Películas como Now! (1965), Hanoi, martes 13 (1965), LBJ (1966) y 79 primaveras (1969) certifican ante la historia al realizador cubano Santiago Álvarez como uno de los más virtuosos incursores en el cine de archivo. Sus vehementes operaciones resignificadoras de documentos fotográficos, gráficos y fílmicos desde la ágil alternancia de técnicas de fotoanimación, truca y montaje, también inscriben a estas cintas, y buena parte de su filmografía, en los anales más contundentes del cine político contemporáneo, indistintamente de sus derivas, sean diestras o siniestras.
Álvarez era abiertamente siniestro, era “revolucionario”, comunista y antimperialista declarado. Su talento era siniestramente grande para urdir duraderos y ambiciosos aparatos de propaganda audiovisual como el archiconocido Noticiero ICAIC Latinoamericano, que ayudó a sepultar simbólica e indirectamente (¿?) desde el ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos) de Alfredo Guevara, al primer libelista de la Revolución cubana: Carlos Franqui, con sus estrategias transmediáticas y su atrevida intentona de fundar lo más cercano que ha habido en la isla, después de 1959, a un Ministerio de Propaganda.
Santiago Álvarez concentró todos sus esfuerzos en el cine puro, convirtiendo al Noticiero… en dispositivo reporteril y de libelismo sistemático, asumiendo un modelo que de cierta manera ya iba en decadencia tras el arribo de la televisión, que absorbió este tipo de formato. Pero el poder del ICAIC era grande entonces, y este espacio periódico se propuso casi como un singular complemento de los contenidos emitidos por los canales oficiales a través de las pequeñas pantallas.
Con las garantías que le concedían el propio ICAIC, y el intocable prestigio revolucionario de su showrunner, el Noticiero, por no escasos momentos, desde los años sesenta hasta su desaparición, consiguió remontar senderos alternativos y proponer discursos más críticos sobre la contemporaneidad cubana que el propio reporterismo televisivo e impreso. Siempre desde la “confianza” en la efectividad del sistema político, pero cimentado en una más o menos coherente voluntad de edificar el socialismo desde la crítica “constructiva” y no desde el silencio oportunista.
Curiosamente, en la película Noticias, dirigida y guionizada por Lorenzo Regalado en 1991, se intersecan estos importantes dos ejes de la obra de Santiago Álvarez: el uso punzante del archivo desde la muy intencionada reconnotación (y deconstrucción) crítica, y el propio Noticiero ICAIC como lente analítico de parte de los devenires cotidianos de Cuba.
Noticias puede leerse en esencia como una suerte de sistematización agria de algunas de las emisiones del Noticiero ICAIC estrenadas entre 1977 y 1989, que revela en primer lugar la persistencia de sus realizadores y showrunner en calar en no pocas llagas sociales por las que rezumaba el descontento del pueblo ante carencias irresolutas –causadas en apariencia por la mediocridad y la indiferencia de “cuadros” intermedios, de burócratas a cargo de proveer de agua a zonas casi desérticas de La Habana; garantizar viviendas a personas que llevaban décadas residiendo en albergues; surtir agromercados y cafeterías vacías e infectas; recuperar sabiamente los “productos ociosos” olvidados en almacenes descontinuados; reparar los salideros que convertían en ríos las calles del municipio Marianao; ofrecer soluciones para viabilizar un transporte público urbano capitalino que delataba un colapso absoluto por la extinción de su parque automotriz.
A fuerza de interconectar más de una década de calamidades que eran transmitidas fragmentariamente en los entonces numerosos cinematógrafos cubanos antes de cada tanda, lo que se revela en realidad en estas emisiones es un fallo sistémico, no casuístico ni personal. Así como el fracaso de la crítica “constructiva”, “socialista”.
En su nunca estrenada película, Regalado condensa una docena de años de Noticieros ICAIC Latinoamericano portadores de las peores noticias sobre el sistema político de la isla: no funciona, los problemas nunca se resuelven, la “Revolución” está estancada en las marismas del formalismo partidista, es puro espectáculo de muy mal gusto. Sus dirigentes, exaltados en constantes reafirmaciones de fidelidad al régimen son tan (o más) feos que los blúmeres que nadie quiere comprar por “la libreta” en las tiendas estatales de entonces a razón de solo tres por año –como se aprecia en otro de los arcos narrativos de la película.
El realizador y guionista, junto con su editor Osvaldo Donatién, y por defecto todo el equipo involucrado, “cazan” al gran cazador propagandista de archivos que era Santiago Álvarez, al ingresar a su preciada y trascendente magnum opus en el mismo quirófano en que este cineasta-institución había sometido a duras disecciones los archivos, sobre todo estadounidenses, para desollar al imperialismo hasta el tuétano.
Esta operación inversa nunca será del agrado de un propagandista –como tal se autodefinía Álvarez–, poco capaz (o incapaz) de admitir estar al lado de un poder tan nocivo como el que critica, so pena de “traicionar” a sus empleadores o descubrir que tras su dedo se oculta el sol. He ahí una de las grandes herejías de Regalado y Noticias: convertir la mirilla en target, acusar al acusador, lapidar al impoluto apedreador, y peor, hacerlo con sus propios dispositivos, fílmicos en este caso. Y con la misma vehemencia autoral, de tesis, lejos de cualquier voluntad “objetivista”.
Como parcializado militante que era el vanguardista y marxista soviético Dziga Vértov, cuya noción del “cine-ojo” suscribía Santiago Álvarez –siendo el Noticiero ICAIC Latinoamericano legatario del noticiario Kinó-Pravda–, el cubano tampoco paró mientes en poner todo el poder de su subjetividad en función del proyecto político al que se debía, sobre todo en su encaramiento descarnado con los Estados Unidos y sus políticas externas e internas.
