octubre 28, 2025

“El tren de Guantánamo es el salvavidas y la vergüenza de los holguineros”

La llegada del tren de Guantánamo ―cargado de frutas, viandas y otros alimentos― a la ciudad de Holguín se ha convertido en un pulso semanal de supervivencia.
Holguineros a la llegada del tren de Guantánamo
Holguineros a la llegada del tren de Guantánamo (Foto: CubaNet)

HOLGUÍN, Cuba. –  “El tren de Guantánamo es, al mismo tiempo, el salvavidas y la vergüenza de los holguineros. Es una salvación porque gracias a él uno puede comprar comida más barata, pero también nos da  vergüenza porque ¿cómo es posible que aquí, en Holguín, con la tierra que hay, tengamos que esperar a los guantanameros para poder cocinar? Eso demuestra que aquí en Holguín no se están haciendo bien las cosas”, argumenta Juan Carlos Valdés.

Él mismo, residente en la cabecera provincial de Holguín, recuerda que la llegada del tren de Guantánamo ―cargado de frutas, viandas y otros alimentos― se ha convertido en un pulso semanal de supervivencia. Tres veces por semana, los martes, jueves y sábados, el tren recorre los más de 220 kilómetros que separan ambas provincias, cargado de diversos alimentos.

Con sus casi 9.300 kilómetros cuadrados, la provincia de Holguín es la tercera más extensa de Cuba, solo superada por Camagüey y Matanzas. En contraste, Guantánamo, su proveedor de alimentos, es considerablemente más pequeño: ocupa el décimo lugar del país, con casi 6.200 kilómetros cuadrados.

El tren Guantánamo-Holguín
El tren Guantánamo-Holguín (Foto: CuabNet)

Esta crisis, por tanto, no se origina en la falta de tierra fértil, sino en un entramado de ineficiencia burocrática y políticas fallidas que han ahogado la producción agrícola de Holguín y obligado a sus pobladores a depender de los vecinos para algo tan fundamental como la comida.

Para incontables familias, la diferencia entre una comida decente y casi nada que comer la marca el silbato del tren Guantánamo-Holguín. “Es más barato comprarles a los vendedores que vienen en el tren de Guantánamo, que venden la mano de fongos a 150 pesos, el plátano a 50 y el aguacate a 50, porque aquí en Holguín un aguacate y un plátano cuestan 100 pesos cada uno, una libra de boniato 90 pesos y una mano de fongos entre 200 y 250 pesos”, dice Marta Rodríguez.

Ricardo Fernández lo admite sin rodeos: “Comemos gracias a los vendedores que traen comida en el tren Guantánamo-Holguín, porque, si no, nos moriríamos de hambre”.

“Si el tren de Guantánamo dejara de venir una semana mi cocina se quedaría casi vacía”, agrega la holguinera María Elena Rojas. “La verdad es que dependemos de ese tren. Sin la vianda que traen ellos, la cosa se pone fea, porque lo que venden aquí los carretilleros es para millonarios”.

Vendedores guantanameros
Vendedores guantanameros (Foto: CubaNet)

La constante llegada de estos productos agrícolas desde Guantánamo plantea un cuestionamiento inevitable. Ernesto Vega dice: “Es el mismo gobierno, es uno solo para toda Cuba, y, sin embargo, allá en Guantánamo las ofertas agrícolas son más baratas. ¿Qué pasará con Holguín que no produce alimentos para satisfacer al pueblo?”.

Otros, como Lázaro Cruz, miran hacia adentro, sugiriendo un problema de ineptitud: “No sé si es el gobierno o es que en Holguín no se trabaja la agricultura”.

La periodista Daimí Peña Guillén, desde la emisora estatal Radio Angulo, conecta estas opiniones con un análisis estructural: “Holguín es por su geografía y tradición un territorio agrícola por excelencia en el Oriente cubano. Sin embargo, esta imagen choca de frente con la realidad cotidiana de sus habitantes. La paradoja es desgarradora. Holguín tiene la tierra, pero no la comida. Al campesinado no solo le falta el petróleo, le afecta la escasez crónica de fertilizantes, pesticidas, piezas de repuesto para maquinaria y hasta herramientas básicas”, dijo la comunicadora.

Mientras la ciudadanía debate entre la culpa y el desconcierto, la respuesta oficial se articula en un lenguaje de reuniones y directrices. En un Consejo provincial de Gobierno, reseñado por el çperiódico local Ahora, las autoridades abordaron el problema. Manuel Hernández Aguilera, el Gobernador, indicó la necesidad de un cambio:

“Este es un asunto transversal a los objetivos de la economía. Precisamente, las agropecuarias son de las producciones físicas que más se incumplen. Tiene que haber una transformación. Hay que aplicar la ciencia para mejorar los rendimientos agrícolas”.

Holguineros tras la llegada del tren de Guantánamo
Holguineros tras la llegada del tren de Guantánamo (Foto: CubaNet)

Por su parte, Joel Queipo Ruiz, primer secretario del Partido Comunista en la provincia, en la misma reunión enfatizó la manida fórmula conocida de producir y supervisar: “Tenemos que incrementar la siembra, cosechar y comercializar más. Los precios bajarán solo si producimos más, que es lo esencial, pero también tenemos que captar más producciones para venderlas en nuestros mercados. En las acciones tiene que haber más control”.

Sin embargo, estas declaraciones chocan con un historial de fracasos documentados. Año tras año los informes reportan un patrón de incumplimientos. Un grupo de economistas cubanos independientes, en un análisis publicado por la agencia EFE, sugiere que la raíz del problema es más profunda que las sanciones externas, a las que el régimen culpa de la crisis en la Isla. 

Mauricio de Miranda, profesor en la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, Colombia, define la situación en Cuba como heredera de “los problemas estructurales que resultaron de un sistema económico ineficaz”. 

Pedro Monreal coincide y señala la “ineficiencia” del sistema de economía planificada. Ricardo Torres, aunque reconoce el peso de las sanciones, no cree que sean “el factor más importante para explicar la crisis”. 

Mientras la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) reporta una inflación interanual del 15,2%, el economista Steve Hanke la calcula en un 39,5%. El salario medio mensual, que ronda los 6.600 CUP y la pensión mínima (3.056 CUP) se evaporan frente a un dólar que supera los 460 pesos en el mercado informal. 

La holguinera Isabela Torres lo ve como un reflejo a escala de un mal mayor. “Este tren es un reflejo de lo que sucede en Cuba, un país de absurdos. ¿Qué lógica tiene que un lugar con menos tierras como Guantánamo le dé de comer al que se supone que tiene más recursos? Esto te muestra que el problema no es de tierra ni de bloqueo, es un problema de ineptitud y mala dirección que impide que funcione lo más básico, que es producir la comida”, dice, mientras espera el tren Guantánamo-Holguín para comprar alimentos.

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