Mujeres que sueñan un país (Fernando Fraguela, 2024) y Corazón azul (Miguel Coyula, 2021) son dos de los títulos que propone el Centro Cultural Cubano de Nueva York en Ínsula, su Festival de Cine de Verano, que este 2024 arriba a la sexta edición consecutiva. Entre los días 15 y 22 de agosto próximo, el evento llevará a las pantallas diez películas cubanas y/o sobre Cuba, tanto de ficción como documentales, realizadas por “aclamados” creadores del país caribeño y de los Estados Unidos.
Según la institución neoyorquina, integran también la programación, de Cuba, la trilogía documental Hermanas del corazón (Gloria Rolando, 2024), El caso Padilla (Pavel Giroud, 2022), La mujer salvaje (Alán González, 2023) y La Habana de Fito (Juan Pin Vilar, 2023); de Estados Unidos, Before Night Falls (Julian Schnabel, 2000) y The Old Man and The Sea (John Sturges, 1958).
“Cada una de las películas seleccionadas retrata la lucha y la supervivencia humanas a través de un prisma particular –político, social, filosófico, religioso o artístico–, mas todas impregnadas de la indeleble carga de [Cuba]”, apunta en su página web el Anthology Film Archives, prestigioso centro fundado en 1970 por Jonas Mekas para preservar, estudiar y exhibir filmes experimentales e independientes, el cual colabora en la organización del festival Ínsula.
En el programa de este evento vale destacar, especialmente, el grupo de películas independientes cubanas porque ofrecen una interesante perspectiva del curso estético de esa zona del séptimo arte isleño. Tales filmes llaman la atención por las temáticas que privilegian, así como por los modos en que narran el país hoy, encarando y desdiciendo las narrativas del poder político.
Los espectadores neoyorquinos tendrán la oportunidad de acercarse a Miguel Coyula, invitado al certamen, quien después de las proyecciones conversará sobre los meandros de su singular metodología de producción y sobre el universo representado en su película. Este creador, cuya obra se encuentra censurada en Cuba, apela en Corazón azul a estilemas de la ciencia ficción, y despliega su característico collage visual, narrativo y escénico para orquestar una Habana ucrónica, donde jóvenes desajustados conspiran para demoler el régimen que los condenó a los márgenes. Esos muchachos son fracasados experimentos genéticos que alegorizan la utópica forja del “hombre nuevo” y su nefasto impacto en el devenir de la sociedad insular. Ellos pretenden saldar cuentas con su creador, Fidel Castro, al tiempo que intentan redimir su humanidad. La orgiástica y virtual experiencia estética del cineasta entrega una parábola de la frustración del proyecto revolucionario y de su carácter represivo y autoritario.
En la ópera prima de Alán González, otra de las ficciones propuestas por Ínsula, la audiencia encontrará un criterio de realización diferente a Corazón azul, que ilustra otros de los caminos creativos de la movida impediente cubana. Bajo un código realista, a ratos etnográfico, La mujer salvaje sigue el deambular de una joven madre por las periferias de la capital cubana; un mujer víctima de la violencia machista y de la violencia propia de los ámbitos marginales, cuyo único propósito es recuperar a su hijo y sus afectos.
Tanto Corazón azul como La mujer salvaje han tenido una excelente circulación internacional. La primera se estrenó mundialmente en el Festival de Cine de Moscú e integró la programación de los certámenes de Guadalajara, Buenos Aires y Toulouse (Cinélatino), entre otros. La segunda debutó en el Festival de Cine de Toronto, y, por mencionar unos pocos, participó después en las citas fímicas de Ciará, La Habana y Málaga.
Son también bastante significativos los documentales incluidos, dado su impacto en la esfera pública cubana. Mujeres que sueñan un país utiliza imágenes de archivo (disímiles grabaciones que circularon por redes sociales) para repasar acontecimientos capitales ocurridos en la isla en los últimos años: el plantón frente al Ministerio de Cultura, el acuartelamiento en la sede del Movimiento San Isidro y las protestas masivas del 11 de julio de 2021. Esas imágenes acompañan, en puridad, los testimonios de tres activistas que protagonizaron ese momento álgido del activismo cívico en Cuba, mujeres que sufrieron represión por alzar su voz contra el régimen: Daniela Rojo, Katherine Bisquet y Anamely Ramos. Esta última estará presente en los pases del documental para intercambiar experiencias con los asistentes y debatir sobre esta obra que procura derogar el control de las narrativas sobre la oposición y la ciudadanía que supuestamente ostenta el Estado cubano.
