LA HABANA, Cuba. – En julio pasado, Marta Elena Feitó Cabrera, en ese momento ministra de Trabajo y Seguridad Social, lanzó aquello de que en Cuba no había mendigos sino “personas disfrazadas”. Lo hizo en una intervención ante la Asamblea Nacional de la cual recibió total apoyo y aplausos pero en las redes sociales sus palabras no tuvieron la misma aceptación, y unos días después la “renunciaron” presionados por el escándalo.
Escándalo que, de paso, le sirvió al régimen para desviar la atención cuando en las universidades los estudiantes amenazaban con un paro general, cuando era un hecho la actual “contingencia energética” y cuando en Moa estallaba el escándalo de la contaminación ambiental y el impacto en la salud de los pobladores, como consecuencia de las malas prácticas en la extracción y procesamiento del níquel.
Ya anunciaron quién será el reemplazo de la Feitó y no ha sido otro que el previsto como su “reserva inmediata” desde mucho antes del escándalo.
Se trata de Jesús Otamendiz Campos, que se desempeñaba como vicegobernador de La Habana desde mayo de 2023, cuando pasó abruptamente de viceprimer ministro de Trabajo y Seguridad Social —apenas nombrado en enero de 2021—, a ser el segundo a cargo del Gobierno provincial.
Un movimiento que, junto al de hace unas horas, nos confirma cuán diezmadas están las “reservas de cuadros” del Partido Comunista, tanto como para devolver a Otamendiz a su posición anterior, así como para eliminar aquel artículo que exigía un máximo de edad a los aspirantes al cargo de presidente, apenas sin haberse usado en los pocos años que estuvo vigente.
Jesús Otamendiz regresó al mismo punto de donde salió porque no hay dónde escoger y, sobre todo, porque será más de lo mismo. No es un desconocido en el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social (MTSS) aunque sí alguien que, por su rápido ascenso dentro del mismo organismo estatal al que ahora retorna, y al ser la “reserva inmediata” propuesta por la propia ministra destituida, no es difícil comprender cuál es la visión que tiene sobre la mendicidad en Cuba.
Una perspectiva muy cercana a la de su exjefa, tanto como las estrategias que desplegará para resolver la situación cada día más crítica de “deambulantes”, “vulnerables” y demás personas en situación de pobreza extrema, incluidos los trabajadores y pensionados a los que no les alcanzan sus ingresos, muy por debajo de los 10 dólares mensuales.
Jesús Otamendiz, amigo de Marta Elena Feitó desde los tiempos como “cuadros” de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y su brazo derecho en el MTSS, ascendió rápidamente de encargado del Programa de Trabajadores Sociales en la capital (2009), a director de Formación y Desarrollo (2015), después a director de Empleo (2018), y de ahí a viceministro (en octubre de 2020), y muy poco después, a viceministro primero (en enero de 2021).
Graduado de Derecho y doctor en Ciencias Pedagógicas, la carrera de Otamendiz en el MTSS ha sido meteórica, aun cuando en sus inicios apenas era un “instructor” de la Unión de Jóvenes Comunistas que atendía la “esfera educacional”, al que luego nombraron primer secretario de la UJC del municipio Cerro, y de ahí, en 2005, jefe del Departamento de Organización del Comité Provincial de la UJC en La Habana. En 2008 lo integran al programa de Trabajadores Sociales y, más tarde, lo promueven como su jefe en la capital.
Ni como viceministro primero ni como vicegobernador, Jesús Otamendiz hizo absolutamente nada destacable, incluso se pudiera decir que su desempeño ha coincidido con el peor momento que atraviesa la capital en cuanto a la actual situación de emergencia sanitaria —desatada por la ausencia de un programa efectivo y sistemático de recogida de desechos, lo que ha transformado la ciudad en un gigantesco vertedero que hace insoportable la vida de los habitantes— y en cuanto al aumento de personas en situación de indigencia, que sin dudas en todo el país y en 2025 son muchas más que las 350.000 registradas en el informe oficial de 2024.
Pero en cuanto a la atención a los miles de oficiales retirados de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior, al parecer se ha comportado muy distinto que con los jubilados civiles. En diciembre de 2020, de acuerdo con lo publicado en la prensa oficial, la Oficina Nacional de Combatientes les otorgó, tanto a Marta Elena Feitó como a Jesús Otamendiz, una condecoración por la “destacada contribución a la atención al personal que cumple tareas en interés de la Defensa”.
Igualmente, Otamendiz, en lo personal, ha obtenido reconocimientos por su trabajo directo con aquellos emprendimientos privados que han obtenido del Gobierno provincial de La Habana la calificación de Proyectos de Desarrollo Local, por lo que han sido beneficiados, a través de la Plataforma Articulada para el Desarrollo Integral Territorial (PADIT), con ayudas financieras externas que tributan a los programas de ayuda al desarrollo.
Pero la política del Gobierno provincial de La Habana en los demás asuntos que no involucran el acopio de dinero del exterior, por lo que podemos constatar en nuestros barrios, donde las montañas de basura aumentan en proporción con el número creciente de “vulnerables” (que en muchos casos dependen de ellas para alimentarse), ha estado en consonancia con esa misma visión de Marta Elena Feitó, que solo resultó desafortunada al hacerla pública no en el lugar y momento equivocados (puesto que en la Asamblea Nacional se han dicho cosas peores) sino al haber trascendido a las redes sociales.
Jesús Otamendiz no hará en el MTSS otra cosa diferente a lo que hizo como vicegobernador en La Habana, o a lo que hiciera apenas un par de años atrás en el ministerio a donde lo han regresado. Su gestión, como la de cualquier “cuadro” del PCC, no será otra que continuar maquillando la realidad, hasta donde pueda, o asumirla con el mismo cinismo exhibido por otro “cuadro reciclado” como Johana Tablada cuando afirmó que “Cuba no es el país que más basura tiene”.
Sí, es posible que el nuestro no lo sea, pero sin dudas es el régimen que más basura reutiliza entre sus menguadas filas de “dirigentes”. Incluido el actual ministro, y la recién nombrada embajadora en México y segunda jefa de Misión (solo porque su esposo es el primero en la misma embajada), sin dudas, un premio por sus servicios en la Cancillería que han consistido, entre los más sobresalientes, en negar los desechos que vuelven intransitables nuestras calles e insalubres nuestras casas; y a vender como buena la peor de todas las basuras: la propia dictadura.
Si el nombrado ministro de Trabajo logra continuar disimulando lo que, al igual que su exjefa, piensa realmente de indigentes y “vulnerables”, es decir, de los millones de cubanos y cubanas que quedan fuera de la élite privilegiada que gobierna el país, quizás logre ser premiado como la Tablada, o incluso como el mismísimo Miguel Díaz-Canel. Todo es cuestión de saber lidiar con la basura.