Tres décadas de arte “perspicaz, mordaz y penetrante” ocuparán hasta el 11 de enero próximo los espacios del Museo del Barrio, en Nueva York, donde este miércoles 17 de septiembre se inauguró la primera retrospectiva de la artista multidisciplinaria cubanoestadounidense Coco Fusco (1960).
Coco Fusco: Tomorrow, I Will Become an Island –supervisada por Susanna V. Temkin, curadora principal interina, y Rodrigo Moura, excurador principal de la institución neyorquina– incluye películas, fotografías, textos, instalaciones y performances que, desde los años noventa, han interpelado “las dinámicas de la política y el poder en relación con cuestiones de representación, cultura y crítica institucional”.
Así lo subraya en su presentación el Museo del Barrio, según el cual su producción artística la ubica como “una de las principales artistas que dan forma al campo del arte contemporáneo”.
“Desde su ya canónico performance Two Undiscovered Amerindians Discover the West (presentada junto a Guillermo Gómez-Peña) hasta su investigación en curso sobre la historia posrevolucionaria de Cuba y sus más recientes exploraciones fotográficas de la política estadounidense, la exposición ofrecerá una visión completa de su carrera multidisciplinar”, ha detallado la pinacoteca.
Por su parte, The New York Times anunció la exhibición como una “digna de elogio”, y, en efecto, no escatimó los cumplidos hacia Fusco y su trabajo: “La artista cubanoamericana lleva 30 años siendo, como intérprete, fotógrafa, cineasta y escritora, una de las voces políticas más persistentes y elocuentes del mundo del arte, alzándose contra la represión en su país de origen y en otros lugares, y hablando en nombre de aquellos que no son escuchados. La dosis concentrada de su arte en El Museo pretende ser un estimulante desintoxicante para la era del hielo en la que nos encontramos”.
Y ahora Vulture de New York Magazine titula: “A Proud Iconoclast” (“Una orgullosa iconoclasta”) –también en portada: “Coco Fusco Refuses to Be Pigeonholed” (“Coco Fusco se niega a ser encasillada”)–, y destaca que su obra “desafía la ortodoxia política”.
“Cuando Fusco crea sus obras —performances confrontativos, videos, fotografías, escritos– no lo hace impulsada por un deseo de documentarse a sí misma. Prefiere arrojar luz sobre los temas que la provocan”, escribe Madeline Leung Coleman, quien coloca énfasis en el material que informa esta retrospectiva en El Museo del Barrio; es decir, “las injusticias que han impulsado su creación artística durante más de tres décadas: la negación de la dignidad a los trabajadores y los inmigrantes; los retorcidos abusos de la sexualidad femenina; y, en su reciente obra sobre Cuba, los abusos de poder del Estado”.
Según el artículo, Coco Fusco desarrollaría a lo largo de su vida como hija su madre y del exilio cubano –y esto presumiblemente estaría cifrado en cada una de sus actividades, como artista, escritora, activista, o como profesora en Cooper Union– una suerte de “hiperconciencia de cómo se puede explotar la ideología” y, a la vez, “como una aversión a la ortodoxia”.
En todo caso, parece una tensión consustancial a su praxis artística y a su lugar respecto a la política del arte y la política en general.
“Fusco puede ser combativa. Puede ser bromista”, advierte Leung Coleman, y cita también Two Undiscovered Amerindians Visit the West (1992), como luego hará con Observations of Predation in Humans: A Lecture by Dr. Zira, Animal Psychologist (2013). “Los artistas de color llevan mucho tiempo sintiendo presión al capitalizar los aspectos más marginales de sus biografías, puesto que los críticos blancos (la mayoría de los críticos) siguen dispuestos a descartar a aquellos que abordan la raza o el colonialismo en su obra como políticamente correctos u obsesionados con la identidad. Fusco se burla de eso y rechaza la suposición de que hay algo innato en lo que hace. «Es como si no tuviera la capacidad de pensar en mi trabajo más allá de mi propia historia de vida», dice. «Eso es negar el trabajo intelectual que implica»”.
Coco Fusco: Tomorrow, I Will Become an Island toma su nombre de una monografía publicada por la artista, que incluye ensayos de Olga Viso, Julia Bryan-Wilson, Anna Gritz, Jill Lane, Antonio José Ponte y la propia Fusco.
“Uno de los mejores libros de arte de 2023”, dijo Holland Cotter en The New York Times. “Durante más de 30 años, Fusco ha sido una presencia artística apenas-debajo-de-la-superficie, tanto aquí como en Cuba, conocida sobre todo por sus rigurosas y disruptivas performances que abordan las duras realidades de las diferencias culturales y la complacencia con la que el mundo del arte las suaviza y comercializa… Este libro visualmente cautivador documenta la política y la poesía, ambas incisivas, de una importante carrera en pleno desarrollo”.