A mi hija Daniela Isabel, a mi hijo Gustavo Andrés, a mi sobrino Gabriel Armando Mora Quintero.
A mis familias isabelina y moroveña, toda esta emoción reencontrada.
¿Qué de adónde vengo?
¿Qué padónde voy?
Vengo de la tierra de la dulzura,
¿Qué padónde voy? Voy a repartir ricura.
La sabrosura rica y sandunguera
que Puerto Rico puede dar,
Lolelolai, Lolelolai, lolelola.
Héctor Lavoe, “Paraíso de dulzura”
Situarse en el disfrute de una escena musical, de una imagen, de una voz, son modos posibles de relacionarse con los relatos y secuencias sonoras que configuran un género musical. Escuchar allí con insistencia, presentarse con regularidad en ese espacio, transporta prácticas y podría ofrecer una formación para el gozo que cada generación reedita sin necesidad de plantillas o rúbricas. Esta situación aural también es un modo de detenerse y habitar tal musicalidad, aunque dicha parada acústica en ocasiones remede un posarse o un suspenderse sensitivo. Con la retrospectiva que regala el tiempo vivido, este alojo y paso, este experimentar el tránsito por algún género, se nos devela en la memoria como “escuela”. No se diga escuela en el sentido de formateo, de alineación disciplinaria y encuadre-enmarcado pedagógico de asignaturas: llena los blancos y escoge la mejor contestación mijo, sino scholḗ, como dijeran los antiguos. Escuela como tiempo libre, como espacio de ocio y tiempo liberado de labores para el disfrute de la vida. Escuela como umbral de tiempos suspendidos, como flotaciones, refugio para vacar y estilizar materias, un taller de instantes donde el empleo se desvanece y son posibles los estilos. Escuela como zona de exploración de técnicas para desatarse de la cotidianidad asalariada, incluso de la predictibilidad política de las respuestas o “resistencias” manidas. Se dice aquí escuela como formación en las prácticas, muchas veces pasajeras, que nos desubordinan de ese vasallaje moderno llamado ser empleado. Esta escuela musical y sensorial es, además, una relación con el tiempo de la escucha de esa musicalidad, una escucha formativa en una tradición que también es espacio de experimentación (experiencia e investigación) con el tiempo de las pasiones, con el tiempo mismo y con el paso de las imágenes; espacio de experimentación donde la historicidad exhibe sus momentos como formas, como mesetas, como lomas, como litorales.
Frecuentar un género implica tratos con otro tipo de institucionalidad. Una institucionalidad erigida, ahora, en el tejido de las emociones, con imágenes y materiales no formalizados por saberes de Estado, espacios o voluntades de poder o sentido políticos convencionales, ya de izquierdas, ya de derechas. Un género, incluso algunas agrupaciones musicales hacen escuela, como El Gran Combo de Puerto Rico es la Universidad de la salsa y la orquesta Primerísima de Tommy Olivencia fuera La Escuelita. Allí aquella dice ser de la “vieja escuela”, aquí dice ahora este otro que es de “la nueva escuela y viene acabando”.
Bad Bunny es, sin duda, “El mejor de la nueva / porque [se crio] en la vieja” escuela (“LA MuDANZA”). Y la vieja escuela está de plácemes y arrollando con DeBÍ TiRAR MáS FOToS (DtMF, Rimas Entertainment, 2025), el más reciente álbum de estudio, con músicos presentes, del cantante, compositor, reguetonero y productor puertorriqueño Benito Antonio Martínez Ocasio. Lanzado a nivel mundial el día 5 de enero de 2025, víspera del Día de Reyes, al momento de escribir estas oraciones el álbum ya es un fenómeno de resonancia planetaria con más de 1 billón de reproducciones. En palabras de la revista Billboard: “Una semana después de que Bad Bunny lograra el primer número 1 de su nuevo álbum DeBÍ TiRAR MáS FOToS en la lista Hot Latin Songs de Billboard, el puertorriqueño suma otro éxito, ya que DtMF sube del puesto 5 al 1 en la lista del 25 de enero, marcando su décimo sexto liderazgo hasta la fecha”. El día 24 de enero la plena “DtMF”, a nivel global, era la canción más escuchada en Spotify con más 10.8 millones de reproducciones y el 3 de febrero de 2025 contaba ya 7 395 845 reproducciones.