La verdad o las razones propagandísticas son poderosas e inamovibles. Son pedestales recios sobre los que se alzan los poderes, y no es más que su naturaleza ser intransigentes en su posición siempre ofensiva.
Así como Santiago Álvarez vociferaba la “decadencia” imperialista de una nación que asesinaba a sus presidentes, reprimía a amplios grupos sociales y étnicos, e invadía países soberanos como Vietnam, Regalado buscó emular lo estentóreo, lo muchas veces sardónico, y sobre todo lo contundente de su clamor, con este manifiesto generacional, revisionista, de ecos perestroikos que es Noticias.
La película muestra a su autor como heredero y a la vez impugnador del Noticiero ICAIC; como heredera e impugnadora de los “padres fundadores” del Instituto era la generación de cineastas que se cocía en los talleres audiovisuales de la AHS, en los cineclubes, en las selecciones oficiales del festival Cine Plaza. Como le corresponde ser a cada generación nueva respecto a la precedente. Cuervos jóvenes que sacan los ojos de sus ancestros.
Previo a la revisión crítica y sinceramente azorada que Juan Carlos Tabío hace de la historia cubana en El elefante y la bicicleta (1994), haciéndose los cabales cuestionamientos de “cómo llegamos aquí” y “qué hacemos ahora”, ya Regalado proponía con su documental su propio repaso de la historia reciente. Pero lo emprendió desde las más peligrosas aguas del archivo oficial.
Incluso, en ambas películas también se aprecian intenciones metatextuales similares, que son ejecutadas desde el mismo dispositivo: el devenir de la isla, sobre todo durante la Revolución, se proyecta como una película en una sala cinematográfica llena de espectadores del “presente” que enjuician lo visto desde el hastío, como es el caso de Noticias, y la incertidumbre, como sucede en El elefante….
Lorenzo Regalado pone al sujeto frente su Historia y discute con la imagen tendenciosa y parcializada que de esta le han ofrecido hasta el momento en que entró en la sala –Tabío lo hace tres años después. Pero, a la vez, pone a la Historia frente al sujeto, equilibra fuerzas y tensiones, empodera al espectador-pueblo como responsable de sus procesos de recepción, tanto del cine como de toda su realidad.
Era el año 1991, época en que se reveló finalmente la faz descarnada de la distopía cubana, y fuera de los Juegos Panamericanos y su alegre Tocopán, no hubo más buenas noticias respecto a la promisoria construcción del socialismo y la brillante victoria que parecía aguardar al doblar de la esquina. El futuro naufragó. Su pecio pudiera hallarse en el fondo del Estrecho de la Florida.
Junto con la crisis económica, arribaron a Cuba la crisis de fe, confianza y lealtad. La imagen del sistema político y su proyecto paradisíaco se cubrió para siempre de otros colores. Incluso, la imagen de dispositivo autocrítico que conservaba el ICAIC, a través de las emisiones semanales más agudas y descarnadas del Noticiero de Santiago Álvarez, dejó de ser confiable. Ya no bastaba con que los medios de comunicación mostraran los problemas, había que resolverlos y el propio sistema que los propició no era (no es) idóneo para autorrevolucionarse.
Noticias muestra las limitaciones del “cine revolucionario” para incidir efectivamente sobre la Revolución, para cambiar lo que debe ser cambiado y así el gran motor siga funcionando. Noticias trajo demasiado temprano la desagradable mala nueva de que hay que cambiar la Revolución. Doce años de fallos. Doce años de justificaciones machaconas recitadas por funcionarios somnolientos o aturdidos. Doce años de festivas reuniones de asambleas, comités centrales, sindicatos, en las que quien más salte es el menos yanqui de todos. No importa que los blúmeres sean feos y escasos, que los salideros aneguen La Habana.
El realizador mapea el esfuerzo inútil del Noticiero ICAIC Latinoamericano para contribuir al sostenimiento y perfeccionamiento del sistema político del que era fruto, vocero, y lo reformula como una potencial amenaza para sus propios artífices.
El clímax que urdió Regalado para la película es quizás el más acre retrato de grupo de la burocracia cubana que se haya concebido en el cine nacional, y no por falta de abordajes críticos a esta figurilla intermedia y venenosamente anodina, desde La muerte de un burócrata (Tomás Gutiérrez Alea, 1966) hasta Techo de vidrio (Sergio Giral, 1982), Talco para lo negro (Arturo Sotto, 1992) y El elefante… Lo es porque en gran medida abandona la seguridad de la ficción, y, sobre todo, la comedia.
Aunque es altamente irónica, toda la secuencia en que los burócratas danzan exaltados en aquelarres revolucionarios, al ritmo del “V. Songe d’une nuit du Sabbat” de Berlioz e “Invocazione dell’ imeneo” de Carl Orff, el realizador no califica para merecer el “salvoconducto del bufón”, pues redimensiona y expone a estos sujetos como casta. Pero son un clan sintomático, no causal, aunque la película siempre evita exhibir las efigies más sagradas del sistema como Fidel Castro, por presiones de los productores. No olvidar que es un título del ICAIC, aunque este se abrogara finalmente la decisión “legítima” de no estrenarla.
Noticias le informa al pueblo cubano que está hastiado, y le notifica al poder que la ciudadanía está harta. Las noticias son aciagas, y lo peor es que provienen del pasado cercano. Aunque entonces aún no eran interpretadas como signos del desplome nacional, sino como esfuerzos de la Revolución para reformarse en la marcha. Caminante, no hay camino, ni se hará camino al andar…
Gracias por este artículo, intensa crítica. Tanto Lorenzo como yo, Aicel, lo hemos leído, analizando y comentando cada párrafo. Hasta decidimos ver la película de Tabio. Saludos.