Serie de Cine Cubano honra el legado de Sergio Giral en Miami

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Sergio Giral (1937-2024), cineasta cubano
Sergio Giral (1937-2024), cineasta cubano (FOTO Vía: miamifilmfestival.com)

Sergio Giral es un director escasamente atendido en Cuba. Sus obras son apenas proyectadas y no suelen figurar en las listas de las mejores producciones del cine cubano posterior a 1959. Sin embargo, esas películas integran uno de los proyectos autorales más coherentes y significativos de la filmografía nacional. Este viernes 21 de junio, el proyecto Serie de Cine Cubano del Festival de Miami exhibió su largometraje de ficción María Antonia en el teatro Koubek Center del Miami Dade College (MDC). El crítico Alejandro Ríos, director de esta iniciativa, programó el filme con el propósito de rendir homenaje al director –quien murió el 12 de marzo de este año en la misma ciudad– y a su imponente legado cinematográfico.

María Antonia se realizó en La Habana en 1990. Fue la última obra emprendida por el autor en la isla. Al año siguiente se instalaría definitivamente en los Estados Unidos. Adaptación de la obra teatral homónima de Eugenio Hernández EspinozaMaría Antonia continuaba en su día el interés de Sergio Giral en pensar cinematográficamente el lugar de los negros en la Historia y la cultura cubanas. Su trabajo no puede ser visto como una mera revisión histórica de esa “otredad”. Sus películas (vistas en conjunto) configuran un espacio de representación para el negro y su proceso de articulación en la identidad insular.

De El otro Francisco (1974)su ópera prima, a María Antonia, este creador fraguó un sólido pensamiento sobre la negritud. Cada nueva obra suya miró desde un ángulo diferente los sucesivos actos de resistencia con que los negros han enfrentado, siempre, la esclavitud, la marginación, la discriminación, la hegemonía cultural… En la relevante “trilogía de la esclavitud”, que integran El otro Francisco, Rancheador (1976) Maluala (1979), no deja de asombrar el desmontaje de las estructuras de dominación que explotaban al esclavo y anulaban su racionalidad, así como el dibujo epocal de las negativas del esclavo a ser reducido a objeto de trabajo, a mercancía intercambiable.

Al mirar hacia la plantación azucarera y el barracón, hacia los enfrentamientos entre la figura del rancheador y los focos de cimarronaje, hacia el palenque en tanto enclave de emancipación, Sergio Giral representó al esclavo como un sujeto consciente del sistema que lo subyugaba, inmerso en la conquista de su soberanía. Esos principios de representación volverían en sus obras posteriores: Plácido (1986)una singular mirada biográfica a la vida del poeta decimonónico Gabriel de la Concepción Valdés; Techo de vidrio (1982)y, desde luego, María Antonia, quizás la más depurada de sus creaciones en términos estrictamente expresivos.

Estas dos últimas películas (de forma más directa la primera) se ocupan de las expresiones de discriminación en la Cuba socialista. Techo de vidrio, especialmente, observa las tensiones vividas por un negro bajo el programa de forja del hombre nuevo, así como las fallas de la legalidad revolucionaria. En este filme, una fábrica –en calidad de metáfora del trabajo como principio rector en la construcción del socialismo– deviene un reducto de corrupción y segregación del negro, condenado a los márgenes solo por su color de piel. Por supuesto, la cinta sufrió censura; fue proscrita por un poder que demandaba la representación de un ideal de sociedad y no de la sociedad efectiva.

María Antonia, el filme presentado por Serie de Cine Cubano en el Koubek Center, ese último trabajo de Giral en Cuba, emplaza su anécdota en los años cincuenta del pasado siglo. El director vuelve al pasado, pero con la declarada intensión de pensar su presente. La coda de la película ancla el discurso en los días de su producción. El realizador urde otra meditación sobre los individuos racializados; ahora a partir del quehacer de un dramaturgo cuya escritura examinó siempre a aquellos sujetos instalados en la marginalidad. 

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La protagonista homónima de esta obra es una mujer rebelde, una mujer conflictuada con sus circunstancias. Para María Antonia no existe la autoridad. Ni siquiera los santos de su panteón pueden poner freno a sus deseos de libertad. El trágico triángulo amoroso vivido por ella no hace sino metaforizar el destino al que parecen estar condenadas las personas marginalizadas. Esa periferia urbana en que vive María Antonia, donde se reproducen la violencia, el machismo y la pobreza, es un cerco infranqueable; los intentos de escapar se pagan con la vida misma. Giral propone múltiples preguntas sobre la posibilidad de sacar a los individuos de la marginalidad, e invita a pensar acerca de su prolongación en los días revolucionarios.

Con María Antonia no terminó la carrera cinematográfica de Giral. En la diáspora sumó a su catálogo los documentales La imagen rota (1995), Chronicle of and Ordinance (2000), The Way of the Orishas (2004) y To Barbaro del Ritmo (2004), así como el largometraje de ficción Dos veces Ana (2010). La celebración del legado de Sergio Giral por la Serie de Cine Cubano, a escasos meses de su muerte, debe ser vista como una invitación a recorrer su invaluable filmografía.

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ÁNGEL PÉREZ
Ángel Pérez (Holguín, Cuba, 1991). Crítico y ensayista. Compiló y prologó, en coautoría con Javier L. Mora y Jamila Media Ríos, las antologías Long Playing Poetry. Cuba: Generación Años Cero (Casa Vacía, 2017) y Pasaporte. Cuba: poesía de los Años Cero (Editorial Catafixia, 2019). Tiene publicado el libro de ensayos Las malas palabras. Acercamientos a la poesía cubana de los Años Cero (Casa Vacía, 2020). En 2019 fue ganador del Premio Internacional de Ensayo de la revista Temas, en el apartado de Estudios de Arte y Literatura. Textos suyos aparecen en diversas publicaciones de Cuba y el extranjero. Vive en La Habana.

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