agosto 20, 2025

“Cuba no puede sostener su sistema eléctrico: las plantas están en colapso”

"Las plantas eléctricas son muy viejas. La última gran planta construida fue la de Matanzas en los años 80. Hoy casi todas superan los 40 años y no han recibido el mantenimiento adecuado", apunta el experto como una de las causas
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Foto: Cubanet

MIAMI.-En medio de los apagones prolongados y el deterioro del sistema eléctrico en Cuba, el ingeniero nuclear Pelayo Calante ofrece un análisis crítico sobre las raíces de la crisis y las posibilidades de solución. Formado en el Instituto Energético de Moscú y con experiencia directa en la docencia y en plantas termoeléctricas y nucleares de la isla, Calante advierte que las fallidas políticas del régimen, la falta de inversión y el éxodo de profesionales han llevado al país a un punto de colapso.

En esta entrevista, comparte su visión sobre cómo se podría reconstruir la infraestructura energética en una Cuba libre, democrática y con el talento humano necesario para sostenerla.

¿Cuándo nació tu interés por las ciencias?
Desde la secundaria siempre me incliné más por las ciencias que por las letras. Recuerdo que incluso suspendí un examen de historia, creo que la única vez que me sucedió, y hoy esa materia es una de mis pasiones. Pero lo que realmente me atrapó fue la física; desde temprano quise aplicarla en algo práctico, en la ingeniería.

¿Qué te motivó a estudiar ingeniería?
Crecí en Jiguaní, un pueblo donde no había ingenieros conocidos. Había médicos, choferes, campesinos y un abogado, pero poco más. Sin embargo, el hermano de una amiga era ingeniero y conversé con él; ahí confirmé que quería seguir ese camino. En el preuniversitario tuve un gran profesor de física que reforzó mi decisión.

¿Dónde estudiaste la carrera y cómo fue esa experiencia?
Estudié en el Instituto Energético de Moscú, uno de los más prestigiosos del mundo en ese campo, comparable con el MIT en Estados Unidos. Ahí obtuve mi licenciatura y maestría en ingeniería nuclear. El instituto tenía laboratorios únicos, incluso una termoeléctrica en el propio campus donde hacíamos prácticas. La formación fue muy exigente, pero de gran calidad. Nos graduamos once estudiantes en 1984.

¿Dónde trabajaste al regresar a Cuba?
Fui profesor en la Facultad de Ciencia y Tecnología Nuclear, que primero pertenecía a la Universidad de La Habana y después pasó a la Secretaría de Asuntos Nucleares, dirigida por un hijo de Fidel Castro. Desde el inicio estuve muy vinculado a la construcción de la planta nuclear de Juraguá, impartiendo asignaturas de construcción y montaje de plantas nucleares. También di prácticas en termoeléctricas como Tallapiedra, Regla, Santa Cruz del Norte, Matanzas, Mariel y la de Cienfuegos.

Con tu experiencia, ¿te sorprendió el accidente de Chernóbil?
Sí, porque fue un accidente catastrófico, de nivel 7, nunca visto antes. El diseño de esa planta tenía deficiencias en sus sistemas de seguridad, especialmente la falta de un “containment” de acero y concreto. El accidente se debió a un error humano, pero el propio diseño era débil. En 1982, mientras hacía prácticas en Chernóbil, estuve involucrado en un incidente en el reactor 3. Con otros estudiantes tuvimos que participar en labores de emergencia y nos irradiamos. Esa experiencia dejó consecuencias serias en mi salud y en la de mis compañeros.

¿Cómo impactó eso en tu vida personal?
Fue duro. Mi hijo nació con el sistema inmunológico debilitado, y yo desarrollé problemas de salud, entre ellos un tumor en la tiroides que, según los médicos en este país, fue consecuencia de la radiación. También sufrí alergias severas durante años.

Pasemos a Cuba. ¿Por qué te interesa explicar la crisis energética de la isla?
Porque conozco de primera mano cómo funciona el sistema. Enseñaba cómo se integraban las plantas nucleares y termoeléctricas al sistema eléctrico nacional. Tenía acceso al despacho de carga, donde se distribuye la electricidad en Cuba, y llevaba a mis estudiantes allí. Eso me permitió entender a fondo las dinámicas de generación y distribución. Hoy, con la crisis actual, siento la responsabilidad de explicar al pueblo lo que realmente ocurre.

¿Cuál es la causa principal de la crisis energética en Cuba?
Las plantas eléctricas son muy viejas. La última gran planta construida fue la de Matanzas en los años 80. Hoy casi todas superan los 40 años y no han recibido el mantenimiento adecuado. Eso provoca constantes fallas y paradas.

¿Por qué han fracasado las estrategias del gobierno?
Porque en Cuba nunca han funcionado las políticas económicas, y la energética no es la excepción. En lugar de renovar plantas, apostaron por grupos electrógenos importados de Venezuela. Al terminar su garantía, comenzaron a romperse y no había piezas de repuesto. Fue un error estratégico grave: ese dinero debió invertirse en modernizar el sistema eléctrico.

¿Cómo visualizas la reconstrucción del sistema eléctrico en una Cuba libre?
Lo primero es una gran inversión: entre 5.000 y 8.000 millones de dólares solo en generación. Hay que renovar termoeléctricas en los emplazamientos ya existentes, porque esos sitios tienen la infraestructura y las condiciones necesarias. Además, se necesita recuperar el factor humano: ingenieros, técnicos y obreros especializados. Muchos se han ido del país y sin ellos será muy difícil emprender esa tarea.

¿Los paneles solares pueden ser la solución?
No. Son útiles como complemento en ciertos picos de consumo, pero no pueden ser la base del sistema. Se necesitan termoeléctricas que garanticen la carga base, funcionando las 24 horas, algo que los paneles solares no pueden hacer.

¿Qué mensaje final quisieras dejar?
La crisis energética de Cuba no se resolverá con promesas vacías. El pueblo sufre apagones de hasta 32 horas, lo que afecta la vida diaria, la alimentación y la salud. No hay soluciones inmediatas, pero en una Cuba democrática, con inversión y con el regreso del talento humano, será posible reconstruir el sistema eléctrico.

Esta entrevista es una colaboración de CubaNet con el Directorio Democrático Cubano.

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