DeBÍ TiRAR MáS FOToS “es dedicado a todos los puertorriqueños y puertorriqueñas en el mundo entero” (contraportada, DtMF) y constituye un momento de asombro y dicha, para muchos, pues la potencialidad poética e imaginal de la fiesta y “mudanza” que emana del archipiélago puertorriqueño reedita sus efectos en las canciones de Martínez Ocasio. La “Canción festiva para ser llorada”, que escuchara el poeta mayor puertorriqueño Luis Palés Matos, más o menos un siglo atrás, se reimprime en la musicalidad de Martínez Ocasio y expone, lo que siempre ha sido, un espacio de significación y sentido poéticos para el trasiego existencial en el Caribe. Allí, ahora en el álbum de Martínez Ocasio, esta poética experimenta una transformación que el cantante vegabajeño viene desarrollando desde hace tiempo.
La inteligencia poética del monolingüe que, al usar su lengua con maestría, convierte en materia sensible la multiplicidad lingüística inherente a toda lengua, encuentra en el español de Martínez Ocasio su confirmación. Con esta lengua ininteligible para algunos, “maltratada”, dicen otros, motivo de burla para algunes latinoamericanos e hispanohablantes, Martínez Ocasio diagrama el aquí emotivo-archipelágico de un “P FKN R” donde se debió tirar más fotos. Y esto lo logra no muy lejos de la negativa de Celia Cruz a grabar en inglés (ya que su “English is not very good looking”). La lengua musical de Bad Bunny se sintoniza con la no existencia de éxitos salseros en inglés entre la discografía Héctor Lavoe, Ismael Rivera o el catálogo clásico de la Fania All Stars. La suya es una lengua vinculada al esplendoroso, por antinómico, verso de Pedro Pietri en su legendario poema “Puerto Rican Obituary”: “AQUÍ Se habla Español all the time”. Jacques Derrida incluso sube y deja sentir su torque: “1. Nunca se habla más que una sola lengua. 2. Nunca se habla una sola lengua”. Las latitudes y longitudes de la jerga de Martínez Ocasio con la que sitúa el “location” ya de su casa, el lugar “donde hicieron al nene” o del último lugar de jangueo disponen la dimensión imaginal donde ejercitar ese deseo retrospectivo de haber captado-detenido el momento del amor y la amistad. Este “aquí” es simultáneamente Puerto Rico, como un acto poético de Martínez Ocasio, el lugar donde Concho, sapo nativo de la isla y en peligro de extinción, dice “Estamo’ aquí”. (Concho es el animal poético del álbum que acompaña los “visuales” de cada canción, personaje además del cortometraje homónimo del álbum, coescrito y codirigido por Martínez Ocasio y Arí Maniel Cruz Suárez.) Más aún, Martínez Ocasio declara con esta entrega su deseo anacrónico por tomar más fotos de los otros, de los demás, de la belleza de su comunidad amenazada por otro desplazamiento, por favor en medio del desastre no más selfies.
