PUERTO PADRE, Cuba.- “A confesión de parte, relevo de pruebas”, dice el viejo dicho. Y la judicatura de la Corte Penal Internacional (CPI), y en especial Karim Khan, fiscal jefe de la procuraduría de naciones, si están apegados ellos a esa vieja máxima de juristas, ¿también estarán por estos días evaluando decretar medidas cautelares de detención, ordenando a INTERPOL la búsqueda y captura del reo Nicolás Maduro Moros…?
Cabe la pregunta porque al observar hechos nuevos ocurridos en Venezuela, como la confesión del imputado que, por apologética del delito agravan su responsabilidad penal, diciendo también de su premeditación del crimen y de la alevosía del delito de lesa humanidad, perpetrado de forma continuada contra la población civil venezolana por parte de Maduro y de su régimen, no cabe sino pensar en la prisión preventiva del inculpado… O de su impunidad.
Y digo que acaso el fiscal Karim Khan esté por solicitar a los jueces del CPI una medida cautelar de prisión provisional contra Nicolás Maduro, porque es el propio imputado Maduro Moros quien, con su actuación, previa y posterior a las elecciones presidenciales del pasado domingo 28 de julio, “se puso la soga al cuello”, coloquialmente hablando. Ya había en Venezuela antes del 28 de julio un crimen internacional, conceptuado de lesa humanidad a primera vista según el desplazamiento forzado por violaciones de los derechos humanos, al conculcarse las libertades civiles, económicas, sociales y políticas, de unos ocho millones de venezolanos, esto, sin reseñar las denuncias por asesinatos, encarcelamientos, torturas físicas y psicológicas, detenciones arbitrarias, secuestros y otros crímenes, todos, por persecución política.
Pero también cabe pensar en la impunidad de Nicolás Maduro, por inacción jurídica y política porque, añadiéndose a la diáspora venezolana que va cual paria por el mundo, y esas otras gravísimas imputaciones denunciadas ya desde hace mucho tiempo ante el fiscal Karim Khan y la CPI, incluso, con evidencias aportadas por víctimas y testigos en comparecencia ante la Organización de Estados Americanos (OEA), ahora se añade, según ya afirmamos en Venezuela, el crimen internacional y la Doctrina Tobar, la “apología del delito”, la “incitación criminal”, delitos cometidos de forma pública y notoria, y lo de “pública y notoria” no es una frase hecha, sino dicha ante medios de comunicación masiva por Nicolás Maduro, cuando “había pregonado con premeditación y alevosía antes de las elecciones del pasado 28 de julio”, lo del “`baño de sangre´ que hizo pronunciarse a la comunidad internacional”, dijimos aquella vez, y ahora reiteramos, porque el “baño de sangre” que anunció Maduro Moros, ya ha regado las calles de Venezuela, con más de 20 muertos, cientos de heridos y según admite el propio régimen, con más de dos mil personas detenidas. ¿Pero qué ha sucedido con los criminales? ¡Nada! Absolutamente nada. Palabras. Solo palabras.
Entonces cabe preguntar, ante esos hechos que son constitutivos de un crimen de lesa humanidad, ¿cuál será la actuación del fiscal Karim Khan y de los jueces de la Corte Penal Internacional?
Se sabe. La persecución por motivos políticos constituye un crimen contra la humanidad. Y Nicolás Maduro ha hecho apología de ese crimen. Ha dicho públicamente de la construcción de cárceles para encerrar a sus opositores. Y el encono, entiéndase la potencial peligrosidad criminal de Nicolás Maduro y de las personas que junto a él se aferran al poder en Venezuela, no distingue fronteras ni jerarquías.
Y habrán visto quienes siguen la peligrosísima situación de persecución vivida por la nación venezolana que en Caracas o en un recóndito pueblo llanero, por igual, el régimen va contra un joven opositor que contra un líder internacional, si en desacuerdo entra con Maduro y su clan, que son todos los poderes del Estado. Eso lo habrán visto los jueces de la CPI a quienes compete decidir el arresto, y no sólo el fiscal Khan, a quien corresponde emitir la solicitud de prisión preventiva contra un presunto autor de crímenes de lesa humanidad como es Nicolás Maduro, del que es útil preguntar: ¿Quedará impune?
Hemos visto los ciudadanos del mundo que, si inicialmente ante las críticas por unas elecciones insuficientemente esclarecidas los ataques fueron contra los presidentes y gobiernos de Argentina, de Chile y de otros países que pidieron claridad en el proceso eleccionario, ahora, el guirigay de Maduro y de sus cancerberos -aunque no lo dicen- van contra el mismísimo secretario general de la ONU Antonio Guterres. A esos extremos a llegado el régimen de Nicolás Maduro, a despotricar contra todo y todos por “fascistas” y pro “imperialistas”. Pero no extraña. Es el comportamiento de un Estado totalitario en ciernes. Lo grave sería que mientras las cárceles de todo el mundo albergan a millones de penados por delitos contra la propiedad de las personas, las personas supuestamente civilizadas del mundo se crucen de brazos ante criminales internacionales que se roban la libertad de las naciones.
Y veedores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), presentes en las elecciones presidenciales de Venezuela el pasado 28 de julio, porque dijeron como antes dijo el Centro Carter que sin la publicación de sus detalles unas elecciones no tienen precedentes en elecciones democráticas, y, así, pues, es la ONU la más reciente reprochada por el régimen de Nicolás Maduro. Se les acusa de “difundir mentiras” y de violar el acuerdo con autoridades electorales venezolanas, al publicar información clasificada antes de lo debido. Omiten Maduro y seguidores, como también calla el secretario general de la ONU, que un informe de esa hondura, jamás hubiera sido publicado por meros expertos sin la aprobación del propio Antonio Guterres.
Pero, sin consecuencias jurídicas al día de hoy, es el mismo Nicolás Maduro quien ha confesado, públicamente, el crimen de lesa humanidad que hoy vemos producirse en Venezuela. Dijo de un “baño de sangre”, de “detenciones”, de “cárceles”, dijo, en suma, de persecución por motivos políticos, que es un crimen contra la humanidad, conceptuado así por el Derecho Internacional. Y mientras presidentes y embajadores hablan de diálogos, de mediaciones, de repetir elecciones, de gobiernos compartidos, de amnistías para criminales internacionales, cabe preguntar, si al perseguir a los venezolanos por motivos políticos, Nicolás Maduro, un criminal confeso, comete un delito contra la humanidad, ¿por qué las naciones democráticas de toda la humanidad no van a por Maduro…? ¿Quedará impune el crimen de lesa humanidad que un régimen totalitario en gestación, en pleno siglo 21, comete contra el pueblo venezolano?
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