El cortometraje documental cubano Te extraño, perdularia (2024) dirigido por la brasileña Manu Zilveti, tendrá su premier continental durante la edición 2025 del Festival de Cine de Sundance, a celebrarse del 23 de enero al 2 de febrero en localidades de Park City y Salt Lake City, en Utah, Estados Unidos.
Esta película tuvo su estreno global en el 41º Festival de Documental y Video de Kassel, Kasseler Dokfest, en Alemania, que tuvo lugar en noviembre de 2024, y fue realizada como ejercicio académico de Zilveti y todo su equipo mientras cursaban el segundo año de las respectivas disciplinas (dirección documental, producción, fotografía, sonido, montaje) en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV).
Los programadores de Sundance la han ubicado en un nutrido Programa de Cortometrajes (Short Film Program), en el que sin embargo las voces latinoamericanas son una verdadera rareza, pues aparte de la cinta de Zilveti solo otras dos obras abren espacios para la filmografía del subcontinente en esta edición del evento.
Pasta negra, también de corte documental, está dirigida, escrita y producida por Jorge Thielen Armand, de Venezuela –coproducida con Canadá y Colombia–, y su argumento sigue las peripecias de tres mujeres venezolanas que cruzan la frontera colombiana para poder adquirir un paquete de pasta.
Coproducida entre México y Estados Unidos, Susana es una ficción dirigida y escrita por Gerardo Coello Escalante y Amandine Thomas (también acreditados como productores), y tiene como protagonista a una turista estadounidense en la Ciudad México que decide experimentar nuevas emociones con un grupo de paisanos que halla mientras pasea.
Otras naciones representadas en el programa de cortometrajes de Sundance 2025, más allá de Estados Unidos, son Canadá, Reino Unido, Bélgica, Polonia, Cambodia, Singapur, Turquía, Filipinas, Tailandia, Taiwán, China, Hong Kong, y Sudáfrica, lo que supone evidentemente una fuerte presencia europea y asiática.
Como buen augurio para el resto de festivales del año, Te extraño… –con guion de Stefano Lopes, sonido de Nathalia Quimbay, montaje de Jaime C. Carmona y producción de Cynthia Deus– propone a los asistentes a las proyecciones de Sundance unos breves pero orgánicos apuntes sobre algunas de las tantas aristas de la migración cubana, que ha alcanzado proporciones nunca antes registradas en la historia de la isla.
Te extraño, perdularia continúa la discusión activa que siempre han mantenido los estudiantes (y muchos egresados) de la EICTV con las realidades cubanas, aportando cardinales miradas creativas y conscientemente políticas al corpus nacional de imágenes en movimiento. Zilveti mira a los ojos de esta época, tanto como lo hiciera en 1993 el cineasta español Benito Zambrano con el documental Los que se quedaron, dirigido, producido y escrito por él en calidad de tesis de grado.
Allende las diferencias entre los personajes de ambas películas –la de Zambrano está protagonizada por una mujer de 61 años cuyo hijo emigró en 1980 a los Estados Unidos; la de Zilveti se centra en unas adolescentes que ven partir a personas queridas–, ambas apuntan a una cartografía del extrañar, a la relación de los cubanos que permanecen en Cuba con las ausencias de los migrantes y exiliados.
La directora comenta a Rialta Noticias que la película comenzó con las intenciones de filmar una historia sobre adolescentes, y eso los llevó al espacio escolar; en este caso el instituto preuniversitario Batalla de Jigüe, de la propia localidad de San Antonio de los Baños. “La primera vez que entramos, Cynthia, Stefano y yo, fuimos de aula en aula para conocer y hablar con los adolescentes. Estaba buscando un grupo de amigas que quisieran hablar con nosotros y ser parte de la película”, detalla.
“Esa misma mañana había una actividad en el comedor de la escuela, estaba llenísimo”. refiere. “Bailaban y había una muchacha que llamaba mucho la atención, porque lucía elementos un poco góticos, frikis. Hasta que se acerca a mí junto a otra amiga, y me dicen: nosotras somos «Las perdularias». Nuestro grupo de amigas es súper distinto porque algunas son frikis y góticas, otras son reggaetoneras, otras son reparteras. A otras les gustan más las canciones románticas. Somos todas muy distintas, pero estamos muy unidas, porque hay mucho bullying en nuestras clases y nuestro club es diferente. Nos protegemos, somos muy amigas y nos aceptamos, aunque seamos muy distintas”.
