo asegurar que no existía una certidumbre del camino que Fidel podía tomar después de enero de 1959.

En marzo de 1962, siendo miembro del Comité Provincial de la AJR, cuando Fidel Castro acusó a Aníbal Escalante de sectarismo, César Gómez, padre del autor del libro, era el secretario de la Asociación de Jóvenes Rebeldes en la antigua provincia de Oriente. César, admirador de Aníbal, quien de 1957 a 1959 había sido secretario de la Juventud Socialista en la Universidad de La Habana, considerada por el PCC-PSP como séptima provincia de Cuba, me pidió que viajáramos a Bayamo donde residía mi padre, Dimas Castellanos, un tabaquero comunista de muchas luces en materia política, para preguntarle su opinión acerca del ataque de Fidel Castro a Aníbal. Mi padre respondió de forma sintética, como era su costumbre: “no se apresuren, a mi no me queda claro cuáles son las intenciones de este muchacho”. Es decir, César, un cuadro del PCC-PSP con experiencia y sólida formación política, conocedor de los intríngulis del Partido, quedó desconcertado ante el ataque contra Aníbal. Algo que hubiera sido imposible si la tesis del autor sobre la labor acerca de la inteligencia hubiera tenido la magnitud que le otorga.

El consejo de Fidel Castro a los líderes soviéticos de emplear las armas nucleares instaladas en Cuba contra Estados Unidos, un hecho que colocó al mundo al borde de una tercera conflagración mundial, es una prueba contundente de la maniobra soviética con la instalación de cohetes en Cuba para negociar con Estados Unidos la retirada de los misiles norteamericanos desplegados en Turquía. El hecho puso en guardia al Kremlin de lo peligroso del “alumno”; algo que, si la inteligencia soviética y la de los comunistas cubanos no previeron, resulta forzado atribuirle la afirmación de que Fidel fue llevado y se sostuvo en el poder gracias a ellos. La crisis de los misiles de 1962 no confirma a Fidel como marioneta, sino como alguien incontrolable, difícil de manejar y extremadamente peligroso, lo que difiere de las argumentaciones del autor.

Un fenómeno como la Revolución de 1959 no se puede explicar sin un conocimiento exhaustivo de la personalidad de Fidel Castro, un requisito ausente en el libro El sóviet caribeño. La otra historia de la revolución cubana. Pero lleva razón César Reynel cuando afirma que el PCC-PSP tuvo una impresionante red de agentes secretos y un sistema de colección de información y de emplazamiento de militantes que permitió influir en la vida política de la Cuba republicana de una forma que hoy resulta inaceptable para la propaganda castrista. Sin embargo, eso no demuestra que Fidel Castro fuera formado por Fabio Grobart y los hombres bajo su dirección.

La Habana, 13 de julio de 2025


Notas:

[1] La Unión Revolucionaria Comunista surgió de la fusión de la Unión Revolucionaria con el Partido Comunista en 1939.

[2] Fundada por Lenin en Moscú en 1919.

[3] César Reynel Aguilera: El sóviet caribeño. La otra historia de la revolución cubana, Editorial Lendel, 2023, p. 22.

[4] Ibídem, pp. 134-135.

[5] Ibídem, p. 86.

[6] Ibídem, pp. 93-94.

[7] Ibídem, p. 19.

[8] El Bogotazo fue un levantamiento popular desatado en abril de 1948 en Bogotá, Colombia, por el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán. Fidel Castro, sin haber sido elegido para participar en el Congreso Latinoamericano de Estudiantes celebrado en Bogotá, se involucró en los acontecimientos.

[9] Hilda Molina y Morejón (1942), primera cubana graduada en neurocirugía. Autora del libro Mi Verdad. Fue miembro de la Asociación de Jóvenes Rebeldes, participó la Campaña de Alfabetización, en la Unión de Jóvenes Comunista, en el Partido Comunista de Cuba, en la misión médica internacionalista enviada a Argelia en 1983 y delegada a la Asamblea Nacional del Poder Popular.

[10] César Reynel Aguilera: El sóviet caribeño. La otra historia de la revolución cubana, Editorial Lendel, 2023, p. 136.

[11] Luis M. Buch Rodríguez: Otros pasos del gobierno revolucionario, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2002, p. 12.

[12] Ibídem, p. 74.

[13] Luis M. Buch Rodríguez: Gobierno Revolucionario Cubano: génesis y primeros pasos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1999, p. 136.

DIMAS CASTELLANOS
DIMAS CASTELLANOS
Dimas Castellanos (Jiguaní, Cuba, 1943). Analista político, periodista independiente e historiador. Es licenciado en Ciencias Políticas (1975) y en Estudios Bíblicos y Teológicos (2006). Ex profesor de filosofía marxista. Periodista independiente. Tiene más de 300 artículos de opinión y es colaborador de medios como Diario de Cuba, Convivencia o Voces. Sus textos pueden encontrarse en El Blog de Dimas.

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2 comentarios

  1. Creo que ni Reynel ni Dimas Castellanos conocen la obra de Andrej Lobaczewski, que les ahorraría descubrir el agua tibia política. En cuanto al discurso guevarista de Argelia en 1965, Reynel tiene toda la razón, le costó la vida al Che, que fue despachado a África primero, luego a Dar el Salam y finalmente a Praga, mientras Fidel leía a traicioneramente la famosa carta de despedida (mientras el Che estaba embarcado en el Congo). Todos los biógrafos ñángaras repiten que el Guerrillero Heroico no estaba hecho para labores ministeriales y burocráticas y que pidió a Fidel ser enviado a otro frente guerrillero. Eso lo dice Taibo y también el filocatrista Lee Anderson, y es mentira. El libro de Lobaczewski es fundamental para entender a Fidel, está en PDF en español disponible en Internet Archive:

    https://ia600907.us.archive.org/5/items/ponerologia_politica/Ponerolog%C3%ADa%20pol%C3%ADtica.pdf

  2. «Esos hechos ocurrieron sin asesoramiento del NCIS, lo que demuestra la capacidad de manipulación y de maniobra del líder para apartar figuras del poder e imponerse». Esta afirmación es muy débil, no hacía falta asesoramiento directo de ningún núcleo central, la literatura política era abundante, varios de los asesores y participantes venían de intensas experiencias partidistas en la Guerra Civil española, la dinámica de la toma del poder bolchevique, la creación de un soviet (que es el tema de Reynel) no requiere asesoramiento especial, mucho menos a la altura de 1961-1965. Eran imperativos políticos y necesidades obvias del proceso, que contaban con una gran tradición. La necesidad de eliminación de compañeros de lucha y de consolidación del liderazgo es un tema tan manoseado que los asesores de McCarthy interrogaron a Brecht durante su estadía en Santa Mónica como guionista de Hollywood sobre el contenido comunista de su obra Massnahme, o Las medidas tomadas, donde se explica el proceso de eliminación.

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