MADRID, España.- Aunque no tiene ningún cartel ni señalamiento que lo identifique, ni mantiene la amplia puerta de madera de la entrada principal que le ofrecía cierto aire típico, en La Habana, por la Doble Vía de Boyeros, muy cerca del reparto Fontanar y del Zoológico Nacional, está el centro recreativo Río Cristal; o lo que queda de lo que antaño fue.
En la década de los cincuenta del pasado siglo —etapa en la que hubo una explosión constructiva en la capital—, la Compañía Río Cristal Sociedad Anónima, presidida por Enrique Berenguer, construyó en la finca Río Cristal el reparto de igual nombre —según consta en documentos oficiales municipales—, donde se inauguraría posteriormente el club Río Cristal —o Río Cristal Club— y unos años más tarde el complejo recreativo.
En el artículo “La ciudad rampante. Cuando éramos jóvenes y hermosos”, publicado en revista Arquitectura y Urbanismo, Mario Coyula fecha la transformación de lo que se pretendió convertir en Parque Natural, entre 1959 y 1961 y adjudica su diseño —igual que el del Parque Almendares— a Víctor Morales, Raúl Grande, Julio Crews, Isis Juan y Bárbara Sáez.
En el recuerdo de no pocos capitalinos pervive aún lo que disfrutaron de su piscina, restaurantes, el río, los paseos en bote, el castillito, las fiestas de fin de año y las de quinceañeras con coreografías y grupo musical, las vistas —incluida la fuente, ¡con agua!
Quienes peinan canas aseguran que tenían mucha demanda y popularidad el bar El Quijote y el restaurante levantado donde existiera desde 1790 un barracón de esclavos del central azucarero Nuestra señora del Carmen, y con posterioridad un convento de religiosas, lo que acredita una tarja colocada en la fachada y le confiere valor histórico.
El trampolín de la piscina, de cuatro pisos, era uno de los más altos edificados en la época y por el precio de 50 centavos los menores y un peso los adultos, pasaban al área de baños donde les entregaban taquilla con llave, jabón y toalla.
El esplender y la fama de la instalación duraron bastante tiempo; pero, como ha sucedido con tantos otros lugares de esparcimiento del país, un buen día empezó su declive hasta alcanzar su ruinoso estado actual. Sin embargo, en agosto de 2017 la prensa oficialista informó de su reapertura tras una costosa recuperación.
Cubadebate, por ejemplo, informó: “Alfonso Muñoz, director general de la Empresa Provincial de Alojamiento de La Habana, entidad a la que se subordina Río Cristal, explicó a la prensa que se llevó a cabo un proceso inversionista millonario que incluyó la recuperación de locales como el restaurante, el cual cuenta con una disponibilidad de 140 plazas con variadas ofertas gastronómicas a precios módicos. Además, se rescató la piscina, especialmente todo lo relacionado con la recirculación de agua, la colocación de taquillas y baños públicos”.
Se mostraban imágenes de la fuente echando agua, un césped arreglado, restaurante y piscina relucientes. ¿Qué se aprecia hoy en mayo de 2024 de aquel proceso “inversionista millonario”? La suciedad del río y sus alrededores, una descuidada vegetación circundante, la fuente totalmente seca —lógico, si considerable parte de los pobladores del país carecen de agua, ¿qué esperar para la fuente?
El restaurante El colonial, con su tarja rememorando el pasado, permanece cerrado. De la piscina una trabajadora dijo a CubaNet que se limpia el viernes y brinda servicios sábados y domingos, pero lo que constató este medio en días entre semana fue la piscina sin agua y bastante sucia y abandonada. El que fuera verde y bien podado césped en los alrededores del castillito y otras áreas, está convertido en herbazal que crece sin control; el mítico castillito de otrora se cae a pedazos, como puede apreciarse en las fotos, lleno de moho, basura y escombros.
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