HOLGUÍN, Cuba. – Elena Rodríguez García, una jubilada holguinera de 68 años, revela con un tono de resignación que el potaje de frijol negro, un plato tradicional en la dieta cubana, se ha convertido en un lujo inalcanzable. “Los frijoles están muy caros”, afirma. “La libra del frijol negro está a 350 pesos, mientras que la del frijol colorado a 470. Mi pensión de 1.680 pesos no me alcanza para nada más que para lo básico”.
La carestía de alimentos no es exclusiva de Holguín: en todo el país los altos precios y la escasez de productos básicos han transformado la vida diaria en una lucha constante por la supervivencia.
José Martínez Pérez, un hombre de 55 años, se detiene en el tema del azúcar, otro ingrediente esencial que ha visto un aumento desmedido en su precio. “El colmo es el azúcar”, dice. “La libra está a 300 pesos, en un país que tiene una historia centenaria en la producción de este producto”, comenta.
Asimismo, resalta la ironía de vivir en un país que una vez se jactó de su poderío azucarero y que ahora está obligado a importar este producto para satisfacer la demanda interna.

Para muchos cubanos, uno de los precios más escandalosos en un agromercado es el del aguacate. “Lo nunca visto”, dice el holguinero Roberto Díaz Hernández. “Un aguacate cuesta ahora 200 pesos. ¿Cómo puede ser que un simple aguacate, algo que crece en nuestros campos, esté al alcance solo de unos pocos?”, se pregunta.
Más allá de las frutas y vegetales, la carne de cerdo se ha convertido en la reina indiscutible de los precios altos. “La carne de cerdo está a 750 pesos la libra. Es un récord”, exclama Ricardo González López, vecino del reparto Pueblo Nuevo, también en Holguín.
El descontento de los cubanos no es solo una cuestión de precios, también refleja la frustración con las políticas gubernamentales que parecen incapaces de abordar la crisis. En julio de 2023, Esteban Lazo Hernández, presidente del Parlamento cubano, reconoció el fracaso de la Ley 148 de Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional. “El 100% de la canasta básica se está importando”, declaró. “Estamos cansados de programas y medidas que no dan resultados”.
Las palabras de Lazo resonaron como un eco de desesperanza entre los cubanos. La mencionada ley, con sus nueve títulos, 24 capítulos, 101 artículos y cuatro disposiciones finales, ha fracasado en proporcionar una solución tangible a los problemas alimentarios que afectan a la población.
Un año después de las declaraciones de Lazo, la situación no ha mejorado; de hecho, ha empeorado. Recientemente, Alberto López Díaz, titular de la Industria Alimentaria, presentó un informe que muestra una creciente incapacidad para abordar las deficiencias en la producción. “No se implementan ni se aprovechan adecuadamente las 43 medidas aprobadas para fortalecer la empresa estatal socialista”, señaló López.
“Con los malos dirigentes que tenemos ―comenta el joven Ernesto Pérez, del reparto Pueblo Nuevo―, estoy seguro de que la escasez aumentará, los precios seguirán subiendo, y la mayoría de nosotros continuará viviendo en la miseria, sin esperanza de un futuro mejor”.

Por su parte, Laura Gómez, madre de tres hijos, expresa su frustración con el costo del huevo, que ha alcanzado los 3.000 pesos por cartón. “Comer huevo es un lujo”, asegura. “Nunca imaginé que un simple cartón de huevos costaría tanto. La comida ha llegado a ser un lujo que la mayoría no puede permitirse”.
Carlos Martínez critica la calidad de los alimentos disponibles en el mercado. “De todo lo que necesitamos en la comida, se nota más el dicho de malo, feo y caro”, comenta. “El arroz cuesta entre 250 y 300 pesos la libra, pero es picado y con mal sabor. El fongo [plátano] es chiquito, con mucha cáscara; y aun así una mano de ocho fongos cuesta 150 pesos. Un vaso de yogurt a 60 pesos, por ejemplo, es más agua que yogurt”
Marta Rodríguez, una anciana de 71 años, hizo el siguiente análisis: “Se puede usar ropa y zapatos viejos y zurcidos, pero no se puede dejar de comer. La comida es esencial, y cuando los precios están por las nubes, se vuelve una lucha diaria”.
“Vivir en estas circunstancias es como estar atrapado en una tormenta sin fin”, dice Pedro González Diéguez . “Los precios siguen subiendo, y mientras tanto, los salarios y pensiones no alcanzan para cubrir lo básico”.

El tema de la inflación, según lo abordado en la primera sesión ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular en su X Legislatura de julio de 2023, tiene raíces profundas en factores globales y locales. Vladimir Regueiro Ale, ministro de Finanzas y Precios del régimen cubano, atribuyó las causas de la inflación a las secuelas de la pandemia de COVID-19, los conflictos bélicos internacionales y al “recrudecimiento del bloqueo económico impuesto por Estados Unidos”.
En este contexto de incertidumbre, la desilusión de los cubanos se hace palpable. Carmen Rodríguez López, una jubilada de 63 años, expresa su pesimismo de manera contundente: “Con la ineptitud de nuestros dirigentes, que cometen errores que el pueblo debe pagar, la situación solo puede empeorar. Los precios seguirán subiendo y la escasez será aún mayor. La mayoría de nosotros continuaremos en la miseria, sin esperanza de un futuro mejor”, termina Carmen.
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