MIAMI, Estados Unidos. – El laboratorio de ideas Cuba Siglo 21 sostiene que la diáspora cubana puede impulsar la reconstrucción del país mediante “remesas de conocimiento” —transferencia de saberes, redes y valores cívicos— y calcula que, con libertades económicas y seguridad jurídica restablecidas, “podría esperarse un flujo inversionista ―no de remesas para el consumo como es ahora― de más de 20.000 millones dólares en los primeros tres a cinco años para iniciar el despegue de la reconstrucción nacional”.
La propuesta aparece en el artículo “Talentos cubanos en libertad: Remesas de conocimiento para una nueva Cuba”, firmado por Juan Antonio Blanco y publicado este lunes.
Según el análisis, durante más de seis décadas la emigración de profesionales y creadores ha sido una pérdida para Cuba y una ganancia para los países de acogida. El texto lo resume así: “No fue un ‘robo de cerebros’, fue un criminal ‘desperdicio de talentos’ al erradicar las libertades que les hubieran permitido florecer en el país en que nacieron”.
Blanco retoma la noción de “remesas de conocimiento” —desarrollada por él en 2013— para ampliar el enfoque tradicional centrado en el envío de dinero. En sus palabras, “las remesas de conocimiento no se miden en dólares ni en euros, sino en saberes, experiencias, valores y redes de contactos sociales que los emigrados acumulan en sus trayectorias de vida”. Añade que, “si al llegar a otro país el dinero sirve para sobrevivir, el conocimiento y las relaciones humanas sirven para renacer”.
El análisis introduce la serie “Talentos cubanos en libertad”, que busca mostrar trayectorias de éxito en la diáspora como evidencia de potencial para una futura reconstrucción: cirujanos, empresarios, artistas y atletas “que, una vez en libertad, demostraron hasta dónde podían llegar”.
El texto argumenta que la falta de libertades y de seguridad jurídica en Cuba impide convertir las remesas financieras en inversión productiva. “Las remesas financieras están por esa razón condenadas a ser usadas para el consumo de sus receptores, pero no para invertirlas y emprender un proyecto personal de prosperidad”. Además, advierte: “Lo que hoy pudieran emprender con tesón y sacrificio puede acabar de pronto con una nueva regulación arbitraria o el acoso personal de un burócrata intocable”.
También señala que “solo los allegados al poder reciben esa oportunidad”, mientras “la inmensa mayoría” no se siente protegida legalmente para capitalizar remesas en empresas familiares o conjuntas con quienes aportan el capital.
Sobre el tiempo de reconstrucción material, el artículo indica que una consulta a expertos arroja “un estimado entre cinco a siete años”. No obstante, afirma: “Creemos [que] será en realidad entre tres y cinco”. Entre los factores de optimismo cita los recursos naturales del país, la proximidad al mercado estadounidense y “una diáspora de más de dos millones de personas”, además de eventuales flujos de inversión directa y préstamos de organismos internacionales.
En el terreno financiero privado, el texto sugiere que cada cubano en el exterior podría explorar líneas de crédito respaldadas por ahorros o propiedades para invertir en la Isla cuando exista marco legal y libertades para la empresa. De allí se desprende la proyección de “más de 20.000 millones dólares” en los “primeros tres a cinco años” posteriores a una transición democrática.
El análisis subraya que la reconstrucción requiere tanto capital financiero como capital humano y social. “Cada perfil de esta serie es a la vez un homenaje, una advertencia y una razón para creer en el porvenir”. En una “Cuba democrática y abierta”, sostiene, los emigrados podrían aportar sin repatriarse físicamente, gracias a la educación a distancia, asesorías y servicios remotos. “La telemedicina permitirá a cirujanos como Joseph Lamelas estar presente en el quirófano de un hospital cubano y dirigir una operación a cientos o miles de kilómetros”, ejemplifica el análisis, que también menciona a otros cubanos exitosos como la cantante y compositora Gloria Estefan y el editor Juan Manuel Salvat.
“Ese día las remesas de conocimiento se convertirán en el primer motor del renacimiento nacional. Y ese también será el día en que historias como las de Armando Codina, Irina Vilariño, Oriol Specht, Yoel Sardiñas y tantos otros dejen de ser historias de exilio para convertirse en semillas de un futuro compartido”, concluye.