Momento de agite, de embolle (yo ando erizao) pues Benito (como prefiere que lo llamen y como desea ser recordado, si casi se llama Bendito, carajo) ha desatado en Puerto Rico en cuestión de días, lo que instituciones de enseñanza y saber (colapsadas), discursos académicos o institucionales dentro y fuera de la isla, partidos políticos y organizaciones de izquierda o independentistas, no han podido lograr por décadas: sostener una conversación específica y sabrosa sobre las condiciones existenciales de la comunidad puertorriqueña, sobre todo aquella que vive en el archipiélago la condición colonial de ser territorio no incorporado de los Estados Unidos a comienzos del siglo XXI, las réplicas del Huracán María (2017), la revuelta del Verano del 2019 y la prolongada implosión del Estado Libre Asociado de Puerto Rico que desde el 2016 es administrado por la Junta de Control Fiscal bajo La Ley de Supervisión, Administración y Estabilidad Económica de Puerto Rico (PROMESA). Una ley y una Junta (nunca votada por puertorriqueña/o alguno) dedicada a “reestructurar” la deuda de Puerto Rico y “lograr responsabilidad fiscal”. Esta Ley, promulgada por el entonces presidente Barack Obama, se ha dedicado a “sanear” una carga insostenible de más de 70 mil millones de dólares en deuda y más de 55 mil millones de dólares en pasivos de pensiones no financiados, al no tener Puerto Rico una vía legal, o de capital para reestructurar obligaciones y estabilizar sus finanzas gubernamentales. En este escenario complejo y, en más de un sentido penoso, DtMF ha echado a andar una curiosidad y pasión por la historia y musicalidad puertorriqueñas inseparable de su fronteo:
Si mañana muero, yo espero que nunca olviden mi rostro
Y pongan un tema mío el día que traigan a Hostos
En la caja la bandera azul clarito
Y que recuerden que siempre fui yo, siempre fui Benito
¿Meterle más que yo? Tú ere’ loco
Nah, cabrón, tú ere’ loco (“LA MuDANZA”)
Para algunos, también, son tiempos de asombro, ternura y esperanzas, aunque sean menores. En los tiempos que corren, Benito insiste en un deber sacado de la sombra y dedicado a registrar, fotográficamente-musicalmente, las cosas que valen la pena y podrían hacer mundo. El título del álbum y en su canción insignia, DeBÍ TiRAR MáS FOToS, no son meramente un episodio de nostalgia, sino la puesta en canción de un deseo de estar presente en el espacio de lo importante, en un “allí” o un “aquí” amenazado por la expropiación y el desalojo. El gesto multimediático y artístico de este álbum (incluida la operación empresarial de una residencia del artista en Puerto Rico que se avecina), deliberadamente trabajado con géneros y ritmos puertorriqueños, no es una operación nostálgica sino una respuesta sabrosa ante las lógicas de extracción, expulsión y desposesión que caracterizan la vida puertorriqueña en la isla de los días que corren. Lógicas que recorren y devastan el planeta y no están limitadas a la experiencia social y política de los puertorriqueños.
Benito desea haber tirado más fotos porque quiso estar presente en el territorio, en el instante mismo cuando las querencias secretaban su maravilla, su pendejá y hacían (hacen) sensibles vida, mundo y ricura en el archipiélago. Entonces le dice al corillo “echen pacá” y tira la foto. El álbum, en última instancia, es una invitación a habitar el tiempo-el ahora de las cosas y pasiones puertorriqueñas que el mundo hoy hace suyas. En las imágenes, por el agua y tierra de esas querencias mayores salidas de la oscuridad, por “la encendida calle antillana” (Palés Matos, “Majestad negra”) navega, perdón, la rompe el delfín lustroso llamado Benito:
Calle Sol, calle Luna, estoy en la noche oscura
Yo no canto reggae, pero soy cultura
de Borinquén, PR, archipiélago perfecto
En el mundo entero ya conocen mi dialecto, mi jerga
A mí me importa un bicho lo que a ti te vale verga
Aquí mataron gente por sacar la bandera
Por eso es que ahora yo la llevo donde quiera, cabrón,
¿qué fue?
(Ja) “LA MuDANZA”
En DeBÍ TiRAR MáS FOToS, los “aquí” y los “ahora” son piezas intercambiables en ese esfuerzo por dar espacio y sonoridad a un deseo de inmediatez que permita entregarse, en ese preciso instante a lo significativo. La foto-canción retendría y conservaría la certeza de que se estuvo ahí.
