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Bestiario Miserable #5: Unibuenista

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Unibuenista

Unibuenista dibujo de Camila Lobon | Rialta

El mito del unicornio pudo haber surgido de unos grabados de la civilización del Valle del Indo que representaban orus (antecesores de los toros), seres que, dibujados con cierta estilización y de perfil, terminaban sugiriendo una figura equina de un solo cuerno. Se cree que mercaderes de la India llevaron el rumor hasta Persépolis, donde el griego Ctesias, inspirado quizás por los relieves de alguna ciudad imperial, terminó registrándolo por primera vez y legando la criatura a la Edad Media para que comerciantes fraudulentos consolidaran el mito vendiendo cuernos de narvales como reliquia probatoria de su existencia. Sea como sea, lo cierto es que fue la profusa imaginación humana, en busca siempre de soluciones mágicas para sus problemas, la que convirtió en sublime criatura virginal lo que en realidad fue algún antílope deforme, rinoceronte, burro o vaca.

El buenista hace algo semejante con la realidad: convertirla en apariencia. Comportándose con la altanería de una criatura mitológica, cree que, con artilugios retóricos o performances caritativos, accede y revela a los demás el misterio oculto del bien. El rasgo más distintivo del buenista es la presunción de una pureza ética que, contradictoriamente, exhibe en cada oportunidad. No le apena delatar con su vanidad, que es precisamente esta, y no la buena acción, su fin último. Su identificación afectiva (o dependencia profesional) de los buenos, los históricamente marginalizados, lo lleva a dotarlos de un virtuosismo incuestionable, deshumanizante, que no solo le hace hablar por ellos, despojándolos con condescendencia de su autodeterminación, sino hasta acusarlos de traidores, cuando no se adhieren acríticamente a su gran empresa del bien.

Cegado por su propia luz, o por el régimen de militancia incuestionable que le debe a los suyos, esta criatura blanquea el lenguaje de historia hasta esterilizarlo, como si nombrar distinto transformara la brutalidad de la naturaleza humana; como si disimularla, a largo plazo, no la potenciara. El “unibuenista”, con un paternalismo feroz, patrulla la adscripción a sus nuevas normas y coloca sin miramientos la etiqueta de fascista al primero que se le ocurre. Ha limpiado de contradicciones el ejercicio moral, ha caricaturizado y banalizado el bien hasta el punto de conseguir lo que es para mí un verdadero y nefasto acto de magia: hacer lucir al reaccionario como revolucionario.


Bestiario Miserable es un catálogo de los excesos, miserias, deformaciones que las contorsiones circenses del panorama político cubano, global y virtual han ido pariendo. Como decía Leónidas Lamborghini, la verdad del modelo es su propia caricatura. Pues este quisiera ser un retrato realista de los arquetipos de conducta que florecen en toda su monstruosidad por el extremismo ideológico, la antipatía, la deshonestidad intelectual, o la pura estupidez, ahora abonados en ese terreno de la pseudo ética que puede ser ciberespacio. En un mundo que se parece cada vez más al que describiría Weill, donde la espera de lo que vendrá ya no es esperanza, sino angustia, quizás bosquejar nuestros monstruos, los que todos en menor o mayor medida somos, pueda hacer los mitos más lógicos, dar alguna pizca de sensatez.

CAMILA LOBÓN
CAMILA LOBÓN
Camila Lobón (Camagüey, Cuba, 1995). Artista. Graduada de la Academia de Arte de Camagüey en 2014 y del Instituto Superior de Arte de La Habana en 2019. Ha sido coordinadora del Instituto de Activismo Hannah Arendt (INSTAR), fundado por la artista Tania Bruguera. Su trabajo como artista visual está enfocado en la narración e ilustración de un imaginario social y político que desde la memoria individual subvierte la narrativa totalitaria cubana. Entre sus exposiciones personales se encuentran Epizootia (Zapata Gallery, Miami, 2024) y El país perdido (Aveces Art Space, La Habana, 2019). Su trabajo ha sido expuesto en La Habana, New York, Montreal, Buenos Aires, Berlín, Kassel y Praga.

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