HOLGUÍN, Cuba. – “Llevo tres meses intentando comprar una balita de gas. La cola está organizada por listas de 500 personas y yo me anoté en la cuarta lista. Esta semana no venderán, nos informaron que los carros que transportan el gas están en Santiago de Cuba”, dijo a CubaNet el holguinero Hugo Herrera guardaba su lugar en la inmensa cola.
El déficit de gas licuado en la provincia perjudica a cientos de holguineros que dependen de este producto para cocinar. Tras más de dos meses sin su comercialización, el 29 de noviembre, la División Territorial de Comercialización de Combustibles informó la reanudación de la venta.
La nota oficial destaca que “el despacho se ejecutará de acuerdo con las listas identificadas en cada establecimiento, pero las personas que no cumplan con la condición anteriormente señalada, se les respetará su turno a partir del sexto día de empezar el comercio”.
Sin embargo, la frustración de los ciudadanos no se disipa y las medidas “organizativas” implementadas crean más preguntas que respuestas.

La confusión es evidente entre los consumidores. Glenda Medina, quien hace la cola en el punto de venta del reparto Alex Urquiola, relata cómo el anuncio de una nueva lista dejó en el limbo a quienes llevaban meses esperando. “Estamos hace meses en una lista y tenemos pretickets, los representantes del Gobierno que ahora supuestamente organizan la cola lo saben y hoy nos han dicho que la lista vieja no sirve porque se va hacer una nueva”, dijo Medina visiblemente enojada.
El malestar se extiende a quienes llevan desde principios de año sin acceso al gas licuado. En el punto de venta del reparto Iberoamericano, Jacinto Franco señala la falta de transparencia sobre cuándo se atenderán las listas anteriores, mientras la implementación de nuevas medidas provoca disgustos entre los afectados. “Están haciendo la lista para los que no han comprado de enero hasta hoy, porque las otras listas no sé si la atenderán el año que viene o el otro”, apuntó Franco.
Oficialmente se reconoció que no se podrá cubrir toda la demanda: “ha habido un bache en la entrega de combustible por la llegada del producto”, informó Irenaldo Pérez Cardoso, director adjunto de la Unión Cuba-Petróleo.
El funcionario también alertó que con la disponibilidad actual solo habrá margen de comercialización de 17 a 20 días.
A la holguinera Yolanda Reyes de nada la ha servido su tarjeta de control para comprar el gas. La mujer denuncia que los errores de distribución dejan a muchos sin acceso al gas durante meses, contradiciendo lo prometido en los medios oficiales. “Los que tenemos tarjeta de control no hemos podido comprar y no lo podemos hacer hasta que no lo hagan los que nunca han comprado. Yo desde junio no compro”, afirmó Reyes, quien hacía la cola en el punto de venta del reparto Peralta.
Con precios desorbitantes, inaccesibles para la mayoría, la reventa ilegal complejiza aún más el escenario. El jubilado Adolfo Solís ejemplifica cómo la escasez fomenta el mercado informal, dejando a los más vulnerables sin opciones. “Los revendedores están pidiendo 10.000 pesos por una balita con gas y la mayoría no podemos pagar; yo soy un jubilado con una pensión de 1.672 pesos mensuales”, contó Solís. “Ya esto es demasiado; el pobre no puede vivir”, sentenció Espinosa, otro anciano jubilado.
Por su parte, Amaury Sánchez culpa al Gobierno por su presunta falta de planificación y organización y desmiente las explicaciones oficiales que señalan hacia factores externos. “Le estamos echando la culpa a los americanos”, dice Sánchez, “pero los errores los comete el Gobierno que no ha sabido organizar la venta del gas licuado. No estamos comiendo entre nosotros”.
El pesimismo predomina en Holguín. Freddy Córtez resume el sentir de miles: comprar gas licuado se ha convertido en una odisea, una lucha interminable que no solo promete repetirse, sino empeorar. “Después que yo logre comprar, volveré hacerlo de aquí a un año o dos años”, dice con resignación y pesimismo Córtez.