Ahora bien, DTMF es una obra debida y dedicada a la responsabilidad de venir a un mundo donde la mudanza en todas sus acepciones ha sido, por igual, posibilidad y desgarramiento, la potencialidad histórica misma que aguijonea al cantante con ese deber olvidado y que ahora descubre lo que tuvo entre las manos:
Debí tirar más fotos de cuando te tuve
Debí darte más beso’ y abrazo’ las vece’ que pude
Ey, ojalá que los mío’ nunca se muden
Y si hoy me emborracho, pues que me ayuden (“DtMF”)
[…]
Aquí nadie quiso irse, y quien se fue, sueña con volver
Si algún día me tocara, qué mucho me va a doler
Otra jíbara luchando, una que no se dejó
No quería irse tampoco y en la isla se quedó
Y no se sabe hasta cuándo
[Coro]
Quieren quitarme el río y también la playa
Quieren el barrio mío y que tus hijos se vayan
No, no suelte’ la bandera ni olvide’ el lelolai
que no quiero que hagan contigo lo que le pasó a Hawaii (“LO QUE LE PASO A HAWAii”)
Muda la pluma el gallo, de caparazón el juey, uno se lleva una muda de ropa extra por si acaso y se mudan, se marchan y se han marchado habitantes y luego los y las puertorriqueñas en masa desde tiempos de la colonia española. Las imágenes y desates, los recorridos y cambios que imanta “la mudanza”, la palabra, la imagen y la experiencia histórica son el corazón ético del álbum cuyas resonancias son motivadoras del estremecimiento emocional y poético que ha generado el álbum a través del planeta. El álbum está lleno de recorridos y desplazamientos, salidas, paseos, vueltitas incluso las relaciones, personajes y “encuentros” eróticos imantan imágenes de tránsito, estadía o turismo: “De Arecibo hasta Ponce / de Fajardo a Rincón. Es la voz de todo un barrio / desde Almirante a Frontón” (“CAFé CON RON”); “Ey, ey, tú ere un boquete en PR / por eso te esquivo” (“BOKéTE”). Todavía más, la mudanza es el cuarto de máquinas que impulsa la responsabilidad de Benito de estar presente en su tiempo, dando sonido a un deseo fotográfico que es, a las claras, un anhelo por la imagen de ese tiempo y la emoción que lo define.
Así, los temas “NUEVAyOL” (que abre el álbum), “DeBÍ TiRAR MáS FOToS”, “BAILE INoLVIDABLE”, “LO QUE LE PASÓ A HAWAii”, “CAFé CON RON”, “EoO” y “LA MuDANZA” (el tema final) son la cordillera sonora para el accionar poético, el potens de la “mudanza” que convoca el artista vegabajeño en su uso y mutación de sonoridad de la vieja escuela. Sea la plenera, la vieja escuela de la música jíbara, la vieja escuela salsera como la vieja escuela reguetonera, la máquina de Benito no duda en combinar toda esa diversidad musical con los efectos de repetición rápida o tartamudeo (stutter effect), la inclusión de voces, sonidos del campo o del voceteo de estos días, entre otros.
En el monte hoy se rompe
Desde que sale el sol hasta que se esconde
En el monte hoy se rompe
Chillando goma, botando humo, dale, ponle
En el monte hoy se rompe
Suban pa’cá, pa’ que sientan el torque
Ven subiendo, ven subiendo
que no le vamo a bajar
Sube tú pa la montaña
hoy yo me quedó acá
[…]
Allá abajo (Allá abajo),
allá abajo (Allá abajo) no se me ha perdido na’ (Na’)
Están arriba en el monte los código’ de verdá (Suban pa’cá pa’ que vean) (“CAFé CON RON”)
Sorry, Benito no se cimarronea. Este álbum no es un acto de cimarronaje en ningún sentido, acepción o nivel. En este espacio no hay fuga, ni escape, ni palenque, papá. La propuesta incluso empresarial que es el álbum mismo y la espectacularidad que lo sostiene no se desvincula de la hegemonía del capital, ni se escuchan en el álbum himnos o genuflexiones propias de esa feligresía política que confunde la declamación con la proposición radical. En todo caso, en el monte, se manifiesta el deseo de separación del mundo destruido, de estar con la familia y proteger al corillo y la fiesta, ya “que nunca se sabe si nos queda poco”. Por eso, da igual estar en el monte o bajar pa’ Santurce. DeBÍ TiRAR MáS FOToS pone en el centro de la escena musical global la sonoridad campesina, costera y urbana de Puerto Rico, y sobre todo insiste en algo que venía haciendo desde otros álbumes, llevarnos a ese cuarto de la niñez, donde un niño solitario no se cansa de escuchar música y de saberse acompañado por sus juguetes e imágenes predilectas. Ahí mismo está ahora Concho. En ese ahí se escucha el grito del saxofonista Eddie La bala Pérez del Gran Combo de Puerto Rico, qepd. Se trata del espacio de escucha donde el sujeto Bad Bunny, se formó; ahí escuchó la vieja escuela y desde esa cámara de resonancias interactúa con y produce su deseo artístico. Benito de igual forma, actualiza la ida el monte que nos regalara los enormes Eddie Palmieri e Ismael Quintana (“Vámonos pal monte”, 1978) como vuelve cercanía barrial al espacio emblemático de “la gran mudanza” puertorriqueña de mediados del siglo XX: Nueva York. Nueva York se siente cerquita.
