Washington D. C.-Celia Cruz nació hace cien años y falleció hace veintidós. Su música sigue siendo censurada en Cuba, y la dictadura cubana no puede tolerar que un grupo de artistas cubanos honre su memoria.
El grupo de teatro cubano El Público, en la Fábrica de Arte Cubano (FAC) de La Habana, había planeado una gala el 19 de octubre de 2025 para celebrar el centenario del nacimiento de Celia Cruz. Pero esta actividad no se llevó a cabo porque fue censurada por agentes del gobierno cubano.
¿Qué es lo que temen los comunistas en La Habana de esta mujer negra cubana?
Celia nació el 21 de octubre de 1925 en la zona más pobre del barrio Santos Suárez en La Habana y vivía en una pequeña casa con 13 familiares. Su madre, Catalina Alfonso, era ama de casa y cuidaba de su extensa familia, mientras que su padre, Simón Cruz, trabajaba como fogonero en el ferrocarril. Él controlaba la presión del vapor, gestionaba los niveles de agua, mantenía el fuego y regulaba los inyectores de vapor que distribuían el carbón en el hogar de la locomotora.
Celia comenzó a cantar desde niña y empezó a participar en concursos de programas de radio. Su primo Serafín la inscribió en un concurso del programa radial La Hora del Té en 1947. Ganó el primer premio, un pastel de merengue, por su interpretación del tango “Nostalgia”.
Cincuenta y dos años después, el 30 de abril de 1999, Celia participó en el programa español Séptimo de caballería, donde cantó y tomó parte en una mesa redonda con los artistas Ángela Carrasco, Lolita Flores y Miguel Bosé. Celia habló brevemente del papel que jugó su madre para sortear las objeciones de su padre ante su carrera artística. “Mi padre no quería que yo fuera cantante ni artista. Mi mamá me dijo: ‘Tú no te preocupes, que yo me encargo de él’”.
Para apaciguar a su padre, quien se avergonzaba de que su hija estuviera en el mundo del espectáculo, Celia estudió para maestra, pero continuó participando en concursos de canto. Grabó su primera canción en Venezuela en 1948.
Archivos del FBI, desclasificados en 2004, revelaron que supuestamente coqueteó con los comunistas cubanos a principios de los años 50. Si esto ocurrió, fue justo cuando Celia se convertía en una estrella emergente en toda Cuba tras unirse a la orquesta Sonora Matancera en agosto de 1950.
En el apogeo de su popularidad en Cuba, Fidel Castro tomó el poder en 1959.
Miguel Ángel Quevedo, un empresario cubano, contrató a Celia Cruz para cantar con un pianista en su casa a principios de 1959. Quevedo era propietario de Bohemia, la revista más influyente de Cuba, y había apoyado la revolución. La noche del espectáculo en casa de Quevedo, Celia estaba cantando cuando de repente los invitados comenzaron a apresurarse hacia la puerta. Fidel Castro había llegado. Celia siguió cantando.
Quevedo le informó que Fidel quería conocerla. Celia respondió que ella estaba contratada para cantar junto al piano, y que ese era su lugar. Si Fidel quería conocerla, tendría que acercarse él. Sin embargo, el comandante se abstuvo de hacerlo.
El 15 de julio de 1960, Celia Cruz se vio obligada a abandonar Cuba porque se negó a someterse al nuevo dictador y quería seguir viviendo como una artista libre. Pero en 1962, cuando su madre enfermó y Celia intentó visitarla, Fidel Castro le prohibió la entrada a Cuba. Más adelante, el gobierno impidió que Celia asistiera al entierro de su madre cuando esta falleció. Su música también fue censurada en Cuba porque ella no apoyaba activamente a la dictadura.
En el mismo programa español, Séptimo de caballería, mencionado anteriormente, se le insistió repetidamente en que se reconciliara con la dictadura cubana, “que abriera la puerta”.
Celia les respondió: “No voy a decir que ella está por encima de Cuba. Pero Catalina Alfonso [su madre] está pegadita a Cuba, y por ella no soy yo la que va a abrir la puerta. Yo no soy porque a mí me la cerraron. Mi madre murió y yo no pude ir a enterrarla porque no quisieron dejarme entrar. Se va ese régimen, porque se tiene que ir, entonces. ¿Pero que vaya yo allí? No. Lo que me dijiste son palabras bonitas, pero yo no.”
