AREQUIPA, Perú – El alemán Alejandro de Humboldt fue catalogado por el pedagogo y filósofo cubano José de la Luz y Caballero como el “segundo descubridor de Cuba”, por el aporte de sus investigaciones a la geografía insular, tras recorrerla; a su flora, fauna, clima, geología, suelos y la producción de caña de azúcar.
Hace 224 años los cubanos recibieron al científico europeo, y uno de los lugares por el que este se interesó fue la villa de Trinidad, en Sancti Spíritus.
Aunque permaneció corto tiempo, Humboldt llega a Trinidad desde Batabanó en una embarcación por el río Guaurabo acompañado del naturalista, médico y botánico francés Aimé Bonpland.
La breve estancia, destinada a reabastecerse de alimentos y agua, permitió a Humboldt explorar la villa y conocer sus riquezas locales entre mar y montañas. Fue recibido con honores por los trinitarios y la élite intelectual y comercial de la ciudad.
El cronista Francisco Marín Villafuerte, en su Historia de Trinidad (1944), confirma que Humboldt pernoctó en una de las mansiones de la ciudad en marzo de 1801, interactuando con destacadas personalidades locales.
Durante su estancia, Humboldt registró información sobre la localidad, incluyendo la población de Trinidad y sus alrededores, que sumaba 19.000 personas en un radio de 2.000 toesas (una antigua unidad de longitud francesa). El sabio alemán observó también la vida pastoral y las numerosas haciendas de cría que caracterizaban la región.
Asimismo, hablaría de otros temas, como cuando se refiere a uno de los lugares más conocidos de la ciudad: “al extremo boreal, se halla la iglesia de Nuestra Señora de la Popa, sitio célebre de romería”.
“Aquel punto me pareció de una altura de 700 pies sobre el nivel del mar; y se goza allí, como en la mayor parte de las calles, de una vista magnífica al océano, a los dos puertos (puerto Casilda y boca Guaurabo), a un bosque de palmeros…”
Humboldt a pesar de su breve estancia en Cuba le dedicó dos libros titulados Cuadro estadístico de la Isla de Cuba, publicado en París en 1831 y su famoso Ensayo Político sobre la Isla de Cuba, traducido al español y conocido aquí en 1827.
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