Este múltiple ahí (avatar del aquí y del ahora) es donde la vieja escuela y el campo suministran los códigos de otra venida al mundo, de otro-entrar-de-lleno en “las cosas que valgan la pena / Ey, pa’l perreo, la salsa, la bomba y la plena / Chéqueate la mía, como e’ que suena” (“DtMF”). Momentos de dicha y gracia son los de esta mudanza musical donde Benito “comienza” sabiendo que su musicalidad hace siglos que ha comenzado. ¿Cómo no conmoverse al escuchar los ecos y los patrones rítmicos de la bomba y la plena? ¿Quién no habría de estremecerse al escuchar reensamblada la sonoridad salsera, la de su instante emergente, la de su apogeo internacional, la salsa en la voz y cuerpo de Héctor Lavoe, Willie Colón, Ismael Rivera, el Gran Combo de Puerto Rico, Frankie Ruiz y otros? Por ahí se sienten los ecos del “Lamento borincano”, el rastro del inmenso Chuito el de Bayamón, las guitarras del Trío Vegabajeño, el tarareo al piano de Papo Lucca y su Sonora Ponceña… Toda esta anterioridad, esta vieja escuela son la pieza de engranaje y rotación para las mezclas y experimentaciones con dembow, trap y reguetón de Benito o viceversa. Por ahí viene Benito, ya está aquí, nimbado de trombones y panderos y algunos de los imprescindibles de la vieja escuela, que siguen vivos entre nosotros, no tardan en saludarlo, orgullosos.
Los mío’ en El Bronx saben la que hay
Con la nota en high por Washington Heights
Willie Colón, me dicen “El malo”, ey
Porque pasan los año’ y sigo dando palo’ (“NUEVAYoL”)
¿Quién iba a imaginar que la transformación sonora y poética de la máquina salsera, “la evolución” del género, como dijera Willie Colón, ocurriría en la música de Bad Bunny, y que este además se convertiría en el mejor relevo de la pasión salsera de Tego Calderón?
DeBÍ TiRAR MáS FOToS es un fenómeno artístico musical global porque ha trabajado con las lógicas y emociones asociadas al desplazamiento forzado y las expropiaciones –incluidas las de sentido y valor– que caracterizan la existencia contemporánea. Esa es la verdadera “lengua” del disco, una tonalidad que resuena en aquella y aquellos que no hablan la “jerga” boricua de Benito, pero que la escuchan y la gozan comoé. Bad Bunny es el compositor caribeño “más vendido” hoy porque sus canciones recogen la emotividad asociada a la expulsión y la expropiación de experiencias y de sentidos, incluidas las íntimas, las subjetivas que firman la alharaca de estos días que corren. Si “lo puertorriqueño” trabajado por Benito fuera exclusivamente y apenas un patrimonio, una herencia, a cuyos misterios o sentidos solo pueden acceder los boricuas, una suerte de llave maestra para entender y performear la historicidad de la puertorriqueñidad misma, el momento y fenómeno de Bad Bunny solo sería comprensible y consumible por los puertorriqueños de la mata, los de pura cepa (já).
