El compositor ruso Rodion Shchedrin, uno de los músicos más importantes de su país, y de la Unión Soviética, en la segunda mitad del siglo XX, falleció en Múnich, Alemania, a la edad de 92 años. La prensa internacional citó este viernes 29 de agosto al Teatro Bolshói de Moscú, que lo definió como “uno de los mayores genios contemporáneos”, cuyas obras –óperas, ballets, conciertos y sinfonías– “se representan desde hace varias décadas en los escenarios más importantes del mundo”.
Titular desde 1964 de la cátedra de composición del Conservatorio de Moscú y sucesor a partir de 1973 –y hasta 1990– del gran Dmitri Shostakóvich al frente de la Unión de Compositores Rusos, Shchedrin fue el autor de ballets tan aclamados como Anna Karenina (1968) y la Suite Carmen (1067), coreografiados por Boris Eifman y el cubano Alberto Alonso, respectivamente.
A menudo la gran literatura rusa sirvió de inspiración argumental para su trabajo; además de la célebre novela de León Tolstói, reinterpretó musicalmente para ballet obras de Antón Chejov (La gaviota, en 1979; La dama del perrito, en 1985), Pyotr Yeshov (El caballito jorobado, en 1955), mientras que compuso, por ejemplo, las óperas Almas muertas,
Lolita (1992), basadas, respectivamente, en novelas de Nikolái Gógol y Vladimir Nabokov, así como El peregrino encantado (2002) o El zurdo (2013), con argumentos extraídos de relatos de Nikolái Leskov.
Su última ópera, estrenada en 2015, se basó en los cuentos de hadas de B. Nemtsov, traducidos al ruso por el propio Leskov.
Pero su gran musa fue, seguramente, la legendaria bailarina Maya Plisétskaya, su esposa y estrella rutilante del Bolshói y la escuela rusa de ballet, que murió hace diez años en la misma ciudad bávara.
“Rodion Shchedrin fue un fenómeno único y marcó toda una era en la cultura musical mundial”, declaró asimismo la compañía moscovita.
Con certeza, la pareja dominó en gran medida la escena soviética durante las últimas décadas del imperio del Este. La Suite Carmen les ganó tanto a Shchedrin como a Plisétskaya una merecida fama mundial, si bien la obra musical generó cierta frialdad entre la jerarquía cultural de Moscú.
Los obituarios de este viernes no dejaron de recordar que ambos, en la propia medida en que brillaban, fueron constantemente vigilados desde las sombras por la burocracia y los servicios de inteligencia del Kremlin.
Desde este lado del Telón de Acero, la música de Shchedrin encontró promotores entusiastas como elviolonchelista ruso Mstislav Rostropóvich, virtuoso y exilado como tantos rusos en aquellos años, o el conductor estadounidense de origen francés Lorin Maazel.
Además Rostropóvich (Lolita) o Maazel (El peregrino encantado), también le encargó obras Valeri Guérguiev, director artístico del Teatro Mariinski de San Petersburgo. En 1968,
Leonard Bernstein estrenó su Segundo Concierto para Orquesta.
Su primera ópera fue No solo el amor; en 1969, compuso un Oratorio a Lenin y, en 2006, una ópera coral titulada Boyarina Morozova, a partir del relato homónimo (1675) del arcipreste Avvakum.
Shchedrin es el autor de un par de sinfonías y de más de una decena de conciertos para orquesta, piano, violín, violonchelo y viola, así como varios solos para piano o violín, y al menos una pieza litúrgica (El ángel sellado, también basada en Leskov) y una para ensamble de cámara.