‘Cada respiro’, de Glenda León, y el yoga: la respiración como lenguaje 

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‘Cada respiro’; Glenda León
‘Cada respiro’; Glenda León (FOTO Cortesía de Lisandro Cabezas; Kamal Yoga Studio)

Aunque fue oficialmente inaugurada el 16 de noviembre de 2024 en la Sala Temporal del 2do. Nivel del Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), la muestra Cada respiro, de la artista cubana Glenda León, experimentó este sábado 18 de enero de 2025 una suerte de renacimiento, de expansión, de redimensionamiento, casi una transmutación, luego se acoger una sesión especial de meditación sostenida en la que participaron medio centenar de personas. Todo bajo la guía de la maestra de yoga cubana Karen Rodríguez López-Nussa, fundadora de Kamal Yoga Studio, con sede en La Habana. 

Cada respiro, parte del catálogo oficial de la 15 Bienal de La Habana (noviembre 2024 a febrero de 2025) es una video instalación concebida originalmente en 2016, con fuerte sesgo enviromental, que construye una esfera sensorial en que la propia percepción del tiempo varía. Se busca una posible resincronización de los ritmos habituales de la cotidianidad occidental para recuperar la armonía con las muy diferentes frecuencias de la naturaleza, del cosmos circundante.

Cinco proyecciones en bucle de paisajes terrosos, boscosos, marítimos, celestiales, además de una leve llama en perenne vaivén, fluyen en las paredes de la sala al ritmo de una profunda e intensa, pero muy serena, respiración. Es un aliento descorporeizado, liberado de cualquier dispositivo antropomorfo, sin identidad singularizada, sin ego… Parece resumir (y alegorizar) la vitalidad palpitante del mundo.   

Esta particular iniciativa propuso a los asistentes una relación diferente con la videoinstalación, allende las más usuales y esperadas maneras de interactuar con una obra de arte en una galería. La práctica guiada por Rodríguez López-Nussa buscó diluir las distancias que median entre el sujeto que contempla y el objeto contemplado, a favor de una integración totalizadora en la respiración, la introspección meditativa trascendental y la toma de autoconsciencia.

En conversación con Rialta Noticias, Glenda León comentó que esta ha sido la primera vez que mixtura su obra y prácticas yóguicas. Eso sí, hace notar que desde el principio de su carrera ha colaborado con músicos, con DJs: “Los he invitado a poner música a performances. Aldito López Gavilán interpretó unas partituras musicales compuestas por mí. Y también he trabajado con músicos japoneses, italianos, que han que han interpretaron obras mías. Paisajes sonoros, constelaciones”.

La artista consideró “un regalo” esta sesión en el MNBA. “Es una palabra a la que siempre asocio mi obra”, dice. “Es un dar, es una entrega. Siempre he dicho: cuando das y entregas, tratas de entregar lo mejor de ti. No vas a entregar problemas, no vas a entregar quejas. Eso es este trabajo, es la sublimación de algo. Puede provenir incluso de un problema. Yo lo trato de convertir en poesía, que para mí es el sentido del arte”.

Creo que Cada respiro aborda la respiración como el diálogo prístino entre el ser humano y el cosmos. O como un recordatorio de la imprescindible interdependencia entre ambos. La respiración como canal, nexo, incluso hasta una suerte de lenguaje. ¿Cuál es el trasfondo filosófico de esta obra?

El establecimiento de divisiones es uno de los delirios más elaborados que ha desarrollado el hombre. Al asumir la división entre naciones, entre seres humanos, entre ellos y la naturaleza, incluso la división dentro de nuestro propio cuerpo, estamos ignorando que todo está interconectado, y que el motivo principal de muchos problemas de salud, de comunicación, de convivencia, puede ser este desconocimiento. 

La respiración, ese acto que repetimos una y otra vez, señal de vida junto con los latidos del corazón, es el puente entre el mundo y el cuerpo. Cada vez que inhalamos, tomamos algo del mundo y, cada vez que exhalamos, le devolvemos algo; aunque nunca nos detengamos a pensar en ello.

Y, efectivamente, es como un diálogo con el exterior. En dependencia de cómo nos sentimos, qué estamos pensando, la respiración puede variar. Por eso es, como bien dices tú, un lenguaje.

La respiración, como acto reflejo, resulta tan crucial como desapercibida. ¿Qué implica para ti reasumirla como algo más que un acto rutinario?

Fue a partir de unas experiencias determinadas que pude experimentar cómo a través de la respiración, se puede disolver el Yo, y se puede ir entrando en otra dimensión, en otro mundo –que está en este. Este estado te permite sentir el poder de transformarnos que tenemos dentro. Es un poder más importante que el económico, que el político, porque puedes determinar cómo sentirte, ser dueño de tus emociones y pensamientos.