Sobre el filme de Fraguela, el crítico e investigador Dean Luis Reyes escribió en Rialta Magazine: “Los testimonios de las tres cubanas, hoy en el exilio tras padecer todo tipo de hostigamiento y amenazas en Cuba, sostienen una pieza audiovisual que hace el trabajo de archivar los recuerdos y condensar un periodo de tiempo histórico en el que la sociedad cubana ha experimentado una madurez cívica acelerada”.
En El caso Padilla, su director compila los archivos de la autoinculpación en 1971 del autor de Fuera del juego, celosamente confiscados por el poder cubano durante décadas. Heberto Padilla fue detenido y encarcelado por el gobierno y, después, forzado a declararse contrarrevolucionario públicamente, así como a acusar a varios de sus colegas. Cuando comenzó a circular el documental de Giroud –con las grabaciones del mea culpa, confirmatorias de la deriva estalinista del régimen cubano– se avivó un considerable debate en la comunidad intelectual sobre los usos del archivo y los manejos de la memoria del castrismo. El documental llegará a Ínsula en calidad de estreno neoyorquino. Entre sus reconocimientos se encuentra el de Mejor película en los Premios Platino de Cine Iberoamericano; durante el recibimiento del mismo Giroud comentó que “lo peor” no es la historia recogida en el filme, sino que “más de medio siglo después continúa ocurriendo lo mismo en [su] país”.
La Habana de Fito protagonizó uno de los capítulos más recientes de censura en la isla. En consecuencia, propició una fuerte denuncia por parte de la comunidad intelectual sobre la sistemática violencia institucional del Estado cubano contra los artistas. Las acusaciones comenzaron tras la prohibición de una exhibición del filme en la sede del colectivo teatral El Ciervo Encantado. Y se avivaron todavía más cuando el mismo fue confiscado por las autoridades del Ministerio de Cultura para su presentación en la televisión nacional bajo criterios desautorizadores y sin el consentimiento ni de su realizador ni de su productor. El documental registra una entrevista al músico argentino Fito Páez en la que evoca su primera visita al país, en la década de los ochenta del pasado siglo, mientras reflexiona sobre la suerte histórica de la isla.

Completa la selección documental la trilogía de Gloria Rolando, integrada por El colegio San José, Las novias de Dios y Ángeles de la memoria. Este proyecto se consagra a las Hermanas Oblatas de la Providencia, una misión de monjas educadoras de la primera mitad del siglo XX en Cuba. Su sinopsis destaca que “la primera orden de mujeres negras del mundo fue fundada, contra todo pronóstico, en Baltimore, Maryland, en 1829, [y que] su admirable legado en la Isla se había perdido, casi por completo, hasta que lo desenterró la cineasta afrocubana”. Referida por algunas de las alumnas de aquellas monjas, la historia de estas misioneras es atravesada por conflictos raciales y de clase social que importan en particular a la directora.
Los dos filmes norteamericanos en el programa de Ínsula, obras reconocidas y ampliamente divulgadas, ofrecen un contraste interesante con el resto de las propuestas. La película de Schnabel, que pone en imágenes la autobiografía homónima del escritor Reinaldo Arenas, retrata con elocuencia las heridas, físicas y emocionales, que dejó en él la represión castrista y el exilio. Asimismo, la adaptación de Sturges de la novela homónima de Ernest Hemingway –quizá la más conocida de entre las varias emprendidas a partir de esa obra literaria– es conocida por el singular empeño de Spencer Tracy al interpretar al viejo pescador cubano en su lucha consigo mismo y con su medio.
Colabora con nuestro trabajo Somos una asociación civil de carácter no lucrativo, que tiene por objeto principal la promoción y fomento educativo, cultural y artístico. En Rialta nos esforzamos por trabajar con el mayor rigor profesional en la gestión, procesamiento, edición y publicación de los contenidos y la información. Todos nuestros contenidos web son de acceso libre y gratuito. Cualquier contribución es muy valiosa para nuestro futuro. ¿Quieres (y puedes) apoyarnos? Da clic aquí. ¿Tienes otras ideas para ayudarnos? Escríbenos al correo [email protected]. |