Zilveti y su equipo comenzaron a seguir a las muchachas durante sus clases y sus andares por San Antonio de los Baños durante los ratos de ocio. “Era como estar de vuelta en la secundaria”, dice. “Empecé a aprender un poco sobre esas chicas; qué clases les gustaban, cuáles no. Me abrieron mucho su mundo, empezaron a invitarnos a las fiestas”.
Entre los muchos aspectos interesantes de este grupo, la realizadora notó “uno muy recurrente, […] casi todas tenían alguna amiga que había partido”, subraya Manu Zilveti. “Durante los meses de investigación hablé con dos chicas que estaban muy tristes, porque justo había acabado de partir la mejor amiga de ambas. Estaban muy conmovidas, muy tristes. Es una situación común a todo el país. Siento que es muy difícil emigrar, pero es aún más difícil cuando no tienes alternativa. Las amigas se iban por decisión de los padres. Aunque estaban de acuerdo y bien felices, a la vez también esto implica reiniciar sus vidas en un momento tan vulnerable. Esto nos llamó mucho la atención, y decidimos tomar entonces esta línea narrativa. Íbamos a hablar de este grupo de amigas, de esta escuela, de este momento de la adolescencia, de las amigas que se quedaron en el país y que extrañan a las que se marcharon”.
Las jóvenes que termina colocando frente a la cámara –operada por Carolina Timoteo–, en procesos conscientes de autorrepresentación, y quizás hasta de catarsis, lidian con sensaciones de mutilación, pérdida y soledad acaso inexplicables para su edad. La adolescencia y la juventud no resultan usualmente etapas del dejar ir, para abandonar y ser abandonados y, para despedir y despedirse.
El vacío dejado por los cuerpos ausentes en las esferas más íntimas de quienes permanecen aquí, ya por decisión o fatalidad, adquieren una materialidad ignota, una sustancia imperceptible mediante cualquier artilugio concebido para medir o identificar los elementos del mundo. La soledad residual se mide en nostalgias, tristezas, aturdimientos y remembranzas. Sobre todo cuando la partida quiebran lazos emotivos establecidos en medio de las ebulliciones adolescentes.
Contrarias a la historia de Carmen Barreras, eje de Los que se quedaron, que “permitió” marcharse a su hijo mayor por el puerto del Mariel desde una inexpugnable convicción política “revolucionaria”, las adolescentes de Te extraño… son indiferentes, o al menos ajenas, a las militancias políticas, y solo parece quedarles el azoro, la desazón, la melancolía y la nostalgia prematuras.
Zilveti y su equipo se decantan por contrastar las cotidianidades alegres de las jovencitas en su espacio lectivo con el “después” hollado por las ausencias, que se convierte en una suerte de pantomima o ritual lúdico de remembranza. La espontaneidad es sustituida, o suplantada, por las primeras corazas, por las primeras resistencias que se alzan ante la tristeza súbita. Aun cuando el presente migratorio cubano, y global, encuentra paliativos en las modernas vías de comunicación, el vacío no deja de hacerse cada vez más tangible.
“Creo que lo que más me inspiró para la puesta en escena fue el proceso de investigación. Casi todo se basó en cosas que ellas mismas me presentaban”, explica a Rialta Noticias la directora brasileña. “Ellas estaban siempre jugando; algo que me encantó más. Se quejaban mucho de estar aburridas todo el tiempo. A veces faltaban profesores, pues no había disponibles para impartir las clases, justamente porque también estos se estaban yendo del país. En esos momentos ellas se dedicaban a jugar. Se escapaban para la piscina, y escribían sus nombres en la pared. Empezaban a tirarse papelitos unas a las otras. Todo lo que se ve en la película, a pesar de ser una puesta en escena, son pasajes de sus vidas que nos presentaron. La película es un conjunto de imágenes y momentos propuestos por ellas, que organizamos de manera cinematográfica”.
Las “perdularias” de Manu Zilveti parecen haber crecido de sopetón. Sus vidas se han acelerado hacia la adultez, que erosiona y finalmente disuelve la infancia, relega sus alegrías prístinas hacia el territorio de la nostalgia, siempre demasiado prematura.