Embargado

Al embargado no lo vemos. Se esconde detrás del muro de los lamentos que es el embargo norteamericano a Cuba. Trátese de un cubano cegado por la propaganda o de un extranjero nostálgico del Parque Jurásico de la utopía comunista que es Cuba, lo podremos identificar fácilmente. Justificará cualquier penuria de la isla con el argumento del bloqueo. Se resistirá a analizar las evidencias del fracaso autónomo del experimento marxista-castrense con la impenetrabilidad del muro fronterizo que conjetura en las sanciones. Pronuncia “bloqueo” con la firmeza de la fuerza naval que ni en los sueños húmedos de Fidel Castro se apostó en la bahía de La Habana. Porque al embargado lo único que le interesa es girar el dedo acusador al Tío Sam, sin cuestionarse un segundo la historia, las razones políticas o la verdadera incidencia de las sanciones. Nunca ha pensado que la falacia victimista que repite es propaganda de un régimen dictatorial que encubre al verdadero victimario de una tragedia humana gigante.
—En Cuba no hay ni comida.
—¡Es el bloqueo!
—El embargo no restringe la entrada de alimentos ni insumos médicos. Estados Unidos, de hecho, exporta miles de toneladas de alimentos y medicinas a Cuba.
—¡Es el bloqueo!
—Cuba no produce nada salvo ideología. No produce, entre otras razones, porque junto a Corea del Norte es el único país del mundo con una economía de planificación central.
—¡Es el bloqueo!
—El problema es interno: otras dictaduras de partido único, pero con socialismos de mercado, como Vietnam, al menos han conseguido autosuficiencia alimentaria.
—¡Es el bloqueo!
—La miseria es consustancial al régimen castrista, una miseria que ha sido usada como estrategia de control desde el año 59.
—¡Es el bloqueo!
—La producción de azúcar de los últimos dos años ha sido inferior a la zafra de 1898, en plena guerra de independencia.
—¡Es el bloqueo!
—Cuba recibió subsidios de la Unión Soviética equivalentes a uno o dos tercios del Plan Marshall que reconstruyó a toda Europa tras la Segunda Guerra Mundial.
—¡Es el bloqueo!
—¡Fidel Castro metió las cabezas de las vacas en aire acondicionado!
—Todo el entramado de producción, comercio, importación y exportación está en manos de grupos empresariales S. A. de la cúpula político-militar y sus familias.
—¡Es el bloqueo!
—El Partido Comunista destina el 36 % del gasto público a construir hoteles vacíos y solo un 2.9 % a la agricultura y un 1.9 % a la salud.
—¡Es el bloqueo!
—Lo que declara Cuba como costo del embargo es una cifra exorbitante basada en mercados especulativos y el gobierno nunca ha publicado los cálculos en los que se basa para llegar a esos números, que por otro lado no representan ni el 10 % de lo que calcula la ONU.
—¡Es el bloqueo!
—El mismo gobierno cubano ha saboteado sistemáticamente las negociaciones para flexibilizar las sanciones porque el “bloqueo” es la mejor coartada de su inoperancia.
—¡Es el bloqueo!
—Que no, que los cubanos lo vivimos, nos hacen mentir al respecto y sabemos que no es así.
—¡Es el bloqueo!
Bestiario Miserable es un catálogo de los excesos, miserias, deformaciones que las contorsiones circenses del panorama político cubano, global y virtual han ido pariendo. Como decía Leónidas Lamborghini, la verdad del modelo es su propia caricatura. Pues este quisiera ser un retrato realista de los arquetipos de conducta que florecen en toda su monstruosidad por el extremismo ideológico, la antipatía, la deshonestidad intelectual, o la pura estupidez, ahora abonados en ese terreno de la pseudo ética que puede ser ciberespacio. En un mundo que se parece cada vez más al que describiría Weill, donde la espera de lo que vendrá ya no es esperanza, sino angustia, quizás bosquejar nuestros monstruos, los que todos en menor o mayor medida somos, pueda hacer los mitos más lógicos, dar alguna pizca de sensatez.

