LA HABANA, Cuba.- San Luis de los Pinos, un pueblo de Pinar del Río, se encuentra en el corazón de la zona llamada Vuelta Abajo, donde se da uno de los mejores tabaco del mundo. En San Luis nació mi padre y aún viven allí descendientes suyos, a los que visité hace poco (hacía ocho años que no había podido ir).
Durante mi estancia en San Luis presencié, horrorizado, la vida tan difícil de sus habitantes. Aun aquellos que siembran tabaco y ganan bastante dinero, pasan mucho trabajo para conseguir alimentos y transportarse.
Las carreteras y caminos están destruidos. Con incontables baches y huecos, son casi intransitables. Y pensar que por ellos sale el producto esencial de la zona, el tabaco.
En esto momentos ya no circulan los ómnibus Girón locales por falta de combustible, y ni siquiera existen los coches tirados por caballos, pues según palabras de un vecino: “se han robado a los caballos para comérselos”.
De San Luis hacia Pinar del Río, la capital provincial, solamente hay unos pocos boteros, que cobran de día 350 pesos y de noche casi el doble.
Después de pasar el huracán Ian, no quedó una casa de tabaco en pie. Ahora, al cabo de dos años, muchos agricultores están aún en su reconstrucción, porque no han recibido los materiales para hacerlas, aunque el banco otorgó créditos para esa finalidad.
Uno de ellos me explicó que desde hace tres años no puede sembrar tabaco porque el costo para terminar la casa de tabaco que hoy hace, más pequeña que la anterior, ronda entre 400.000 y 500.000 pesos, y cerca de los 2.300 en MLC.
A causa del huracán Ian, muchas viviendas quedaron destruidas total o parcialmente. Algunas perdieron sus techos o tienen agujeros por donde penetra el agua cuando llueve. Sus moradores solucionan el problema de manera provisional, colocando mantas grandes sobre el tejado, hasta que consigan las planchas de zinc o fibrocemento.
El agua para los sembradíos es el escollo más grande que sufren los productores. Las turbinas no tienen combustible o se encuentran rotas. Incluso existen hogares a los que por esas razones no llega el agua y tienen que cargarla desde sitios lejanos.
Antes, las tierras sin cosecha tabacalera se aprovechaban en otros cultivos. Ahora, por la falta de agua no se utilizan, y vemos grandes extensiones de tierra cubierta de hierbas.
En la actualidad cada familia crea pequeños huertos de autoconsumo, o siembra pequeñas parcelas de arroz o frijoles para la venta o el intercambio.
La falta de fluido eléctrico, igual que en el resto del país, es una agonía. Durante mi estancia, hubo un día en que faltó la luz 16 horas. Cuando el apagón es nocturno, el calor y los mosquitos hacen insufrible la situación.
Sobre todo las amas de casa sufren las consecuencias al no poder cocinar los alimentos. En muchas casas los elaboran en las pequeñas cocinas de inducción, entregadas hace casi 20 años cuando Fidel Castro dijo que cocinar con electricidad era mejor para la economía que importar gas.
Son muchas las familias que tienen que cocinar con carbón, porque solo les venden dos balitas de gas al año, y casi nunca hay.
Las escasas mipymes que hay en San Luis solo ofertan confituras, cervezas, refrescos y otros productos ligeros. Nunca venden picadillo, pollo o salchichas. Algunas personas compran dicha mercancía en Pinar del Río y luego las revenden en San Luis.
El único centro de recreación está en El Corojo, una comunidad con más de 500 viviendas. Hecho hace muchos años, por iniciativa de Fidel Castro, cuenta con una piscina olímpica, restaurante, bar, cafetería, y espacio para bailables. Pero nada de eso funciona ahora. Solamente queda una minúscula tienda en MLC.
En San Luis gran número de pobladores tienen motos, motorinas, automóviles, splits y equipos electrodomésticos de toda índole. Esto es resultado de que no hay familia sin un miembro en el exterior que envíe remesas, amén del pago que reciben los cosecheros de tabaco.
Me fui de San Luis con gran tristeza, porque aquel territorio que conocí siendo niño, hoy está hecho tierra.
San Luis de los Pinos. (Foto del autor)
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