La mudanza es siempre posible o, lo que es igual, una posibilidad abierta, y la ida al monte o salir a la carretera a vacilar tampoco es garantía alguna de que el mudarse no vuelva a ocurrir. Ante esta verdad fotografía sus sueños o los hace canciones. ¿Qué es “lo que le pasó a Hawaii” años antes y después de su anexión por los EE. UU.? ¿A través de que procesos históricos de expropiación y coloniaje la comunidad original quedó reducida a minoría y expropiada de su archipiélago? Benito no solo trabaja la mudanza como experiencia de desplazamiento y expulsión del lugar de residencia, también el mudarse o buscársela en la mudanza es el evento que le permite nacer y conocer la tierra de su padre y madre. En una mudanza, en Almirante. el padre conoce a la madre de Benito, además vivieron en Morovis “donde hicieron al nene”:
Un día Tonito lo invitó pa’ hacer una mudanza
Pa’ buscarse alguito, par de peso’ pa’ algo alcanza
Gracia’ a Dios que ese día no estaba busy
Porque en la mudanza fue donde conoció a Lysi
La menor de tre’ que se criaron con Doña Juanita
Porque su papá y mamá partieron estando chiquita’
Prometió graduarse ante’ de casarse y lo cumplió
Diciеmbre del 92 con Tito se casó
Ante’ de irse pa’ Almirante donde se conocieron
Vivieron en Morovis en donde hicieron al nene
Que en Bayamón por primera vez vieron
Un aplauso pa’ mami y papi porque en verda’ rompieron
Inseparable de esta dedicación y trabajo con los géneros y ritmos puertorriqueños es también el discurso amoroso, erótico de Benito donde no parece superar desencuentros y roturas. La ex es un fantasma que la jodedera y el capital del que “más le mete” no pueden conjurar. Esto también ha mudado de signo en los días que corren y es parte crucial del gancho y gesto del género. La cAyDa de la experiencia íntima contemporánea, la soledad radical en medio de la vorágine de autopresentaciones mercadeables o manipuladas por “plataformas” que hacen de “la conectividad” el mejor síntoma, la afirmación en negación de una reclusión de nuevo cuño donde la ansiedad es el apellido de la metastática “visibilidad”.
Ya me voy. Benito es el compositor contemporáneo (Agamben) por excelencia en los días que corren cuando se inaugura en los EE. UU. un Estado deliberadamente autoritario y racista. Benito, además, es hoy el poeta puertorriqueño vivo de mayor consecuencia y relevancia sociales. Ya puedo escuchar las linduras y simplificaciones, las rajaduras de vestimentas, los desprecios e idealizaciones (donde guisan desde hace un ratito, no se me vaya a olvidar, no pocos académicos, arrimando sus proyectos [enmarcando porque no pueden subir ni bajar escaleras si no “enmarcan”]) que acompañan y acompañarán las “lecturas” de la musicalidad de Benito con su respectivo mal de archivo, algún talismán identitario, genuflexión patriotera, branding disciplinario o mera envidia. Dale invéntate algo ahí.
Está por verse, o más bien escucharse, los efectos y reverberaciones de esta propuesta material e histórica –no exclusivamente simbólica ni retórica, en los días por venir–. Al menos Benito puts his money where his mouth is pues no solo trabaja con jóvenes artistas y músicos puertorriqueños no consagrados, produce y dirige un cortometraje y lanza una inédita residencia en el Coliseo José Miguel Agrelot, el Choliseo, que en un principio comenzaba el 11 de julio y terminaría el 24 de agosto y ya cuenta con 8 fechas adicionales hasta el 14 de septiembre, y al momentos de escribir esto ya todas están vendidas.
La noche de 15 de enero de 2025, Benito se presentó frente al bar El Boricua, en la ciudad universitaria, Río Piedras, que hoy es un esqueleto, un fantasma de lo que fue. Por momentos nervioso, en chancletas, con una cabuya por correa, con una camiseta donde se distinguían las caras de Héctor Lavoe, Tito Puente, Frankie Ruiz e Ismael Rivera, Benito proclamaba que la plena era el género número 1 en el mundo en ese momento, y además montó y cantó algunos de sus éxitos pasados en clave de salsa. Gozoso y escoltado por la pulsación de unos vientos extraordinarios, Benito llevaba al acto qué significa ser de la casa y estar en casa.
‘Tás escuchando música de Puerto Rico, cabrón
Nosotro’ nos criamo’ escuchando y cantando esto
En los caserío’, en los barrio’
Desde los 90 hasta el 2000 por siempre
Y ando con el mejor de to’ los tiempos, Tainy
Y yo no tengo que roncar, ustedes saben ya (“EoO”)
Muchas gracias, cabrón.
15 de enero-7 de febrero de 2025, Silver Spring, Maryland