Una suerte de arqueología minimalista, estilizada del exilio y la emigración es la propuesta de la fotógrafa cubana Evelyn Sosa en su primera exposición personal en Miami, No Place Is Far Away (Ningún lugar está lejos), que desde este sábado 10 de mayo hasta el 6 de junio próximo estará abierta en Mahara+co Gallery (224 NW 71st).
Piezas de ropa, una carta, una semilla, retratos, un peine, pasaportes, muñecas, zapatos, una maleta, una taza de café… la artista dialoga con migrantes cubanos y les pide fotografiar un objeto traído en el viaje.
“Cada imagen de la serie retrata una pertenencia personal llena de historia y significado […]. Estos objetos modestos, casi mínimos, sirven como anclas emocionales: fragmentos de hogar que persisten a través del tiempo y la distancia. No son meros remanentes materiales, sino testigos silenciosos de identidades que se niegan a desaparecer”, advierte la galería en la introducción de esta segunda muestra individual de Sosa en Estados Unidos, tras aquella Havana Intimate (2019) presentada junto al libro homónimo en Nueva York. “La fotografía se convierte en una forma de escuchar: los retratos de objetos se entrelazan con fragmentos de testimonios de la vida real, creando un espacio liminal donde el pasado y el presente se encuentran delicadamente. Como escribió Paul Ricoeur, «la memoria no es un archivo neutral»; un sentimiento que Sosa afirma en cada imagen: cada una un acto de evocación, resistencia y cuidado”.
Pero la fotógrafa no siempre va capturar el objeto en su lugar; no precisa siquiera mostrar entonces el contexto específico del nuevo hogar. En cambio, se nos muestran suspendidos en un blanco y negro incontaminado y esplendente, lo que sugiere quizá –por un ligero desvío de intelección en el espectador– una radiografía del objeto.
Del ser del objeto, más bien… Evelyn Sosa busca captar su aura, su carácter espectral. No se trata en este caso de otro archivo trivial, acumulativo, aritmético del exilio cubano.
Es posible que No Place Is Far Away no solo venga a decirnos que ningún lugar está lejos, sino además que todo tiempo puede ser, de algún modo, ahora mismo. El acceso a la memoria, ese frágil pasaje, se alcanza aquí a través del objeto “encantado”, y no es descartable que, de manera inversa, la artista pretenda subrayar la persistencia de ese pasado en el presente o bien cierta extraña nostalgia por los “futuros perdidos” (¿en el país natal?, ¿en la nueva tierra prometida?): una hauntología íntima.
La memoria como el oleaje, y el objeto como un pecio o como una piedra pulida por el oleaje de la existencia.
Graduada de práctica documental y periodismo visual en el International Center of Photography (ICP) de Nueva York, Evelyn Sosa no excluye en su búsqueda los rostros, los gestos y los espacios comunes de “esas personas que son el exilio”.
No Place is Far Away testimonia un compromiso: “documentar una parte de Cuba desarraigada, exiliada y marginada en Estados Unidos”.