David Lynch, uno de los cineastas vanguardistas más importantes de todos los tiempos, murió este 16 de enero, según informó su familia en redes sociales. Tenía 78 años y le habían diagnosticado en 2024 un enfisema pulmonar. Él mismo lo había anunciado ese año en su cuenta de Twitter: “Debo decir que he disfrutado mucho de fumar, que amo el tabaco –su olor, darle fuego a un cigarro, fumarlos– pero hay un precio que pagar por este disfrute y ese precio para mí es mi enfisema”.
Este jueves, su familia pidió privacidad al anunciar el deceso del cineasta: “Con profundo pesar, nosotros, su familia, anunciamos el fallecimiento del hombre y el artista, David Lynch. Agradeceríamos un poco de privacidad en estos momentos. Hay un gran vacío en el mundo ahora que ya no está con nosotros. Pero, como él diría: «Mantén la vista en la dona y no en el agujero»”.
Nadie jamás salió de ver una película de Lynch sin sentirse hipnotizado, atravesado y contagiado por la atmósfera en que se desenvolvían sus historias y magnéticos personajes. Sus filmes parecen sacados de un baúl de sueños raros e inquietantes, al mismo tiempo que entrañables.
Aunque su obra no necesitaba premios que resaltaran su originalidad, David Lynch recibió en 2020 un Oscar honorífico por toda su carrera; ya antes había sido nominado en numerosas ocasiones a este mismo premio. También el Festival de Venecia le extendió un León de Oro por su trayectoria, en 2006.
Y todo ello empezó en la década de los noventa, cuando Lynch cambió para siempre la televisión estadounidense con su serie Twin Peaks. El ambiente en que se mueven los personajes, el misterio alrededor de ellos, es la parte más cautivadora de la serie, que gira en torno a la investigación del asesinato de una estudiante de secundaria. Twin Peaks es conocida, además de por su otredad radical desde el punto de vista formal, por atreverse con temas hasta el momento tabúes en Estados Unidos.
De esa década es también la querida Wild at Heart (Corazón salvaje), con la que ganó una Palma de Oro en Cannes. Desde que se estrenó, esta violenta y tierna road movie no deja de sorprender por su desbordante erotismo.
Su otra pieza muy aplaudida es Blue Velvet, que se dio a conocer antes, en 1986. En este filme, el espectador es conducido por voces, miradas y una música seductoras en un aterrador e infernal viaje por una pequeña ciudad estadounidense.
A Lynch le interesaba explorar el mundo de opuestos en que vivimos, y exponía hasta el maniqueísmo cómo lo bello y lo maldito podían coincidir trágicamente. La lujuria carnal y la inocencia fueron dos de las dualidades sobre las que articuló sus historias.
A finalizar los noventa, el gran director de atmósferas sorprendió con otra de sus obras maestras, Mulholland Drive, que le valió el premio al mejor director en Cannes en 2001.
Su último largometraje fue Inland Empire, rodada por él mismo en video y estrenada en 2006. Desde esa fecha solo se dedicó a hacer filmes cortos y videos musicales. En 2017, estrenó en Netflix el cortometraje What did Jack do?
El cineasta se formó como pintor antes de convertirse en uno de los directores de vanguardia más aclamados de Estados Unidos. En sus inicios dirigió varios cortos de animación, como Six Men Getting Sick (Six Times) y The Alphabet (1968).
Hay un libro de entrevistas, Lynch on Lynch (2005), donde se puede entrever algunas de las ideas que el artista llevó al enigmático mundo de sus películas, pese a su habitual laconismo. El entrevistador es el escritor Chris Rodley.
Lynch desarrolló también una prolífica carrera como músico. Llegó a grabar una docena de álbumes. Y por si fuera poco, no solo dejó películas y música, también creó la Fundación para la Educación Basada en la Conciencia y la Paz Mundial.