MADRID, España.- Con una vastísima y multifacética trayectoria ─también controvertida─, Enrique José Varona ha sido objeto de múltiples escritos sobre su vida, obra, actuación profesional y política.
El camagüeyano, nacido el 13 de abril de 1849, fue pedagogo, periodista, político, filósofo, políglota, defensor del movimiento feminista, Doctor en Filosofía y Letras, poeta, mambí, autonomista, Diputado a Cortes en la etapa colonial, secretario de Hacienda y de Instrucción Pública y Bellas Artes durante la intervención norteamericana, catedrático honorario de la Universidad de La Habana, Presidente de honor de la Academia de la Historia, miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras y vicepresidente de la República.
Salvador Bueno lo incluye en su obra Los mejores ensayistas cubanos (1959), Ana Núñez Machín en su Clásicos del periodismo cubano (1978) anota: “Escritor de prosa nítida y elegante, lenguaje sobrio y natural (…) tribuno de excelente exposición”.
Renée Méndez Capote en Amables figuras del pasado (1981) copia parte de la correspondencia que sostuvieron en 1927 y cuenta: Varona: “(…) supo hermanarse con los jóvenes valores que supieron comprenderlo y alentaron su senectud con encendido amor. Yo le debo a Varona el don inapreciable de haberme alentado a persistir, contra viento y marea, en mi ilusión de ser una escritora (…)”.
Su pensamiento se exterioriza en su amplio quehacer literario y periodístico. De este hay que destacar que asumió la dirección del periódico Patria tras la muerte de José Martí, integró el Consejo de Redacción de la Revista de la Facultad de Letras y Ciencias de la Universidad de La Habana y que colaboró en numerosas publicaciones nacionales como Cuba Pedagógica, Heraldo de Cuba, Cuba Contemporánea, El Mundo, Cuba y América, Diario de la Marina, Revista Bimestre Cubana, Carteles, Revista de Oriente, y en otras extranjeras como Hispanoamérica de Honduras y Repertorio Americano, de Costa Rica.
Confirió a la educación un carácter desarrollador e influyó en la pedagogía cubana con la concepción, ejecución y modernización de los planes y programas de estudio en la enseñanza media, lo que recibió el nombre de Plan Varona, muy renovador, pues dejaba a los profesores libertad de cátedra.
También tuvo una postura crítica ante doctrinas divulgadas en su época y respecto a la educación en el socialismo. Por lo que propugnó que junto a la enseñanza pública debía propiciarse la privada para estimular la competitividad entre ambas y mejorar su calidad. Abogó, además, por eliminar la enseñanza escolástica y memorística de la escuela y por la búsqueda de métodos pedagógicos basados en la experiencia y en la práctica.
Tal vez una de sus facetas menos estudiadas fue la de defensor del feminismo, pese a que dejó escritos al respecto. En noviembre de 1927, en la Revista de Avance Varona se vanagloriaba así de la mujer: “(…) Puebla la universidad; asalta el foro; (…) aspira a la magistratura, y anda muy cerca de ella (…)”.
Iniciada la Guerra de los Diez Años en 1868 se había incorporado a las tropas liberadoras, pero más tarde regresó a su ciudad natal. Al intervenir en Cuba los Estados Unidos en 1898 creyó que sería beneficioso para el país; aunque después reconsideró sus criterios. Fundador y Presidente del Partido Conservador, vicepresidente de la República entre 1913 y 1917, durante el gobierno de Mario García Menocal, se convertiría en ícono de la juventud cubana en los años treinta del pasado siglo XX.
Enrique José Varona falleció en La Habana el 19 de noviembre de 1933, a los 84 años.
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