Fidel Castro castigó a Celia Cruz porque ella se negó a arrodillarse ante él y por querer vivir en libertad en sus propios términos.
“No quiero ir a un país donde no puedo hablar como te estoy hablando ahora. Ellos fueron los primeros en [poner distancia]. Ahora, como los dólares les resultan tan convenientes, mandan aquí a todos esos pobres viejitos.”
El Buena Vista Social Club y el camino no tomado
Celia probablemente se estaba refiriendo a los artistas del Buena Vista Social Club. Ellos servían como un recordatorio aleccionador de los artistas que se quedaron atrás, y algunos que se rindieron. Antes de que el estadounidense Ry Cooder los redescubriera a mediados de los años 90, algunos de estos artistas de clase mundial habían pasado décadas en la oscuridad y la pobreza bajo el castrismo.
Por ejemplo, el vocalista Ibrahim Ferrer, quien fuera cantante principal de la orquesta de Pacho Alonso y colaborador de Beny Moré, estaba semi-retirado en un apartamento en ruinas en La Habana Vieja, lustrando zapatos para complementar sus ingresos. El líder de banda Compay Segundo enrollaba cigarros para sobrevivir económicamente, y era relativamente desconocido fuera de Santiago de Cuba.
Otros participaron en actos moralmente comprometidos para mantener buenas relaciones con el régimen, y esta práctica continuó después de ser redescubiertos.
Omara Portuondo, quien mantuvo una carrera como intérprete mezclando influencias del jazz y la música romántica cubana, en 2003 firmó una carta, junto a otros artistas oficialistas, defendiendo la ejecución expedita por fusilamiento de tres jóvenes negros que intentaron huir de Cuba a bordo de un ferry de pasajeros que secuestraron en abril de 2003, en el cual no hubo heridos o muertos.
Celia rechazó la dictadura, la injusticia y defendió la dignidad humana
Celia Cruz se negó a participar en ese tipo de privaciones y compromisos. Ella prefería la libertad, y habló en contra de la dictadura en Cuba.
“[Cuba es] una finca, y él [Fidel Castro] es el dueño.” … “Hay un libro de la música cubana que no podría publicarse al mundo si no incluye a Celia Cruz. Y no lo hicieron, porque yo no estoy en él. Así que son los más injustos y cerrados de mente. Porque Celia Cruz tiene que estar ahí, les guste o no. Yo soy Cuba, punto.”
El programa terminó con esta respuesta de Celia a la actriz y cantante española Lolita Flores, una frase que resume su visión del gobierno cubano: “Te lo voy a decir bonito: ¡Qué desaparezca el cáncer que sufre ese país!”
Celia Cruz es la “Reina de la Salsa” y del mismo modo es la “Reina de Cuba”, la “Reina de una Cuba libre” en el sentido de que Celia ocupó una posición simbólica en Cuba que representaba la identidad nacional y la unidad del pueblo. Ella es la síntesis de la Afro-Hispanidad, de la defensa de la dignidad humana y de la resistencia en contra de la tiranía a través de su vida.
Durante la Cumbre de las Américas en 1994, ella le pidió a los líderes del continente:
“Por favor, en nombre de mis compatriotas, les pido que no ayuden más a Fidel Castro para que se vaya y nos deje una Cuba libre de comunismo.” Dijo que se les había pedido a todos los artistas que se abstuvieran de expresar mensajes políticos, pero que ella había cometido un acto de desobediencia civil.
Finalmente pudo regresar a Cuba en 1990, pero no a territorio controlado por la dictadura castrista sino cuando ofreció un concierto para los empleados cubanos que trabajaban en la base naval estadounidense de Guantánamo, y recogió un poco de tierra cubana que fue enterrada con ella en 2003.
Incluso 22 años después de su muerte, Celia Cruz sigue siendo un ícono cubano a nivel internacional. Su ejemplo, cuando se comparte con el pueblo cubano, pone en peligro la continuidad del régimen comunista.
Por eso la tiranía todavía le teme a la Reina y por qué la policía política sigue censurando su memoria y prohibiendo su música.







