octubre 23, 2025

De Caracas a La Habana, ¿o mejor al revés?

Venezuela es un objetivo apremiante debido al clima de desestabilización que provoca en el continente; pero, una vez más, se pierde de vista que el origen y el cerebro del mal radican en una isla del Caribe.
Nicolás Maduro y Miguel Díaz-Canel, gobernantes de Venezuela y Cuba, respectivamente
Nicolás Maduro y Miguel Díaz-Canel, gobernantes de Venezuela y Cuba, respectivamente (Foto: ACN)

LA HABANA.- Cuando uno oye hablar a Nicolás Maduro no puede evitar asombrarse de que semejante espécimen ocupe la presidencia de un país. Conocemos las razones, la intervención del “gran líder” Hugo Chávez en su favor, y todos los métodos coercitivos y anticonstitucionales que se han empleado para mantenerlo en el poder hasta el presente, cuando tiene una nalga en la silla presidencial y otra en un asiento cualquiera de un vehículo no precisado del Comando Sur, si llegan a agarrarlo vivo.

Similar perplejidad me invade cuando escucho a Miguel Díaz-Canel, un hombre capaz de articular ideas mejor que Maduro, pero con una vocación insuperable para hacerlo todo mal, desde reducir a polvo un país sin utilizar explosivos, hasta alinearse con regímenes criminales que persiguen la destrucción de Occidente.

Lo peor es que tanta torpeza política ni siquiera surge de su propia inspiración. Asustado por los truenos que llegan desde Venezuela, el poder real ha tenido que sacar prácticamente del tanatorio a Raúl Castro para demostrar quién manda en el bajareque antillano: un anciano de 94 años vestido de verde olivo como si estuvieran reeditando la crisis de los misiles, o como si quisieran dar a entender que Cuba está dispuesta a hacer algo más que recoger firmas en un acto de apoyo simbólico al chavismo. En resumidas cuentas, quien manda mercenarios a Ucrania puede también mandarlos a Caracas, aunque es poco probable que puedan exprimirle un céntimo a ese negocio dada la cantidad de petróleo que la república bolivariana le ha “regalado” al régimen.

En pantuflas desde su casa, Raúl Castro solo tiene que tomar la decisión y el abultado palmarés represivo de Díaz-Canel se engrosará con reclutamientos exprés, similares a los que tuvieron lugar en los años setenta y ochenta en las unidades militares para enviar carne de cañón a África. La amenaza flota en el aire como esa vieja canción de Bob Dylan, acompañada por frases de Martí y Fidel, especialmente la de este último, quien comprometió a Cuba con el chavismo al extremo de afirmar que “Por Venezuela habrá que darlo todo”.

Si llegara a darse el caso, que lo den todo ellos, que han dilapidado y reexportado el combustible venezolano sin invertir un dólar en mejorar el sistema electroenergético nacional. Que vayan Sandro Castro, El Cangrejo, el hijo de Díaz-Canel y el viceministro recién ascendido. Que saquen al hijo de Lis Cuesta de su carísima maestría en España y lo envíen a hacer papelazos junto a las milicias chavistas. Que vayan los efectivos de las Fuerzas Armadas que se han arrogado privilegios inmerecidos, sin haber peleado una sola guerra por Cuba. 

En las unidades militares cunde el nerviosismo causado por arengas que llaman al altruismo, la combatividad y el sacrificio en favor de naciones hermanas que tanto nos han ayudado a resistir los embates del imperio. Semejantes palabras, justo ahora, superan la cursilería patriotera y dizque internacionalista de siempre.

Ojalá al pueblo cubano no le falte valor para interponerse entre la dictadura y sus hijos. Tal vez estén muy cerca del momento en que deban defender a sus muchachos de ir a morir en tierra ajena por una élite que lleva más de seis décadas disponiendo de nuestras vidas para honrar acuerdos vergonzosos con los peores delincuentes del planeta. Tanto es así que, mientras la cúpula castrista ratificaba su alianza con el chavismo y obligaba hasta a los pioneros a firmar una declaración de respaldo, Nicolás Maduro le ofrecía a la Casa Blanca participación directa en la explotación de los principales recursos de Venezuela y cancelar contratos con países que hasta el día antes consideraba “socios estratégicos”, China entre ellos.  

A los narcosocialistas del siglo XXI jamás les ha importado la soberanía ni la lealtad hacia socios comerciales y políticos. Una publicación del diario The New York Times hizo pública la propuesta de Maduro y su voluntad expresa de darle a Washington lo que pida por tal de conservar el poder. El sucesor de Chávez dándolo todo mientras La Habana se atragantaba con un discurso bravucón que olía –y huele- a terror, porque saben que a Trump no le interesa negociar.

Es tarde para eso. El expresidente Joe Biden lo hizo a cambio de elecciones libres que Maduro perdió y secuestró ante los ojos del mundo. Llegó la hora de hacer las cosas de forma diferente y Estados Unidos haría bien en reconocer que, si bien La Habana ha mantenido un alto nivel de dependencia económica y energética de Caracas, el chavismo ha dependido todos estos años de los servicios cubanos de inteligencia para enquistarse en el poder de tal manera que solo pueda ser removido por la fuerza.

Venezuela es un objetivo apremiante debido al clima de desestabilización que provoca en el continente; pero, una vez más, se pierde de vista que el origen y el cerebro del mal radican en una isla del Caribe que ha diseminado su ideología de violencia, miseria, dependencia y esclavitud moderna por la región de las Américas. Si hemos de prestar atención a las palabras de la líder opositora María Corina Machado, el plan es hacer caer a Maduro para que luego caiga La Habana. No es por dar lecciones a los estrategas, pero, conociendo el paño, quizás sea mejor hacerlo al revés.   

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

Sigue nuestro canal de WhatsApp. Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de Telegram.

Javier Prada

La Habana, 1979. Graduado de Lengua Inglesa por el Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”, durante ocho años fue maestro en los niveles de enseñanza Medio y Superior, donde también debió impartir clases de Historia de Cuba debido al déficit de personal docente. Desde 2014 se desempeña como profesor particular de inglés. En su tiempo libre se dedica a la pesca y el dibujo. Actualmente incursiona en la prensa independiente.