¿Pudiera asumirse Cada respiro como una obra perennemente incompleta, o mutable según las personas y personalidades que intervienen en cada encuentro meditativo como el que tiene lugar este 18 de enero? ¿Cada sesión cambiaría, modificaría de alguna manera la pieza?

La curadora del Museo Nacional de Bellas Artes, Corina Matamoros, ha dicho que su respiración cambia a medida que se adentra más en la obra. Esta respiración de la videoinstalación Cada respiro es muy lenta, y es gutural, tal y como lo es la llamada respiración Ujjayi (Ujjayi Pranayama), que también se llama respiración oceánica o victoriosa. Por tanto, si el espectador logra sincronizar con ella, creo que se puede comprobar científicamente que su estrés disminuye; comienza a vibrar en otra frecuencia. Por eso cada sesión vibrará con una intensidad diferente, según las personas. 

¿Esta pieza, y el encuentro gestado a su alrededor, busca de alguna manera provocar que los participantes den un mínimo paso hacia el autorreconocimiento de sus cuerpos, hacia el respeto de estos como vehículos de entendimiento y comunicación con el entorno, el cosmos, el universo?

Totalmente. Como decía antes, en este autorreconocimiento hay un gran poder transformador que luego será muy importante para transformar el exterior. Si se parte de un balance interno, las acciones serán mucho más constructivas. Pero el problema es que estamos volcados hacia afuera, porque es más fácil. 

¿Se puede asumir que Cada respiro, así como otras de sus obras (la muestra Huella cósmica o la pieza El efecto mariposa), forma parte de un discurso de la totalidad cósmica, que se ancla en las esencias indiferenciadas universales, nirvánicas, quizás la mónada teosófica?

Sí, y las obras son una exteriorización de estos momentos tan difíciles de describir, de transmitir. Pero también son actos de defensa, de cura, de poesía. Son un refugio ante la situación actual.

Has definido el arte como un “acto de transformación”, o quizás “transmutación” (si se asume desde una perspectiva alquímica), y señalas que el significado yace “entre lo visible y lo invisible”, o sea, en una zona de eclipse en que se difumina todo lo preciso, todo lo dado (institucionalizado) como cierto. ¿Noción antes que concepto? ¿Posibilidad infinita antes que certeza?

Esta idea del intersticio me viene del concepto de “infraleve” de [Marcel] Duchamp, que me fascinó desde la primera vez que lo leí. Porque, como en la alquimia, siento que en mis obras es la sencilla unión de dos elementos nunca antes relacionados lo que constituye la obra. Y esta unión es nueva, no tiene nombre, o se lo doy yo. Pero es algo nuevo, que casi siempre pretendo nadie haya visto antes.  

¿Es el arte para ti un gesto místico, una alegoría esotérica, un camino expedito para descubrir el universo y autodescubrirse en él?  

Sí, a veces son como koanes o haikus, o preguntas filosóficas de las cuales no tengo respuestas muchas veces, y me encanta compartirlas a modo de imágenes para suscitar reflexiones. 

¿El arte no ha sido siempre expresión mágica, y la magia no ha yacido siempre en el corazón del arte? 

Sí, pero la magia se asoció a lo pagano, y a su vez a lo no intelectual, no elevado. Y estuvo hasta hace muy poco, cosa de par de años, excluida de los circuitos “serios” del arte. Creo que es hora de que se abra ya el camino, y se vuelva, como bien dices, a esos orígenes, al poder sanador del arte.

ANTONIO ENRIQUE GONZÁLEZ ROJAS
Antonio Enrique González Rojas (Cienfuegos, 1981). Periodista y crítico de arte. Textos especializados suyos aparecen en publicaciones como La Gaceta de Cuba, Cine cubano: La pupila insomne, El Caimán Barbudo, Hypermedia Magazine, Altercine (IPS Cuba), Cine Cubano, Esquife, Noticias de Arte Cubano, Bisiesto (Muestra Joven ICAIC), Enfoco (EICTV), la revista del Festival de Cine de La Habana, y otras. Ha sido guionista de varios programas televisivos especializados en audiovisual como Lente Joven, Banda Sonora e íconos del celuloide. Ha integrado jurados de la prensa en eventos como el Festival de Cine de La Habana. Ha publicado libros de ficción y crítica de cine, entre los que se encuentran: Voces en la niebla. Un lustro de cine joven cubano (2010-2015) (Ediciones Claustrofobias, 2016) y Tras el telón de celuloide. Acercamientos al cine cubano (Editorial Primigenios, 2019). Un tercer volumen titulado “Críticas, mentiras y cintas de video” está en proceso de edición.

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