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Carlos A. Aguilera presenta la edición en checo de su novela ‘El imperio Oblómov’ durante el Authors’ Reading Month

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El escritor cubano Carlos A. Aguilera (La Habana, 1970) presentó esta semana la traducción al checo de su novela El imperio Oblómov (Renacimiento, 2014) en varias ciudades de República Checa y Eslovaquia como parte del Authors’ Reading Month o Festival Exile, que se celebra durante todo julio y hasta el 3 de agosto.

Las estaciones fueron Brno (miércoles), Ostrava (jueves), Prešov (viernes) y Bratislava (sábado). Y a cada una de ellas Aguilera llevó su experiencia como escritor exiliado e intelectual marginado por el autoritarismo cubano; su sensibilidad de lector, especialmente, de la literatura del Este y la Mitteleuropa; su propia literatura, inevitablemente cubana, pero abierta a voces y paisajes lejanos, atravesada por modulaciones germanófilas, eslavas, austrohúngaras, siempre delirantes.

Residente desde hace más de diez años en Praga, Aguilera dejó Cuba a inicios de siglo y fue a dar a distintas ciudades de Austria y Alemania. 

Había fundado en la isla –junto a otros escritores, en su mayoría ahora también exiliados– el grupo Diáspora(s), cuyas acciones públicas, y en particular la revista o el samizdat homónimo (1997-2002), apuntaban no solo a horizontes estéticos más dilatados, que trascendieran los límites tradicionales del realismo, y las maneras autofágicas, en la literatura nacional, sino que también impugnaban el statu quo oficial de la cultura cubana.

A esto se refirió, brevemente, el autor durante su encuentro con lectores checos en Brno antes de presentar Oblomovská říše, de la cual leyó entonces en español un fragmento extraviado entre el sueño y la paranoia, entre la sátira y el misticismo, regido o babeado por un dios-perro (God-dog) o algo así…: el “dios de Sonnenstein”, vengativo y vociferante; probablemente una emanación recombinada de la locura o la lucidez del juez Daniel Paul Schreber.

El imperio Oblómov resume de alguna manera el delirio de grandeza, […] de gobernar el mundo que tiene una persona, [o bien] la familia Oblómov, que, por supuesto, está sacada de la novela rusa de Goncharov”, explicó Aguilera, quien a continuación definió su libro en los términos de una gran caricatura y, desde luego, una reflexión sobre “cómo alguien quiere construir un nuevo mundo […], un mundo en el fondo perverso, donde solo pueden entrar algunos, no todos”.

Más adelante ofreció otra pista decisiva: “El libro gira […] alrededor del odio que tiene alguien hacia el Este como gran espacio, como espacio perverso”, dijo, y todavía aclaró luego: “Yo no odio el Este, pero el personaje sí”.

Durante la charla del miércoles, Aguilera volvió a insistir en la distinción entre el sistema de la literatura y la especificidad de la escritura, siempre personal, privada. 

Antes lo había puesto así: “La escritura es un tono, la escritura es una manera muy especial de colocar las comas, la escritura es una musiquita, la escritura es una manera de acercarse y alejarse de las obsesiones, de los sueños, de las zonas más inexploradas […]. La escritura es ese dispositivo, por llamarlo así, que siempre sorprende al escritor y que a la vez el escritor siempre cree dominar; la escritura vive en una constante lucha con el escritor: siempre sorprendiéndolo, siempre haciéndole trampas, y a la vez siempre mostrándole, como diría Bataille, su negatividad. La escritura es eso… La escritura es la construcción de la propia negatividad”.

Quizá algo como eso, o viceversa, también pudiera decirse del exilio, pero Aguilera, naturalmente, prefirió decir otra cosa en una entrevista realizada a propósito de su participación en el festival: “El exilio es una suerte de estrabismo. Hay un ojo que mira en una dirección, generalmente hacia delante, hacia el futuro, y hay otro que lo hace hacia otro lugar: hacia la literatura del país que dejaste atrás, hacia los amigos o familiares, hacia los nuevos giros en la lengua, hacia la ley o la política…”, dijo. “En ese sentido, el exilio es un gran dolor de cabeza. Tener todo el tiempo un ojo apuntando hacia un lado y otro apuntando hacia otro solo puede producir migrañas. El exilio es un dolor de cabeza permanente y soporífero. Un latigazo en el centro de la cabeza”.

Sobre el país natal lo que más le preocupa es “el horror”: “el horror que produce minuto a minuto el gobierno dictatorial cubano”, sostuvo quien es director de la plataforma editorial InCUBAdora. “Es un gobierno que encarcela, que tortura, que golpea, que persigue; que no permite ni el más mínimo espacio de disidencia o crítica. Y lo que me preocupa de ese horror es el tiempo. Son ya 66 años de totalitarismo y nadie sabe cuándo terminará tanta sin-razón”.

Carlos A. Aguilera ha publicado otros libros como Archivo y terror. Operaciones entre literatura, política, teatro y arte (ensayo; 2019), Matadero seis (nouvelle; 2016), Clausewitz y yo (nouvelle; México, 2014), Discurso de la madre muerta (teatro; España, 2012), Teoría del alma china (relatos; México, 2006), Das Kapital (poesía; Cuba, 1997), Retrato de A. Hooper y su esposa (poesía, Cuba, 1996). Obras suyas han sido traducidas al francés, checo, croata y alemán. Además de su labor al frente de InCUBAdora, coordina desde hace algunos años la colección FluXus de Rialta.

RIALTA STAFF
RIALTA STAFF
Rialta, Alianza Iberoamericana para la Literatura, las Artes y el Pensamiento es una asociación civil con sede en Querétaro, México, de carácter no lucrativo, que tiene por objeto principal la promoción y fomento educativo, cultural, artístico, científico y tecnológico.

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