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Un otoño húngaro: el Booker Prize para ‘Flesh’, de David Szalay, vino tras el Nobel de László Krasznahorkai

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El reciente Booker Prize otorgado a Flesh (Jonathan Cape, 2025), novela del húngaro-británico David Szalay (1974), ha venido a subrayar –si bien de un modo indirecto, y como si hiciera alguna falta– la eminente vigencia de la tradición literaria húngara, luego de que este mismo otoño el Premio Nobel fuera a manos del exquisito pesimista László Krasznahorkai.

La semana pasada, Samantha Harvey, ganadora de la edición anterior, fue encargada de presentar el lauro que cada año prestigia y publicita –además de otorgar 50 mil libras esterlinas a su al autor– una novela en inglés ya publicada en el Reino Unido e Irlanda. 

Flesh es una obra escrita en “una prosa sobria” cuya trama abarca varias décadas y diversos escenarios: “desde una urbanización húngara hasta las mansiones de la élite rica de Londres”, se lee en la web del Booker. “[…] es una novela trepidante centrada en un hombre emocionalmente distante que se ve envuelto en una serie de acontecimientos que escapan a su control”. 

“Este libro es la historia de ascenso de un joven tímido y solitario, Istvan, que crece con su madre en un complejo residencial de Hungría. A Istvan le ocurren muchas cosas: siendo un adolescente virginal, iniciará un romance clandestino con una mujer mucho mayor que él; será considerado responsable de la muerte del marido de ella; cumplirá condena en un centro de detención de menores y junto a soldados noruegos en Irak. Aprenderá que puede manejarse en situaciones difíciles”, se extiende sobre las peripecias de Flesh Dwight Garner en su reseña para The New York Times. “Lo invitan a trabajar en seguridad y se convierte en chófer para una familia muy pudiente en Londres. Se introduce en esta familia sin realmente tener la intención de hacerlo; es un proletario que penetra en las clases dominantes. Al poco tiempo, viste trajes de Tom Ford, vuela en helicópteros y jets privados, cena en el River Café y se acuesta con la esposa inexperta”.

El presidente del jurado, Roddy Doyle, declaró que los jueces de este año –cuya shortlist también integraban Flashlight, de Susan Choi; The Loneliness of Sonia and Sunny, de Kiran Desai; Audition, de Katie Kitamura; The Rest of Our Lives, de Ben Markovits, y The Land in Winter, Andrew Miller– nunca habían leído nada semejante: “Es, en muchos sentidos, un libro sombrío, pero es un placer leerlo”, dijo al anunciar el galardón.

Por su parte, Szalay ya había sido finalista en 2016 con All That Man Is, un libro con nueve relatos independientes que de alguna manera conformarían, gracias a ciertas continuidades y vasos comunicantes, una novela. En aquella ocasión, ha confesado, que la ceremonia de premiación fue “horrendamente estresante”, y que esta vez fue sin dudas mejor no solo por la razón obvia de su triunfo, sino porque se propuso “estar calmado”.

Es probable que una de las cosas que lo ayudó a manejar las expectativas fue el hecho de que en octubre la Academia Sueca hubiese reconocido al autor de Tango satánico Melancolía de la resistencia.

“Cuando Laszló [Krasznahorkai] ganó el Nobel, pensé: «Dios mío, ¿se ha llevado la cuota de escritores húngaros ganadores de este año?», dijo Szalay en conferencia de prensa. “Al fin y al cabo, soy un escritor británico”, precisó Szalay, quien nació en Montreal, Canadá, y creció en Londres, “pero este es un año muy especial para las personas con nombres húngaros que escriben libros”.

Hace meses, el autor explicaba a The Guardian que nada en Flesh es “directamente autobiográfico”, aunque el libro, cosmopolita como es, surgió –tras abandonar el que estaba escribiendo en 2017– de su experiencia particular: “estar a medio camino entre dos lugares y no sentirme del todo en casa en ninguno de ellos”, dijo. “Ya no me siento londinense del todo, pero tampoco me siento completamente húngaro. Incluso durante las décadas que viví en Londres, solo por mi apellido, siempre tuve la sensación de ser… «forastero» es una palabra demasiado fuerte; en Hungría era más bien un forastero, sin duda, pero una especie de «forastero-insider», porque tengo raíces húngaras pero no hablo húngaro muy bien. Esa especie de zona gris me interesa”.

Szalay –lector juvenil de El hobbit El señor de los anillos, y admirador confeso de Frederick Forsyth– ha contado que, en 2009, se fue a vivir y escribir a la Hungría de su padre, entre otras razones, para vivir con sus escasos ingresos de escritor. Se pasó allí diez años, y regresa a menudo por cuestiones familiares.

Semanas atrás, Krasznahorkai –explorador en profundidad de zonas grises– se declaraba “realmente muy orgulloso y muy feliz” de utilizar esa “pequeña lengua”, el húngaro, también como lengua literaria.

De modos obviamente distintos, y con inevitables diferencias de grado, ambos escritores galardonados este otoño de 2025 se relacionan con un amplio, ubérrimo espacio literario que se remonta a clásicos como Imre Madách o Attila József, incluye grandes nombres del siglo XX como Sándor Márai, Magda Szabó o Imre Kertész, Nobel en 2002, y autores contemporáneos como Agota Kristof o Péter Esterházy.

RIALTA STAFF
RIALTA STAFF
Rialta, Alianza Iberoamericana para la Literatura, las Artes y el Pensamiento es una asociación civil con sede en Querétaro, México, de carácter no lucrativo, que tiene por objeto principal la promoción y fomento educativo, cultural, artístico, científico y tecnológico.

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