MADRID, España.- El liniero cubano Cleivi Pujada Castro, trabajador de la Subestación de Playa Baracoa, en el municipio Bauta, Artemisa, falleció este fin de semana mientras realizaba labores en una línea de 7.8 kV perteneciente al circuito de 13.2 kV. El accidente ha generado conmoción entre sus compañeros y familiares, quienes aseguran que las condiciones de trabajo carecían de la protección adecuada.
La noticia fue confirmada por allegados de la víctima a través de redes sociales. “Es con mucho dolor y tristeza anunciamos que nuestro querido Cleivys ya no está con nosotros. Detrás deja a su querida esposa y dos niños lindos y buenos que ahora tendrán que crecer sin su papá”, escribió su primo Liván Pujada, quien además organizó una campaña de recaudación de fondos para ayudar económicamente a la viuda, Maikelys, y a los hijos de la pareja.
Otro familiar, Jorge Pujada Meléndez, expresó en Facebook: “La vida fue injusta contigo y la muerte te sorprendió en las alturas (…) vivirás en nuestros corazones para siempre porque supiste ganarte el amor, el cariño y respeto de toda la familia”.
La activista Irma Broek también denunció el caso, subrayando el carácter estructural del problema: “Compañeros y amigos, profundamente consternados por esta irreparable pérdida, hacen un urgente llamado a las instituciones sindicales y a la Unión Eléctrica. Denuncian que los trabajadores enfrentan constantes riesgos en su labor debido a la falta de medidas de protección adecuadas”.
Hasta el momento, ni la Unión Eléctrica (UNE) ni las autoridades del sector han emitido una declaración sobre lo ocurrido. La ausencia de pronunciamiento oficial se suma a las críticas de familiares y activistas, que reclaman mayor transparencia y la implementación de protocolos de seguridad que garanticen la vida de los linieros.
La precariedad laboral cobra vidas
El fallecimiento de Pujada Castro no es un hecho aislado. En los últimos años se han reportado múltiples accidentes, algunos mortales, entre trabajadores eléctricos que operan bajo condiciones precarias, jornadas extenuantes y con carencia de equipos de protección adecuados.
Hace apenas 15 días, el 7 de septiembre, el operador de turbina Carlos Rafael López Ibarra, de 33 años, falleció tras no superar las graves lesiones sufridas en un accidente laboral en la Central Termoeléctrica Antonio Maceo Grajales (Renté), en Santiago de Cuba. El incidente ocurrió el 31 de agosto, cuando una tubería de vapor falló durante el arranque de la unidad No. 5, y le provocó quemaduras en el 89% del cuerpo y un traumatismo craneal. Tras más de una semana en estado crítico en el Hospital Dr. Juan Bruno Zayas, se confirmó su deceso.
La UNE lamentó públicamente la pérdida, pero trabajadores denunciaron la precariedad en la planta, señalando que los mantenimientos se realizan sin recursos adecuados. Incluso tuvieron que recolectar dinero para adquirir insumos básicos, como huevos, para el tratamiento del accidentado.
Estas tragedias evidencian los graves riesgos que enfrentan los linieros cubanos en medio de la crisis energética y el deterioro de la infraestructura nacional. Sin embargo, el problema trasciende al sector eléctrico. De acuerdo con cifras oficiales de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), en 2024 se registraron 934 accidentes laborales en Cuba, con un saldo de 52 fallecidos, lo que equivale a la muerte de un trabajador cada semana en su puesto de trabajo.