“En la otra isla” –como el extraordinario documental de Sara Gómez– se titula el ciclo de cine cubano que ha organizado el Festival Internacional de Cine de San Sebastián para su 72o edición, que tendrá lugar del 20 al 28 de septiembre próximo. Diecisiete documentales y un largometraje de ficción del país caribeño, realizados entre las décadas del sesenta y el noventa del pasado siglo, llegarán al evento español en copias restauradas gracias a la gestión conjunta del propio festival, la Elías Querejeta Zine Eskola (EQZE) y la Filmoteca Vasca.
Esta programación cuenta con la presencia de autores tan importantes como la propia Gómez y Nicolás Guillén Landrián, quienes consumaron obras transgresoras que cuestionaban la naturaleza del proceso social revolucionario en sus primeros años. También acoge producciones del importante documentalista Santiago Álvarez, quizás el creador que mejor moduló, desde el cine, una gramática en sintonía con la retórica del poder político en aquellas décadas iniciales de la Revolución. E incluye trabajos de creadores amateur que, entre los ochenta y los noventa, obraron desde cine clubs y al margen del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).
Cinco secciones temáticas incluye el programa. La primera se titula “Es bueno que esto lo vean en La Habana”, e incluye Ociel del Toa (Nicolás Guillén Landrián, 1965) y En la otra isla (Sara Gómez, 1968). La segunda es “Toda mi sangre grita Mozambique”, conformada por El negro (Eduardo Manet, 1960), En un barrio viejo (Nicolás Guillén Landrián, 1963), Una tradición centenaria (Miguel Secades, Rudis Reyes y Rafael Torrens, 1990), Iré a Santiago (Sara Gómez, 1964) y Coffea Arábiga (Nicolás Guillén Landrián, 1968).
La tercera ha sido titulada “Segunda mano”, y presenta Isla del tesoro (Sara Gómez, 1969), L.B.J. (Santiago Álvarez, 1968), 79 primaveras (Santiago Álvarez, 1969), Oración (Marisol Trujillo, Miriam Talavera y Pepín Rodríguez, 1984) y Nace una plaza (Miguel Secades y Miguel García, 1988). La cuarta es “Cuba trabaja y se divierte”: Los del baile (Nicolás Guillén Landrián, 1965), …y tenemos sabor (Sara Gómez, 1967), Poder local, poder popular (Sara Gómez, 1970), Taller de línea y 18 (Nicolás Guillén Landrián, 1968) y Reportaje: Plenaria Campesina (Nicolás Guillén Landrián, 1966). “De cierta manera” exhibirá el único largometraje de ficción de la muestra: la película homónima de Sara Gómez estrenada en Cuba en 1974.
“Las películas –en muchos casos programadas en estreno mundial o que se verán por primera vez en España– son restauraciones digitales resultado de la colaboración entre entidades cubanas (Cinemateca de Cuba, ICAIC, cineastas y particulares) e instituciones internacionales como la propia Elías Querejeta Zine Eskola, a través de su área de restauración y preservación fílmica, Vulnerable Media Lab / Queen’s University (Canadá), Arsenal-Institut für Film und Videokunst (Alemania), Altahabana Films (Madrid), el colectivo Archivistas Salvajes (Cuba-San Sebastián) o el Institut National de l’Audiovisuel (Francia)”, apunta la página web del evento español.
No debe extrañar que destaquen en el programa las nombres de Nicolás Guillén Landrián y Sara Gómez, cuyas obras han sido restauradas últimamente y exhibidas en diversos espacios internacionales. Sus películas resultan imprescindibles para comprender el cine cubano post-1959 y la naturaleza misma del cambio social que se produjo en la isla en la década de los sesenta.
Censurada su obra, sometido a tratamientos con electroshock y, finalmente, forzado al exilio, Nicolás Guillén Landrián legó uno de los catálogos más radicales y complejos del cine cubano. Cintas como Ociel del Toa, En un barrio y Los del baile, en un registro observacional (si bien distante del triunfalismo de aquel momento), registran el cruce entre la violencia inherente al cambio histórico y la identidad cultural, étnica o religiosa de individuos de las periferias rurales y urbanas. Otros trabajos suyos también incluidos en este ciclo, como Coffea Arábiga y Taller de línea y 18, resultan todavía más radicales en cuanto a experimentación formal. Sus performáticos montajes de planos sonoros e icónicos, a la manera del pensamiento asociativo, interrogan el desarrollismo revolucionario y la demagogia del poder.
En ese sentido también es importante el documental de Sara Gómez que da título al ciclo. Siguiendo las pautas del cine etnográfico popularizado por Jean Rouch, la directora cubana encuesta a una serie de individuos reclutados en una granja agrícola de reeducación emplazada en Isla de Pinos. Como otras obras de su autoría —Poder local, poder popular y, sobre todo, De cierta manera–, En la otra isla se presenta hoy como un agudo cuestionamiento de la idoneidad de los caminos de transformación ideológica/subjetiva emprendidos por la Revolución cubana para la formación del “hombre nuevo”. Tanto Sara Gómez como Nicolás Guillén Landrián fraguaron películas donde se aprecian las tensiones entre la voluntad iluminista de poder isleño y aquellos sujetos ubicados en los márgenes y constreñidos por marcas de género, raza o religión.
Además de la importancia de mostrar documentales poco vistos incluso en Cuba, como El negro y Oración, vale destacar inclusión de filmes como Una tradición centenaria y Nace una plaza. Esas obras fueron restauradas gracias a los esfuerzos del colectivo Archivistas Salvajes, que emprendió hace algún tiempo en la isla una invaluable labor de rescate de materiales amateur, realizados por aficionados y miembros de cineclubs. Gracias a los esfuerzos se dicho equipo, el conjunto de obras salvadas del olvido, las cuales fueron condenadas a la desaparición por la desidia institucional en la isla, resulta ahora fundamental para comprender el devenir de la producción audiovisual en Cuba.
Una tradición centenaria se acerca, de acuerdo con la sinopsis, a “una casa rural de Santa Fé, un pequeño pueblo en el corazón de Camajuaní, Cuba, [donde] la familia Fusté, descendiente de esclavos cimarrones, celebra cada 3 de mayo la velada de la santísima cruz de mayo, un ritual religioso único que combina elementos yorubas, cristianos y espiritistas. Este ritual exorciza a los muertos y los invita a poseer los cuerpos de los vivos para asegurar la lluvia y las cosechas”. Por su parte, Nace una plaza registra la construcción en 1988 del mausoleo para Ernesto “Che” Guevara en la provincia de Santa Clara. “En medio de controversias y teorías conspirativas”, leemos, “el Partido Comunista encargó a los cineastas aficionados Secades y García documentar la obra, con el respaldo y la supervisión de las fuerzas armadas revolucionarias”.
Diseñado para la sección Klasikoak –que se consagra al rescate de “obra de cineastas, épocas, temáticas o lenguajes cinematográficos”–, el programa de “En la otra isla” destaca por el rigor de su selección: el público de San Sebastián tendrá la oportunidad única de apreciar la complejidad discursiva y la altura estética de algunos de los autores más vanguardistas de la tradición cubana.