Un grupo de cubanos residentes en México publica este lunes una carta abierta en favor del retiro de sendas estatuas de Fidel Castro y Ernesto Che Guevara que estaban ubicadas en la Plaza San Carlos de la colonia Tabacalera, en la Ciudad de México. También cuestionan la legitimidad de sectores próximos al régimen de la isla para adjudicarse la representación de la “comunidad cubana” en ese país.
La pareja escultórica –que conmemoraba el primer encuentro entre ambas figuras históricas en un inmueble cercano– fue desalojada del espacio público hace algo más de una semana por decisión de la Alcaldía de Cuauhtémoc, lo que suscitó no solo una protesta de la Embajada de Cuba en esa capital y, muy pronto, la movilización de sus partidarios, sino una polémica que escaló hasta la presidenta Claudia Sheinbaum.
Al menos en un par de ocasiones, Sheinbaum ha cuestionado ante la prensa la “intolerancia” que atribuye a tal decisión; asimismo, ha subrayado defectos de forma en el procedimiento que llevó al retiro de esas piezas escultóricas y ha definido como “ilegalidad” la propuesta consistorial de subastarlas en caso de que haya interesados en las mismas.
Por su parte, la alcaldesa de Cuauhtémoc, Alessandra Rojo del Valle, defendió la medida citando peticiones individuales de vecinos y “una demanda histórica” (en change.org), que incluiría el rechazo a “figuras vinculadas con […] la instalación de un régimen dictatorial”; también mencionó irregularidades en el proceso de compra e instalación de las obras.
Invocando la Constitución y leyes vigentes, la funcionaria local sostuvo que la administración de dichas esculturas es competencia de su ayuntamiento, dado que fueron adquiridas con “recursos de las vecinas y vecinos” y, por tanto, “son un patrimonio de la Alcaldía”.
A continuación, reproducimos íntegramente el documento enviado a nuestra redacción:
Declaración de un grupo de cubanas y cubanos en México sobre la remoción de las esculturas de Fidel y el Che
En días recientes, esculturas de Fidel y el Che, colocadas en la banca de un parque de la Colonia Tabacalera, fueron retiradas por la Alcaldía Cuauhtémoc. Las reacciones ante el hecho fueron mayormente airadas y de indignada protesta ante lo que fuerzas aliadas del gobierno cubano llamaron un atropello a la memoria de dos próceres latinoamericanos.
Frente a esto, un grupo de cubanos y cubanas y amigos de México y otros países, nos reunimos a dejar testimonio de la posición que ha sido suprimida, gracias a la acción de grupos al servicio de la embajada y, por extensión, del régimen cubano.
- Rechazamos el uso del término “comunidad cubana” para referirse a un pequeño grupo de cubanos que se sumaron a la protesta contra la remoción de las esculturas. El uso de tal término desconoce, en la típica maniobra de exclusión que caracteriza la homogeneidad a la que siempre apela el régimen cubano, que hay una gran cantidad de cubanas y cubanos viviendo en México que no sienten ninguna indignación. De hecho, que hay muchos que consideran a las figuras que representan dichas esculturas como responsables de la catástrofe política y económica cubana. Esas cubanas y cubanos han salido de manera forzada de Cuba ante la imposibilidad de una vida en condiciones mínimas de prosperidad y libertad. Muchos han sido condenados al exilio político y al destierro. Ante eso decimos “no en nuestro nombre”.
- Entendemos la disputa por la memoria histórica como una parte inevitable de la vida pública. Hoy, la Brigada de solidaridad México-Cuba, puede participar de esa disputa, apoyando a un régimen que no permite a los cubanos expresarse, manifestarse o agruparse para luchar por sus derechos. Esa posibilidad, fue erradicada en Cuba desde los primeros momentos del proceso “revolucionario” por la imposición de un modelo estalinista y totalitario que no ha cambiado en lo fundamental desde entonces y ha condenado a la miseria, al exilio, a la cárcel o a la muerte a miles de cubanos de varias generaciones. Como parte de esa diáspora y ese exilio, nos negamos a ser nuevamente silenciados en el país que nos acogió con generosidad y en el que intentamos reconstruir nuestras vidas.
- Como habitantes, residentes y ciudadanos mexicanos, entendemos una responsabilidad señalar las tácticas autoritarias que, pretendiendo hacer un ejercicio de solidaridad con una revolución inexistente, apelan a un discurso de segregación con el que pretenden decirnos que, si no somos “revolucionarios” (o sea sumisos y alabadores del régimen criminal que han sumido a Cuba en la catástrofe), no tenemos derecho a ejercer nuestros derechos. Entendemos como discriminación por motivos políticos el uso de la frase “Esta calle es de Fidel”, y como deshumanización por razones políticas, el uso del adjetivo “gusanos” para denominar a los disidentes y opositores al régimen cubano.
- “Esta calle es de Fidel” no hace más que profundizar la ofensa a las víctimas de las personas homenajeadas en las esculturas. Cualquier exilio consideraría inaceptable ser ofendido de tal manera; imaginen cómo reaccionarían los exiliados del autoritarismo mexicano, el franquismo español o la dictadura de Pinochet si se les tratara de negar con una apelación tal. Consideramos inaceptable la exportación de esa lógica discriminatoria y excluyente que se acompaña de la intolerancia y la violencia frente a quienes deseamos ejercer nuestro derecho a usar el espacio público para disentir de la propaganda del régimen cubano.
- Mientras quienes no tienen que sufrir las consecuencias de vivir en un régimen como el cubano defienden la memoria de los constructores del totalitarismo cubano y celebran la propagación desde Cuba de una postura radical de lucha armada que ha causado un tremendo daño en la construcción democrática de nuestro continente, nosotros queremos hablar de las víctimas; de los exiliados, de los presos políticos, de quienes tienen prohibido el regreso a su propia tierra, de las familias fracturadas.
- Hoy, el joven Duannis Taboada hace una huelga de hambre en reclamo por la libertad que le ha sido robada injusta e impunemente. Él, y todos los que han tenido que soportar un castigo inmenso por atreverse a ir en contra de los tiranos, son nuestros héroes. No nos interesan los símbolos, sino las personas.
- Reivindicamos el espacio público también como nuestro, en la medida en que lo habitamos y lo sentimos como propio. Ninguna calle, en ningún lugar, puede ser apropiada para uso material o simbólico. En la defensa del espacio público, vamos más allá revindicamos no solo la condición de expulsados de su propio país sino la de habitantes con derecho pleno en el país en que estamos.
- Asumiendo que el posicionamiento que expresamos es compartido por amigos mexicanos, decimos a nombre de unos y de otros que el apoyo al régimen cubano, y la no disimulada simpatía que muchos actores políticos hoy en el poder expresan por él, es una señal de preocupación. Tal simpatía inhibe un posicionamiento necesario del lado del pueblo cubano en su lucha por un país democrático e inclusivo, y legitima las propias pulsiones autoritarias.
- En nombre de las víctimas, y del deseo de ver un día a Cuba libre de tiranos, decimos Esta calle NO es de Fidel. Nuestros héroes no son esculturas, están en la cárcel y el exilio. Ninguna pulsión por silenciarnos impedirá nuestra voz.